Por Carlos Julio Díaz Lotero. Analista ENS
La participación política hace referencia a la acción ciudadana orientada a influir en el tipo de gobierno y poder legislativo que debe regir una sociedad, y detrás de ésta, las ideas, propuestas y programas que deben atender la superación de los problemas y dificultades que golpean a un país, que en el caso de Colombia son el desempleo, la pobreza, la desigualdad, la violencia, la inseguridad, la contaminación ambiental, los traumas en la movilidad, las barreras de acceso a vivienda, educación y seguridad social, entre otros.
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La apatía, la indiferencia y hasta la repulsa que causa la política en sectores mayoritarios de la sociedad, obedece a que la política la asociamos con corrupción y beneficios de unos pocos privilegiados. Lo que ha sido posible precisamente por nuestra pobre “cultura política”, que no es otra cosa que el conjunto de conocimientos, valoraciones y actitudes que asumimos frente a todos los aspectos de la vida política y el sistema que tenemos.
La participación ciudadana es el corazón de la democracia, es implicarse en los asuntos públicos, es el poder que tenemos para darle un norte a nuestro país, es un acto de amor hacia los demás; es preocuparse por el futuro, es la más importante de las “culturas” de una sociedad.
Dice un refrán popular que “los pueblos tienen el gobierno que se merecen”, lo que aplica a lo que ha sido nuestra tradición de relacionamiento con lo político y lo público, es decir, lo que es de todos. No votamos, vendemos nuestro voto al mejor postor, o no sabemos votar por la mejor opción programática.
Colombia atraviesa por una coyuntura político electoral de gran interés. La población está cansada con los políticos surgidos de las elites tradicionales, quienes siempre nos han gobernado y han fracasado en la construcción de un proyecto de nación; nos han sumido en un mar de guerras y violencias que han cobrado muchas víctimas, y que se complementan con las víctimas creadas por la ineficacia del sistema de seguridad social, el desempleo, el hambre y la desnutrición infantil.
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La participación política en este momento se orienta a la elección de un Congreso que esté a la altura de los problemas más preocupantes para el conjunto de la sociedad, cuales son: consolidar la construcción de la paz, reorientar el modelo de desarrollo neoliberal y, para el caso de los trabajadores y el sindicalismo, establecer una política pública de trabajo decente que garantice empleo, ingresos que permitan acceder a una canasta mínima vital, seguridad social, estabilidad, derechos y diálogo social.
La política es entonces un acto de solidaridad, es pensar en el otro, en el desempleado, en el joven que no tiene oportunidades para construir un proyecto de vida; es pensar más allá de uno mismo y de los propios intereses y buscar lo mejor para todos con vocación de servicio. Los malos ejemplos que a diario nos dan los corruptos no deben arredrarnos ni diluir nuestros sueños.
Dijo Bertolt Brecht: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla ni participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la carne, del pescado, de la harina, del alquiler, del calzado y de los medicamentos, dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se jacta diciendo que odia la política. El imbécil no sabe que de su ignorancia política nacen la prostituta, el menor abandonado, el asaltante, y el peor de los delincuentes, que es el político estafador, corrupto y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.
Debemos superar este analfabetismo político que denuncia Bertolt Brecht, para que después no nos quejemos de la corrupción, del desempleo y de las barreras de acceso a una atención médica. La no participación de la población en política es la que propicia la proliferación de todos estos males, y el peor de todos: el político corrupto.
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Del seno del movimiento sindical han surgido importantes candidaturas para Senado y Cámara, que vienen planteando propuestas para moverlas en este máximo escenario de la democracia colombiana que apuntan a resolver gran parte de los problemas señalados. La ENS ha venido presentándolas para que nos motivemos a participar.
No olvidemos que el voto es programático y que con nuestra participación seguirán con vida nuestros ideales de una sociedad en libertad, igualdad y con trabajos decentes.