¿Por qué y para qué la violencia antisindical en Colombia?

Imagen de referencia tomada de RCN Radio

La violencia antisindical en Colombia ha sido uno de los temas de estudio y de investigación en los últimos años en la Escuela Nacional Sindical. Recientemente presentó, en compañías de otras ONG´s y de organizaciones sindicales, varios informes a la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, con ellos se busca que el relato de los sindicalistas y las sindicalistas del país quede plasmado en el informe final que entregará este ente creado por los acuerdos de paz.

Uno de los informes presentados por la ENS la Comisión de la Verdad fue “Violencia antisindical en Colombia, entre el exterminio y la violación a la libertad sindical.  Informe sobre patrones y contextos explicativos de la violencia antisindical en Colombia.  Aporte a la comisión de la verdad”. Este documento recoge cifras de la base de datos Sinderh que ha sistematizado los datos de la violencia antisindical desde 1971 hasta la fecha.

El informe se divide en 5 partes que comprenden los siguientes temas:

  1. Un acercamiento a los patrones, características y periodización de la violencia contra el movimiento sindical en Colombia.
  2. Un acercamiento a los contextos explicativos de la violencia antisindical en Colombia: ¿Por qué y para qué?
  3. Los daños e impactos de la violencia antisindical.
  4. Las formas de afrontamiento.
  5. Los vacíos de verdad.

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Patrones, características y periodos de la violencia antisindical

El informe de la ENS da cuenta de los patrones de la violencia antisindical y de la causa de la estigmatización. “La creación y consolidación de imaginarios, discursos, prácticas y representaciones, ha contribuido a tejer toda una urdimbre de significaciones negativas sobre el sindicalismo.” En el país existe una especie de “cultura antisindical” que señala y estigmatiza a los y las trabajadoras que hacen parte de un sindicato. En conclusión, se ve al sindicalismo cómo algo negativo y amenazante por parte de un sector de la sociedad colombiana, los que históricamente han tenido el poder.

Para ilustrar el tema de la estigmatización, el documento recoge el testimonio de una maestra afiliada a Adida quien un día tomó un avión y empezó una conversación muy amable con su compañera de asiento, pero cuando le dijo que era sindicalista, hasta ahí llegó la charla. La otra persona la miró con temor.

En este apartado, el informe habla de los momentos históricos en los que se comenzó a configurar esa estigmatización hacia los sindicatos. Habla que en la primera mitad del siglo XX ya se decía que las clases proletarias, entre ellas el sindicalismo, era víctima del deterioro fisiológico como consecuencia de su mestizaje. Ya en la segunda mitad del siglo XX, se dijo que el sindicalismo era enemigo del progreso y del desarrollo. El discurso también decía que los sindicalistas, sobre todo los del magisterio antioqueño, eran “alborotadores”, “comunistas”, “masones” y “liberales”.

Después vino la criminalización de la protesta social y la consecuente estigmatización a los sindicalistas quienes eran los principales promotores de las protestas. En este sentido, el informe dice: “Se establecieron unos límites bastante permeables entre lo legal y lo ilegal.” Aquí el Estado ejercía una mayor presión frente a los sindicatos.

Los gobiernos, desde la década de los 90, han seguido estigmatizando la protesta social y al sindicalismo. Adicionalmente, en los medios de comunicación se han reproducido discursos que refuerzan esos imaginarios peyorativos contra el movimiento sindical.

Todo lo anterior ha llevado a que se configuré un panorama proclive a la violencia antisindical que ha tenido consecuencias incalculables en el movimiento. 

El siguiente cuadro recoge las violaciones contra la vida, la libertad e integridad física cometida contra sindicalistas entre 1971 y 2018. En él se muestra cómo la amenaza es el tipo de violencia preponderante.

Cuadro Nº 1. Violaciones a la vida, libertad e integridad física cometidas contra sindicalistas en Colombia, según tipo de violencia, 1971-2018.

El informe también da cuenta de que la CUT es la central sindical que más casos de violencia presenta en contra de sus afiliados. Un total de 13.725 agresiones la pone en el primer lugar. Después le sigue la CGT con 659 casos, los sindicatos no confederados con 440 y la CTC con 99 hechos violentos.

Sobre los periodos en los que más se presentó la violencia, el informe resalta que: “Fue a partir de 1979 que se experimentó un primer incremento sostenido de homicidios. De acuerdo con Correa y Malagón, hubo un primer momento comprendido entre 1979 y 1988. Este ciclo presentó, según ellos, un comportamiento regular entre 1979 y 1984, oscilando entre 2 y 7 registros de asesinatos por año (para 1978 no se encontraron registros de asesinatos). En el tránsito de 1984 a 1985 el número de registros de asesinatos se multiplicó por 15, se aumentó en 7 víctimas en el año 1986 y después esta cifra se duplicó en 1987; y volvió a duplicarse en 1988, hasta llegar al primer pico con una cifra de 138 asesinatos registrados. En este primer momento, se consolidaron los asesinatos selectivos a gran escala, que confirmaron la intención de exterminio.”

