Las tres reformas, más mencionadas por el gobierno y las más esperadas por el país, son analizadas aquí.
Por Hiller Alberto Hernández Muñoz
Colombia es un país de profundas desigualdades e inequidades; tiene un nivel de informalidad del 60%, una tasa de desempleo del 10,3%, una expectativa pensional del 25% y un sistema de salud que, sólo entre enero y septiembre de 2022, recibió 109.825 tutelas invocando este derecho.
El país se ubica en el deleznable ranking de los 10 peores países para los trabajadores, según el índice global de derechos de la CSI publicado en junio de 2022 y que a la fecha tiene un GINI de 0,54, a sabiendas que el 0 (cero) en este indicador significa una igualdad perfecta y el 1 (uno) en el mismo, representa la desigualdad perfecta (si es que cabe el término) y que muestra cómo las brechas en la distribución de los ingresos y la riqueza, se abre, afectando claramente a los menos favorecidos, es decir a los colombianos y colombianas con menores o ningún ingreso. Lo anterior, es evidenciado, además, en el IPC diferenciado a diciembre de 2022 que presentó el DANE; este informe, de diciembre de 2022; expresa como los colombianos más pobres, finalizan el año con un Índice de Precios al Consumidor del 14,80% la clase media se ubica en 13,28% y las clases más altas un 11,52%. Lo anterior demuestra como las diferencias en los ingresos – léase desigualdad – impacta en el poder adquisitivo de los trabajadores y trabajadoras del país, quienes no sólo terminan obteniendo menos remuneración por su fuerza de trabajo, sino que se enfrentan a precios más altos, lo que reduce su poder adquisitivo y afecta ostensiblemente su calidad de vida y bienestar.
Así mismo, en este desigual territorio nacional, nos encontramos con una relación incremento salario mínimo – inflación del 0.78% es decir, como el salario mínimo nacional se incrementa teniendo como base la inflación, el aumento real no supera un punto y el mismo se diluye en los sucesivos aumentos que se presentan en la canasta familiar y los servicios básicos, cada año.
A lo anterior, se suma la significativa brecha de género existente en el panorama laboral colombiano; donde las mujeres, en muchas ocasiones, reciben menos remuneración, aun realizando el mismo trabajo de los hombres, aunado a que ellas dedican, en promedio, 5 horas más al cuidado no remunerado, que sus pares masculinos.
Así las cosas, nos encontramos con un panorama nacional donde:
- Quienes trabajan durante toda su vida, no tienen la posibilidad de acceder a una pensión digna, que les permita calidad de vida y bienestar en la vejez.
- Quienes cuidan a las familias – en su mayoría mujeres – no cuentan con condiciones laborales que les permitan desarrollar libremente su personalidad en contextos de dignidad e igualdad.
- Quienes tienen menores ingresos, se ven más afectados por los costos de vida y los fenómenos relacionados con la inflación, el desempleo, la informalidad y la precarización laboral.
- El 60% de la población no cuenta con condiciones laborales formales, lo que le impide el acceso a préstamos bancarios, vivienda digna, recreación y libre ejercicio de los derechos.
- El trabajo ha perdido la centralidad como generador de riqueza.
- La industrialización y agrarización de la nación no solo se ha disminuido, sino que en algunos sectores del territorio nacional van en franca decadencia. Dando paso, como sector principal de la economía, al sector financiero y de servicios.
- Es evidente la inequidad e injusta distribución y redistribución de la riqueza.
En este panorama y al mejor estilo de las historias de Alejandro Dumas se requiere contar con defensores; – Mosqueteros – que estén atentos y dispuestos a sacar a buen término la misión de transformar efectivamente este desolador paisaje. Estos mosqueteros “criollos” no son paladines personales, ni salvadores mesiánicos, ni líderes portentosos o carismáticos, sino que se consolidan en propuestas efectivas de transformación, un cambio estructural que realmente propenda por un modelo de desarrollo basado en la promoción, garantía y libre ejercicio y acceso a los derechos y la protección social.
