100 años de la OIT: sus legados y el futuro del trabajo

Recepción de la presidencia el primer día de la Conferencia. Foto tomada de la OIT

La 108ª Conferencia Internacional del Trabajo de la OIT marcó este año el hito más importante de la agenda del mundo del trabajo, al celebrarse el centenario de ésta organización, la única de naturaleza tripartita del Sistema de Naciones Unidas.

Informe especial sobre la 108ª Conferencia, Por Alberto Orgulloso, Director General ENS

Sin embargo, luces y sombras quedan de estos 100 años de la OIT, especialmente por el debilitamiento de la función de control normativo y de la poca eficacia de las decisiones cuando un Estado o una empresa no cumplen las normas internacionales del trabajo.

Para el sindicalismo, la OIT significa garantía y protección de los derechos laborales y de la libertad sindical a escala mundial y por países. También es una tribuna de alcance global para opinar y actuar colectivamente.

En lo fundamental, la misión de la OIT es promover los derechos laborales, fomentar oportunidades de trabajo decente, mejorar la protección social y fortalecer el diálogo para abordar los temas relacionados con el trabajo.

Mediante la Comisión de Normas y del Comité de Libertad Sindical, la OIT asume funciones de control normativo respecto de la aplicación y cumplimiento de los convenios internacionales, que deben ser adoptados por Congresos de cada país para que hagan parte de la legislación interna.

El diálogo social es el procedimiento propio del tripartismo entre gobierno, empleadores y trabajadores para la toma de decisiones y el tratamiento de los conflictos laborales de los países, lo que inspiró la adopción de la Comisión de Concertación de Políticas Laborales.

Un poco de historia de la labor de la OIT

A lo largo de estos 100 años la OIT ha establecido diferentes convenios internacionales. Entre los más importantes se destacan los convenios #87 (derecho de asociación), #98 (derecho de sindicalización y de negociación colectiva), #151 (derecho de sindicalización y condiciones de empleo en el sector público), el #154 sobre el fomento de la negociación colectiva, y el Convenio #189 sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. 

En 1998 se aprobó la Declaración relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el trabajo que refuerza el compromiso de la OIT y de los miembros mandantes con la garantía a la libertad sindical, el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, la eliminación del trabajo forzoso u obligatorio, la abolición del trabajo infantil y la eliminación de la discriminación en materia de empleo.

En la Conferencia de 1999 se adoptó el concepto y el programa de Trabajo Decente, que contiene cuatro pilares: a) el empleo productivo y los ingresos decentes, b) los derechos fundamentales en el trabajo, c) la expansión de la seguridad social y d) la promoción del diálogo social, los cuales orientan los lineamientos de las políticas públicas en cada una de las naciones.

Los avances más significativos de la OIT se consolidaron durante los dos periodos del único Director de OIT de origen latinoamericano, el Chileno Juan Somavia, quien terminó labores en septiembre de 2012, y fue sucedido por el británico Guy Ryder, de origen sindical de la antigua Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL).

La contribución en éste último periodo se puede resumir con la adopción del Informe de la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, donde se destacan tres dimensiones y un programa: i) invertir en las capacidades de las personas, ii) invertir en trabajo decente y sostenible, y iii) invertir en las instituciones del trabajo, para lo cual se requiere revitalizar el contrato social que asegure a los trabajadores una participación justa en el progreso económico, el respeto de sus derechos y la protección de los riesgos a los exponen a cambio de su constante contribución a la economía.

Puedes leer: Resumen del informe presentado por la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo de OIT

La Comisión de OIT propone un programa para el futuro del trabajo centrado en las personas, que fortalezca el contrato social situando a los hombres, las mujeres y al trabajo que realizan en el centro de las políticas económicas y sociales y en la práctica empresarial.