De 1993 a 1997 la amenaza se convirtió en el principal hecho de violencia contra las organizaciones sindicales. De 1998 a 2002 hubo menos homicidios, pero la amenaza nuevamente aumentó entre los años 2008 y 2012. Según el documento, “es posible dar cuenta de cómo se configuró una violencia antisindical sistemática para los años ochenta, luego la consolidación de una violencia construida sobre el terror de morir masivamente en los noventa y procesos de violencia cada vez menos letal para la década del 2000.”

Según el informe, el departamento con más casos de violencia antisindical fue Antioquia. Allí se concentraron 4.701 de los casos presentados, después le siguen Valle, Santander y Cesar con 1898, 1376 y 1007 casos respectivamente.

En cuanto a los sectores económicos a los que pertenecían los trabajadores y trabajadoras violentados, el documento da cuenta de que la educación, la agricultura, casa y pesca y minas y canteras son los tres más afectados. En educación fueron 6798 violaciones a la vida, libertad e integridad de los y las sindicalistas, en agricultura, casa y pesca, 2344 y en minas y canteras 1198.

A la hora de asignar un responsable para los hechos violentos, el informe da cuenta que la mayoría de los agresores no están identificados. No fue posible determinar quién fue el agente propiciador de la violencia en 9313 casos. Le siguen los paramilitares a los cuales se les atribuyen 3862 de los casos y de ahí la policía, la guerrilla y el ejército con 487, 466 y 449 casos respectivamente.

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Un acercamiento a los contextos explicativos de la violencia antisindical en Colombia: ¿Por qué y para qué? 

“Las dinámicas de la violencia de naturaleza antisindical se suscribieron a una multiplicidad de motivaciones, propósitos y finalidades, todas ellas articuladas, que responden a diferentes variables de análisis, como, por ejemplo, el sector económico y las características regionales.” Dice el informe.

En este apartado, el documento recoge varias hipótesis de las razones por las cuales se violentó a las organizaciones sindicales y a sus afiliados. La primera de ella tiene que ver con que se utilizó la violencia para regular los conflictos laborales. Cuando los sindicatos reclamaban mejores garantías para sus afiliados y afiliadas, grupos armados disolvían o reducían el conflicto en favor de los terceros.

Otra de las hipótesis planteadas por el informe tiene que ver con que la violencia se utilizó para cooptar recursos y eliminar liderazgos por parte de los paramilitares. En este caso, el grupo armado tomaba el control de entidades públicas cómo hospitales y universidades, ejercían violencia contra los sindicatos y obtenían el manejo de los recursos públicos.

También se plantea que la violencia es la consecuencia del rol sociopolítico sindical. Muchos sindicatos defendían también a las comunidades y otros tipos de intereses, más allá de los laborales de sus afiliados y esto los llevó a estar en el blanco de la violencia. Quienes no les interesaba conceder derechos a esas comunidades y a la sociedad en general vieron cómo enemigos a los sindicalistas que los ayudaban reclamar.

De la misma manera, la violencia también fue un instrumento de regulación y control político de las movilizaciones y protestas que se daban en el país. Esto teniendo en cuenta que en muchas ocasiones eran las organizaciones sindicales las encargadas de dinamizar las marchas para exigir derechos y protestar por las acciones del Estado. El tema de la declaración de ilegalidad de las huelgas también entra en esta hipótesis. Muchas veces los mismos agentes del estado violentaban a quienes ejercían el derecho de parar las actividades en sus empresas exigiendo mejores garantías.

La violencia también se ejerció contra los sindicalistas para acumular tierras. Según el informe, no significa que se haya despojado con violencia a los campesinos de sus tierras, sino que se cambiaron las dinámicas campesinas por trabajo asalariado.

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Daños e impactos de la violencia antisindical

“La violencia antisindical ha generado afectaciones e impactos individuales y colectivos en las dimensiones sindicales de la afiliación, los derechos laborales y la libertad sindical, la negociación colectiva, la movilización y las garantías democráticas.” Dice el informe.

Aquí, el documento plantea que la violencia antisindical impactó de manera directa en los siguientes aspectos: En la afiliación sindical, en la libertad sindical y en la organización, en la movilización, en las garantías democráticas, en la estigmatización y en lo individual y familiar.

Como consecuencia de la violencia antisindical, muchas organizaciones sindicales vieron reducida su membresía. Otras incluso desaparecieron. Los hechos violentos fueron la causa para que trabajadores y trabajadoras se retiraran de las organizaciones sindicales, bien porque eran asesinados o mediante la amenaza.