Colombia hoy cuenta entonces con sus “Tres mosqueteros” o mejor “tres mosqueteras” tres reformas que buscan restaurar el estado de derecho, devolver a quienes han sido vulnerados, excluidos o marginados; la posibilidad de acceder a una mejor calidad de vida, un bienestar que les potencie las oportunidades de desarrollarse desde el acceso al trabajo decente, la protección del derecho a la salud y la calidad de vida en la vejez. Analicemos un poco cada uno de estos mosqueteros:
Mosquetera 1: Reforma Laboral
Durante más de 30 años, no sólo se han aplazado las reformas estructurales que permitan que trabajadores y trabajadoras accedan a trabajo formal, decente y saludable, sino que además se han implantado políticas regresivas que han desarticulado, desconfigurado el mundo del trabajo, afectando gravemente a los colombianos, especialmente a aquellos más vulnerables.
Hoy, la reforma laboral plantea la posibilidad de recuperar los derechos que han sido arrebatados – en ocasiones desde lo político y en otras a sangres y fuego – restaurando la centralidad del mundo del trabajo como generador de riqueza y desarrollo humano integral sostenible.
La reforma Laboral, incluye en sus bases, 18 temas fundamentales para el bienestar de los trabajadores y trabajadoras del país; una reforma orientada a la protección del empleo formal, el respeto por la jornada de trabajo digna y justamente remunerada, la atención a sectores “poco visibilizados” en el mundo del trabajo como los trabajos en plataformas, trabajos sexuales, trabajo rural y trabajo migrante; dimensiones que hasta hoy se encuentran en situación de desprotección por la falta de una regulación que las delimite y especifique los contextos y derechos de cada una.
Además esta reforma pretende atender los temas relacionados con los efectos de la digitalización, la virtualidad y las nuevas tecnologías en el mundo del trabajo, la reducción de las brechas de género; no sólo en lo relacionado con “igual trabajo – igual salario” sino además con las labores de cuidado, buscando alternativas y espacios que permitan y potencien la articulación de los hombres al trabajo no remunerado del hogar, un campo por demás necesario en un país donde las mujeres hacen dos y a veces tres jornadas laborales no reconocidas.
Así mismo, la reforma reconoce los años de lucha del movimiento sindical en pro de los derechos de trabajadoras y trabajadores; por ello busca proteger y garantizar los derechos de asociación sindical, negociación colectiva y huelga.
En conclusión, esta es una reforma que, sin buscar “cobrar cuentas pendientes”, se orienta al restablecimiento de los derechos laborales como soporte del desarrollo; una propuesta moderna que incluye las diferentes dimensiones del mundo del trabajo, sus actores y contextos, brindando sustento a una dinámica económica y productiva justa, equitativa y con sentido humano.
Puedes leer:
Mosquetera 2: Reforma Pensional
La reforma pensional, a través de sus tres pilares: el solidario, el contributivo y el complementario, busca garantizar la pensión no sólo a quienes durante un promedio de 35 años desgastan su vida en el mundo laboral, en favor de la producción de riqueza y sentando las bases del desarrollo, sino que además pretende extender este beneficio a millones de adultos mayores que no cuentan con calidad de vida en la vejez.
Esta reforma pensional es estructural, no sólo paramétrica, es decir busca realmente establecer un sistema que permita cumplir la expectativa de pensión de trabajadoras y trabajadores, manteniendo un enfoque de derecho y no de rentabilidad económica; es por ello que se orienta hacia la protección de la vejez, desde lo pensional; entendiendo que el sistema integral de cuidado al adulto mayor está compuesto por más elementos, pero sabiendo que la capacidad económica y una pensión digna, son aportes fundamentales a la calidad de vida de quienes finalizan su vida laboral y se acogen al merecido descanso, el cual debe darse en condiciones de decencia, dignidad y salud.
El pilar solidario permitirá trascender del “auxilio” de $80.000 (ochenta mil pesos) que hoy otorga Colombia Mayor, a una pensión mínima de $500.000 (quinientos mil pesos) y aumenta las posibilidades de los adultos mayores de acceder a alimentación, vivienda y calidad de vida en condiciones de mayor dignidad; el pilar contributivo, fortalecerá el sistema público de pensiones permitiendo ampliar la cobertura y cumplir la expectativa de pensión de los trabajadores y trabajadoras del país; el pilar complementario, apoyará el deseo e intención de quienes devengan mayores ingresos, de contar con un ahorro individual que se integre a la pensión obtenida en el régimen público, permitiendo el desarrollo de objetivos personales y brindando las libertades financieras requeridas para ello.
