El coronavirus y la crisis económica

Imagen de referencia Caracas, Venezuela Marzo 14, 2020. REUTERS/Carlos Jasso

Lo que nos ha demostrado esta pandemia del coronavirus es que vendrá una gran crisis económica que pondrá en jaque al sistema actual.

Por Jorge Coronel López *

El coronavirus ha llegado para profundizar una crisis económica que ya se gestaba. El sistema económico mundial mostraba síntomas de crisis y todavía no se había recuperado de la recesión de 2008. Pero, esta pandemia empujará al sistema económico neoliberal hacia el fondo, no sin antes haberlo desnudado y es aquí de donde debemos sacar lecciones.

Una de las premisas sustantivas del neoliberalismo es la competencia, el individualismo y la producción. Ellas delinean y estructuran, no solo los modos de producción, sino también la acción gubernamental.

Por ello es que con la pandemia encima, los gobernantes no sabían qué hacer, pues una recomendación lógica y bien fundamentada les decía que debían aislar a las personas, mientras que por el otro lado la racionalidad neoliberal les decía que debían seguir con la economía activa para evitar desempleo, recesiones y crisis económica, al mejor estilo laissez faire, laissez passer. Es lo que hace Trump.

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Aislar significa parar la producción, poner en aprietos a muchas empresas, las cuales podrían terminar cancelando contratos y generando desempleo. Incluso, algunas compañías podrían desaparecer. Esto es un ataque directo al corazón del neoliberalismo, como lo señaló Zizek recientemente.

Para no autoliquidarse, los gobernantes podrían elegir entonces, mantener la producción, así les signifique mayores contagios y muertes de personas. La diferencia entre una y otra es prácticamente el valor de la vida, o a la inversa, el valor de las mercancías.

El neoliberalismo somete los medios de producción a los mercados, sabiendo que implica serios riesgos. Polanyi (2014) lo expresó así: ‘la ficción de la mercancía entregó el destino del ser humano y de la naturaleza a la actuación de un autómata que funciona según sus propios ritmos y es gobernado por sus propias leyes’.

Esta crítica es un llamado de atención sobre la forma como hemos permitido que se entablen las relaciones de producción. También, puede ser la explicación sobre la manera como los mercados producen bienes indeseados, como lo afirma Stiglitz (2000) cuando advierte que “a menudo parece que los mercados producen una cantidad excesiva de unas cosas, como contaminación del aire y del agua, y demasiado poca de otras, como ayuda a las artes o a la investigación sobre la materia o sobre las causas del cáncer”.

Lo que nos ha demostrado esta pandemia es que el sistema solo funciona en la medida en que haya producción y consumo. Pero asistimos a un escenario diferente, pues ahora se frenó la producción, están en vilo los empleos y se reducirán los ingresos y el consumo.

¿Qué hacer? El neoliberalismo se ha quedado sin armas, porque las que le sirven no son suyas, son prestadas, porque nadie podría decir que dar subsidios, condonar deudas, ampliar bienes públicos sin mediar pagos, bajar intereses, etc., son medidas neoliberales.

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Lo más audaz que ha sugerido el neoliberalismo ha sido mantener los empleos, pagar salarios y aguantar en cuarentena.

Pero, ¿cómo pagar sin vender? Esa medida es insostenible, aun desconociendo la duración y profundidad de la crisis. Necesitamos entonces revisar y reformular las relaciones sociales y de producción y definir hacia dónde queremos dirigirnos como sociedad y como civilización, empezando por reconocer que, en efecto, sí se puede redistribuir el ingreso.

*Economista y profesor universitario. jcoronel2003@yahoo.es . Esta columna fue publicada originalmente en el diario Portafolio, la puedes leer aquí

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