En lo que tiene que ver con la libertad sindical y la organización, es un aspecto muy ligado a lo anterior. Los trabajadores sentían temor de estar afiliados o de ser dirigentes y en ocasiones sus sedes sindicales eran cerradas y se les prohibía hacer reuniones.

Por su lado, el impacto en las movilizaciones también fue evidente. Ya las organizaciones sindicales no salían a protestar porque tenían el temor de que en las marchas fueran identificados y amenazados u asesinados por ello.

El sindicalismo también ha sido parte de las transformaciones de la sociedad, en ese sentido, la violencia antisindical ejercida contra las organizaciones impidió el desarrollo de los procesos sociales liderados por los sindicatos y así privó a las comunidades y a la sociedad de tener mejor participación.

Sobre la estigmatización, es claro que la violencia antisindical creo imaginarios colectivos que relacionaron al movimiento obrero con la insurgencia y la desestabilización económica de las empresas. Un efecto grave de esa estigmatización es que muchas veces se justifica la violencia contra los y las sindicalistas.

En lo que tiene que ver con el plano familiar e individual, el impacto de la violencia antisindical truncó proyectos personales de muchos líderes y lideresas sindicales que se vieron obligados a salir de sus territorios y a llegar a otros lugares que no conocían. Eso les causó problemas económicos que a la postre también fueron psicológicos. Por otro lado, las familias de los asesinados veían lo irreparable de la muerte de los líderes sindicales.

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Formas de afrontamiento

Sobre la manera cómo el sindicalismo ha enfrentado la violencia antisindical, el informe da cuenta que, a pesar del repliegue de la actividad sindical, muchas organizaciones crearon nuevas subdirectivas cómo estrategia de resistencia. Y en ocasiones se implementó campañas de afiliación de los trabajadores y trabajadoras a las organizaciones.  

También se fortalecieron las redes solidarias con otras organizaciones sociales y políticas para defender los derechos. “En suma, la violencia padecida por la organización sindical, no solo acarreó un conjunto de medidas de repliegue comunitario, organizativo y personal. La violencia no solo enmudece y constriñe. También suscita nuevas acciones, roles y desafíos. Así, este tipo de fenómenos se articularon con otras estrategias de resistencia, es decir, nuevas acciones políticas que contribuyeron a enriquecer su rol sindical y a hacerle frente a las embestidas de los grupos armados.” Dice el informe.

Vacíos de verdad

Finalmente, el informe da cuenta de los enormes “silencios” alrededor de la violencia antisindical. Al respecto el documento dice: “Si bien dichas investigaciones y algunas sentencias de carácter judicial han procurado avanzar en el proceso de esclarecimiento, aún hay mucho por revelar en aspectos esenciales como los presuntos responsables, además de clarificar quiénes auspiciaron y se beneficiaron con dichas acciones, entre otros.”

“Estos enormes vacíos de “verdad” requieren ser explicados a través, en primer lugar, de los testimonios de las víctimas; en segundo lugar, por medio del ya mencionado proceso de desclasificación de archivos. En tercer lugar, y partiendo de las características de la línea metodológica propuesta por la Comisión de la Verdad, a través de los testimonios de los victimarios durante los encuentros públicos y privados; y, a partir de ahí, indagar por su participación directa e indirecta en hechos de violencia perpetrados contra el movimiento sindical. Lo anterior contribuiría, a su vez, a la clarificación de los móviles y beneficiarios de dichas acciones.”

El informe también da cuenta de los vacíos de verdad que hay entorno a los perpetradores de la violencia antisindical. De muchos actos no se tiene registro sobre quienes los hicieron. También habla de la verdad que tienen los sindicalistas desplazados y exiliados, de algunos de los cuales es poca la información que se tiene.

De la misma manera el informe se refiere a la falta de verdad sobre quienes fueron los beneficiarios económicos y políticos de la violencia antisindical. Habla también el documento sobre la violencia antisindical basada en género y asegura que hay un subregistro de lo acontecido.

Aquí puedes conocer y descargar el informe completo

Diálogos por la verdad 

La Escuela Nacional Sindical está realizando una serie de conversatorios virtuales para hablar sobre el tema de la violencia antisindical. El primero de ellos se realizó este 6 de octubre y contó con la participación de Martha Rocío Alfonso de Fecode, Fernando Sánchez de Codhes, Eugenio Castaño y Viviana Colorado de la ENS, Leidy Sanjuan, investigadora social y fue moderado por Andrea Toro de la Comisión de la Verdad.

En este espacio se trató el tema del informe resumido en este artículo. Está disponible tanto en su página de Facebook como en su canal de YouTube.

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