Es así como la reforma pensional, se constituye en una apuesta clara por el cuidado y la protección de los adultos mayores, pero también de quienes hoy no están siquiera cerca de la edad de pensión, pues permite aumentar la cobertura y cumplir en gran medida la expectativa de pensión.
Esta reforma, con base de derechos, realiza un ejercicio para fortalecer el sistema público de pensiones, teniendo en cuenta, además, el derecho de colombianos y colombianas de fortalecer el ahorro individual para la vejez.
Te recomendamos:
Mosquetera 3: Reforma a la Salud
La reforma a la salud pone en el centro de la prestación del servicio el derecho a la vida, el cuidado y protección de la salud y la integridad, por sobre la retribución financiera del sistema, permitiendo un verdadero ejercicio de la salud como un derecho y centrando al individuo y colectivo social como foco esencial del sistema.
En ese sentido, la reforma a la salud busca poner en marcha, de manera efectiva, algunos principios que llevarán al aseguramiento del derecho y al acceso pleno al mismo por parte de los colombianos a saber:
- Cobertura universal, donde es el ser humano y no el carnet o el documento el que verdaderamente importa, esto ampliará la cobertura y humanizará el acceso al derecho a la salud.
- La prevención como centro del proceso de salud: Logrando incidir positivamente en las condiciones determinantes de la salud, en primera instancia y pudiendo prevenir la enfermedad, en un segundo momento, esto permitirá reducir las afectaciones por diagnósticos tardíos, a la vez que representa al sistema un valor agregado al disminuir los altos costos de enfermedades “catastróficas” detectadas en fases terminales o avanzadas.
- Atención territorial y focalizada: A través de los Centros de Atención Primaria, permitiendo una administración más adecuada y contextualizada, con enfoque territorial.
- Fortalecimiento del ADRES como pagador único: Permitiendo un mayor control sobre el uso y destinación de los recursos y buscando mejorar la agilidad en los desembolsos y pagos a las diferentes entidades que componen el sistema de atención en salud.
- Dignificación del personal trabajador en salud: Buscando que tengan condiciones laborales enmarcadas en el enfoque de trabajo decente y saludable.
- Transformación de las EPS: Las cuales, luego del periodo de transición, deberán cambiar su enfoque a la atención directa, ya sea como IPS o CAP (Centros de Atención Primaria) u ofreciendo servicios de auditoría a los pagos hechos a los distintos prestadores por parte del ADRES.
Esta reforma construye un sistema de salud más justo, con cobertura real y un enfoque preventivo, que busca realmente el mantenimiento de la salud individual y colectiva, gracias a la identificación de las variaciones negativas en las condiciones determinantes de la salud, a la vez que se detectan de manera temprana las enfermedades, aumentando la posibilidad de éxito de los tratamientos en fases tempranas.
Con estas – Tres Mosqueteras- se busca entonces abrir un horizonte al verdadero cambio, un cambio con enfoque de derecho (no de negocio) orientado a la atención de las causas estructurales de la desigualdad, orientando su accionar hacia la integración y articulación de las políticas, pues es sabido que las cotizaciones deberían ser la base del sostenimiento del sistema pensional y de salud, pero que con la tasa de informalidad actual, no es posible lograrlo, es por ello que la reforma laboral, la reforma pensional y la reforma a la salud, son un trio, un equipo inigualable para la transformación de Colombia en una real Potencia Mundial de la Vida.
Así mismo, las tres reformas aportan de manera efectiva al proyecto de paz total propuesto por el gobierno de Gustavo Petro, en tanto que es imposible hablar de Paz, sin trabajo decente y saludable, sin protección a la vejez y sin un sistema integral de salud donde el centro sea el ser humano y no la rentabilidad.
Te puede interesar:
Pero… ¿Y la cuarta mosquetera?
Si analizamos la novela de Dumas, los tres mosqueteros eran realmente cuatro (Porthos, Athos, Aramis y D’artagnan), sin embargo, este último no se cuenta en el equipo, precisamente porque luego de sus aventuras, se convierte en el líder natural de grupo; así mismo, si lo aplicamos al contexto de las tres reformas, nos damos cuenta que su origen está precisamente en el gobierno del cambio y que este a su vez, ha sido posible gracias al estallido social ocurrido en 2021, una manifestación masiva de la sociedad civil donde quedó clara la inconformidad con las medidas neoliberales que, por más de 30 años, han regido los destinos del país, ampliando las brechas de desigualdad que presentamos al principio de esta reflexión.