Lo que pasó en esta 108ª Conferencia

En la Conferencia de OIT toman asiento, con voz y voto, delegados de gobiernos, de empleadores y de trabajadores a través de los sindicatos más representativos de cada uno de los 187 Estados miembros de la OIT, de la cual hace parte Colombia desde su fundación en 1919. La defensa de la paz, la justicia social y la libertad sindical, son los principios fundacionales de la OIT, que hoy se mantienen vigentes.

Esta conferencia centenaria afortunadamente no pasa sin pena ni gloria gracias a la adopción del nuevo convenio sobre “Violencia y acoso en el mundo del trabajo” y la Declaración del Centenario, que incorpora una serie de compromisos tripartitos, especialmente, “el fortalecimiento de las instituciones del trabajo para ofrecer una protección adecuada a todos los trabajadores en un contexto marcado por formas de trabajo nuevas y emergentes”

En el texto aprobado del nuevo Convenio, la expresión «violencia y acoso» en el mundo del trabajo designa un conjunto de comportamientos y prácticas inaceptables, o de amenazas de tales comportamientos y prácticas, ya sea que se manifiesten una sola vez o de manera repetida, que tengan por objeto, que causen o sean susceptibles de causar, un daño físico, psicológico, sexual o económico, e incluye la violencia y el acoso por razón de género, y b) la expresión «violencia y acoso por razón de género» designa la violencia y el acoso que van dirigidos contra las personas por razón de su sexo o género, o que afectan de manera desproporcionada a personas de un sexo o género determinado, e incluye el acoso sexual

Por otro lado, queda un sabor agridulce de esta Conferencia centenaria y de la situación actual de la OIT: los gobiernos de derecha y las empresas tienen una mayor influencia en las instancias de la OIT, lo que ha debilitado la función de control normativo y el papel garantista de los derechos laborales. A su vez, el liderazgo técnico y político internacional se ha visto disminuido en relación con otros organismos internacionales, como el Banco Mundial y el FMI, y otras agencias como el PNUD, que ha venido colonizando los temas del trabajo a través de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Para el sindicalismo colombiano, que asistió con una de las delegaciones más grandes en la historia, el resultado de ésta Conferencia no es menos alentador. Por un lado, Colombia, que fue examinada por el convenio 129 (trabajo forzoso) no fue incluida en la llamada “lista corta” de control normativo. A cambio ingresó Brasil, como un acuerdo con el sindicalismo latinoamericano.

El presidente de Colombia estuvo en la Conferencia de la OIT, rindió cuenta de sus supuestos avances en materia laboral pero omitió reconocer la gravedad de la violencia en el país

 Y por otro lado, la presencia del Presidente Duque, quien asistió a la Conferencia de la OIT a rendir cuenta de los supuestos avances en materia laboral, pero que omitió reconocer la gravedad de la situación de derechos humanos y de la violencia contra los líderes sociales y sindicales.

En contraste, los presidentes de la CUT, Diógenes Orjuela, y Miguel Morantes, de la CTC, junto al Secretario General de la CSA, Rafael Freire, el Responsable de Derechos Humanos de la CSI, Alex Praca, y el delegado de la FNV, Tjalling Postma, de Holanda, reinstalaron en la agenda sindical internacional la situación del sindicalismo colombiano en relación con el Acuerdo de Paz, en el marco del conversatorio “La Paz en Colombia está en Peligro”.

Este conversatorio, que contó con el apoyo de la ENS y FNV, tuvo una masiva participación y solidaridad del sindicalismo internacional agrupado en la CSI y la CSA. También de la FSM, en cuyo escenario se lanzó la campaña para defender el acuerdo de paz, y la persistencia de los diálogos con el ELN, exigir al gobierno que cesen los asesinatos contra los líderes, y el cumplimiento de los compromisos laborales internacionales.