Este estallido social, hubiera sido por demás complejo, sin el apoyo del movimiento sindical, las centrales obreras, las organizaciones sindicales y las organizaciones de la sociedad civil que les apoyaron, fueron promotoras irrestrictas del cambio, evidenciando desde el análisis, la producción de conocimiento y la movilización social, la necesidad de una transformación real – no superficial – de las estructuras de la sociedad y del gobierno.
En esa misma línea y si bien la sociedad civil como sujeto activo fue el motor del cambio, centraremos nuestro análisis en el movimiento sindical, allí se encuentra nuestra cuarta mosquetera; la autorreforma sindical la cual debe llevar a que el movimiento sindical adapte sus estructuras y formas (no sus principios ni éticas) para promover el fortalecimiento, el crecimiento, la representación y representatividad del sindicalismo en los contextos políticos que hoy, gracias a su acción efectiva, les son propicios. La autorreforma sindical debe ser la respuesta a un contexto donde se pasa de la oposición a la proposición; obviamente sin dejar de lado el principio básico de autonomía sindical, pero comprendiendo que solo a través del trabajo conjunto y la articulación de fuerzas, puede llevarse a cabo el anhelado cambio hacia una sociedad más justa, equitativa e igualitaria.
El movimiento sindical, como promotor y defensor de los derechos humanos y laborales ha aportado a la causa miles de muertos, refugiados y exilados según cifras de SINDERH, base de datos de la Escuela Nacional Sindical, Desde 1971 han sido registradas 15. 766 violaciones a la vida, la libertad y la integridad cometidas contra sindicalistas, de las cuales 3.314 han sido homicidios. Hombres y mujeres que fueron exterminados por buscar mejores condiciones laborales y calidad de vida para los trabajadores y trabajadoras del país.
El sindicalismo, que ha llevado hoy a un gobierno de cambio, debe plantearse internamente las transformaciones que debe llevar a cabo para responder de manera efectiva al reto que él mismo se ha impuesto, el de asegurar, hoy en un ambiente propicio, el ejercicio y respeto de los derechos humanos laborales en Colombia.
A manera de colofón
Las tres mosqueteras – Reforma Laboral, Reforma Pensional y Reforma a la Salud – son un equipo que busca retornar al enfoque de derechos como centro del ejercicio de lo público, para ello requiere de un movimiento sindical fortalecido, preparado para enfrentar los retos que las trasformaciones generan en la cotidianidad, pues aún en un contexto amigo, existen vientos en contra que buscan bloquear los cambios y garantizar la permanencia del establecimiento que hasta hace poco era el gobernante.
En este contexto de transformaciones y cambios, es fundamental el apoyo de la sociedad civil, pues fue gracias a la movilización que se logró iniciar el proceso y será sólo con ella que se podrá llevar a buen término; allí la organización y el movimiento sindical son esenciales, pues nadie como el sindicalismo tiene tan vasta experiencia en la defensa y promoción de los derechos humanos y laborales.
Las organizaciones de la sociedad civil – entre ellas la Escuela Nacional Sindical – seguirán sirviendo de apoyo técnico y académico en el proceso de logro del cambio, buscando desde sus diferentes campos de acción, aportar efectivamente en el análisis, reflexión y debate, así como en la construcción efectiva de propuestas de intervención, incidencia y acción.
- El incremento del salario mínimo legal mensual para 2025. Una reflexión en relación al proceso de negociación.
- La ENS como Centro de Pensamiento del mundo del trabajo: Transformaciones, Mitos y Verdades.
- En el marco de la Conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos – Reivindicamos la labor de defensores y defensoras sindicales por los derechos humanos, la paz y la democracia
Pedro:
18/02/2023,Excelentes Reformas .muy importantes parabel PUEBLO TRABAJADOR, DEBEMOS DE DEFENDER A CAPA Y ESPADA PARA QUE SEA SPROBADA LO MAS POSIBLE DEL TIEMPO PSRA QUE NUESTRO PRESIDENTE, DOCTOR, GUSTAVO PETRO URREGO LA SANCIONES. SERA UN LOGRO