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Brasil y Honduras fueron examinados

El examen por violación al convenio 98, los efectos nefastos de la reforma laboral brasileña, la ley Nº 13467 de 2017. Ésta ley, según Amancio De Lisboa, representante de la CUT Brasil, “invirtió de forma inédita la jerarquía de las normas laborales: en vez de construir una cadena creciente de protección, en la que la ley es la base bajo la cual se edifican derechos pactados mediante la negociación colectiva, se subvierte esa lógica para permitir que incluso un acuerdo individual prevalezca sobre la ley, sobre acuerdos y convenciones colectivas, violando claramente al Convenio (#98). Para nosotros (los sindicatos), esta ley es un retorno a los niveles de relaciones de trabajo de hace cien años y representa un fracaso en la búsqueda de la justicia social”.

Por su parte, el representante de los empleadores de Brasil argumentó que “la reforma laboral del Brasil, que se discute hoy, fue por encima de todo una reforma de país. Pues, fue a través de ella que Brasil dejó atrás una legislación anticuada del siglo pasado y se alineó a las principales economías del mundo. Fue a través de ella también que se pasó a fortalecer la voz de los trabajadores y empleadores, para que juntos puedan establecer sus términos y condiciones de trabajo, con mínima interferencia del Estado”.

A su vez el delegado trabajador de España, Jesús Gallego, expresó que “con la reforma laboral y la ley Nº 873, el Gobierno del Brasil ha provocado y asegurado la tormenta perfecta contra la naturaleza de la negociación colectiva, los derechos colectivos de las y los trabajadores, y la regulación de unas condiciones de trabajo decentes, incumpliendo el Convenio en la legislación y la práctica”.

El representante sindical de Colombia, Miguel Morantes (CTC), manifestó en el debate que: “1) el Gobierno del Brasil no consultó, no preguntó a los representantes de los trabajadores, ni informó a las centrales sindicales brasileñas sobre la reforma laboral que iba a aprobar, simplemente la impuso; 2) el Gobierno del Brasil ha hecho absoluto caso omiso de las recomendaciones de los expertos que en los informes de 2017, 2018 y, nuevamente, en 2019 han considerado que la ley laboral (…) contraviene el objetivo de promoción de la negociación colectiva libre y voluntaria».

Respecto a Honduras, dicen las memorias que “la Comisión tomó nota con grave preocupación de los alegatos de actos de violencia antisindical, incluidos los alegatos de agresiones físicas y asesinatos, y de que prevalece un clima de impunidad. Además, la Comisión tomó nota de la misión de contactos directos de la OIT que se llevó a cabo en mayo de 2019 y del Acuerdo tripartito resultante”.

La Comisión de Normas pide al Gobierno hondureño que: aplique el Acuerdo tripartito, incluso en lo que respecta a la creación, en junio de 2019, de una comisión nacional para luchar contra la violencia antisindical; el establecimiento de un mecanismo de comunicación directa entre las organizaciones sindicales y las autoridades públicas pertinentes; la prestación de una protección rápida y eficaz a los dirigentes y afiliados sindicales que están en situación de riesgo; la pronta investigación de la violencia antisindical con miras a arrestar y procesar a los responsables, incluidos los instigadores; la transparencia de las quejas recibidas a través de informes bianuales; la necesidad de sensibilizar en relación con las medidas de protección que existen para los sindicalistas y los defensores de los derechos humanos.

Los desafíos de la OIT

Los desafíos para la OIT hacia los próximos años se fundan en consolidar el tripartismo y el diálogo social para la construcción de la paz mundial y en nuestro país. A la vez, promover un nuevo multilateralismo internacional que permita el fortalecimiento de la agenda del mundo del trabajo, en contraste con la agenda económica y política.

El nuevo contrato social del trabajo debe resignificar la importancia de los derechos laborales en concordancia con las libertades individuales, donde la libertad sindical dialoga con la libertad de empresa, manteniendo la primacía del derecho protector al trabajo y a la seguridad social de las personas, basado en el trabajo decente.  

El futuro de la OIT es el futuro del trabajo, y debemos perseverar en ello, en especial por las mujeres y los jóvenes que esperan mucho más de la OIT, así como del Estado, de las empresas y de los sindicatos.

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