Género y trabajo rural, temas principales de la Revista Cultura & Trabajo en su número 96

Imagen de referencia. Juan Pablo Marín García, Cosecha de mujeres.

“Género y trabajo agrícola, agroindustrial y economías campesinas y rurales” es el título del Dossier que acompaña la Revista de la Escuela Nacional Sindical Cultura & Trabajo. Esta edición, que es la número 96 comenzó a circular esta semana en versión digital y próximamente estará en papel. El objetivo de es promover el interés investigativo sobre las mujeres rurales.

La revista contiene 12 artículos sobre género, trabajo agrícola, agroindustrial, economía del cuidado y economía rural. Son escritos juiciosos que analizan el papel de las mujeres en la construcción de país y su aporte a la sociedad.

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La presentación del dossier que acompaña la revista

Para presentar el tema principal de la revista, Rocío Pineda, presidenta del Consejo Directivo de la Escuela Nacional Sindical escribió un artículo en el cual habla sobre el tema central. A continuación, transcribimos algunos apartes del texto en los que hace un resumen de lo que los lectores encontrarán en el dossier:

«Mujeres rurales: acceso a la tierra y paz», de Patricia Buriticá C., el texto que encabeza este dossier, presenta información importante acerca de la constitución de las mujeres rurales como sujetos políticos y el reconocimiento legal logrado a lo largo del siglo xx, herramientas que hoy sirven al acuerdo de paz para avanzar en el acceso a la propiedad de la tierra, insumos, servicios técnicos, crédito y capacitación. Hace un entrelazamiento entre los derechos, las normas, la realidad de vida de las mujeres rurales y las acciones afirmativas, todo ello contemplado en el Punto 1º del Acuerdo de Paz: Reforma Rural Integral. El artículo suscita preocupaciones sobre la magnitud de la deuda histórica del Estado colombiano con las mujeres rurales, las más olvidadas entre los olvidados del país y deja abiertas las puertas para profundizar sobre la oportunidad que significa el acuerdo de paz para esta población.

El trabajo realizado por Giancarlos Delgado y Mauricio Pérez devela las condiciones de vida y trabajo de las trabajadoras vinculadas a la agroindustria de la palma de aceite en el Magdalena Medio, a la vez que muestra su relación con la organización sindical, su participación y el rol que ocupan en la jerarquía sindical. El enfoque de género incorporado en esta investigación es la clave para evidenciar dos caras de la misma moneda en la negociación colectiva con respecto a la participación de las trabajadoras en la organización sindical y el desconocimiento de los intereses prácticos y estratégicos de las trabajadoras, hecho común en el sindicalismo colombiano y suramericano.

La amplia brecha de desigualdad en el acceso a la propiedad de la tierra como la causa primaria del conflicto armado interno en el contexto de un modelo desarrollo de acumulación capitalista, es el tema del artículo de Diana Cristina Arango, en el que también destaca cómo el acuerdo busca pagar la deuda en aquellos territorios más impactados por la violencia armada al proponer la entrega de tierra al campesinado que no la tiene, bajo dos modalidades: la formalización de siete millones de hectáreas y la conformación de un banco de tres millones para entregar a esta misma población. Incorpora, de manera breve, el enfoque de género que contempla dicho acuerdo e insiste en el papel del campesinado colombiano como sujeto político para lograr las transformaciones sociales y económicas que requiere el campo.

Los Circuitos Cortos de Comercialización (CCC), llamados también «de proximidad», entre productores y consumidores, son estimulados por el Estado como estrategia para disminuir la brecha entre lo urbano y lo rural. Sara Camila Moreno refiere la experiencia de un grupo de familias campesinas de la vereda El Cedral, del municipio de Ituango (Antioquia), donde destaca el análisis de género sobre los roles tradicionales reproductivo-mujeres y productivo-hombres, revisitados cotidianamente como «normas sociales que son construidas mediante doctrinas educativas, religiosas, de aprendizajes familiares, normas formales e informales y preconceptos configurados desde diferentes acciones políticas». De ahí que predomine la invisibilidad de las mujeres en otras actividades como agentes económicos, culturales y sociales.

En esta experiencia, la participación de las mujeres en las actividades del proceso productivo y de comercialización del café constituye un trabajo que le agrega calidad al producto, le aporta innovación y enriquece la relación entre consumidor y productor, al estrechar los lazos de solidaridad entre las mujeres de la comunidad a partir de «economías no monetarias» entre ellas.

Gina M. Cortés interrelaciona la pandemia de la Covid19, el cambio climático y la desigualdad de género, y pone de relieve la crisis de la civilización humana, expresada, entre otros aspectos, por las desigualdades económicas, sociales y sanitarias, en especial las desigualdades de género: sobrecargas de trabajo de cuidado de las mujeres, tanto en el mercado de trabajo como en el cuidado no remunerado; disminución de los ingresos y pérdida de empleo (mayoritariamente femenino). Sostiene que las consecuencias son doblemente gravosas para las mujeres rurales, quienes, además de la sobrecarga en el trabajo de cuidado no remunerado, están abocadas a «labrar la tierra, plantar semillas, conseguir leña para la cocina, la búsqueda de agua», lo que se traduce en menor tiempo para generar ingresos y el reforzamiento de los estereotipos de género. La autora menciona un estudio del Dane (2020), en el que el 78,7 % de las personas rurales están de acuerdo en que «las mujeres son mejores para el trabajo doméstico que los hombres», con el agravante de que, en Colombia, durante la cuarentena, perdieron el empleo 375 000 trabajadoras domésticas.

Dice también Gina M. que el impacto del cambio climático tampoco es neutral al género, y señala que las emergencias climáticas producen en las mujeres una sobrecarga de trabajo no remunerado.

Finalmente, sostiene que el empoderamiento de las mujeres es clave para erradicar las brechas de género, disminuir el impacto del cambio climático y la «gestión sostenible de la tierra».

Desde la perspectiva de la economía feminista, Gabriela Catalán presenta una experiencia de «comunitarización del cuidado», desarrollada por la Asociación Campesina de Kurikancha, Ibambura (Ecuador), a fin de sortear la crisis desatada por la pandemia de la Covid19.  En vista de que la cuarentena incrementó el trabajo en las «huertas, las chacras y las fincas», a raíz de la escasez de alimentos y las dificultades en su distribución por falta de transporte, el trabajo de cuidado no remunerado realizado en el espacio doméstico también aumentó, al «volcarse la vida productiva al mundo de lo privado».

De ahí la iniciativa de colectivizarlo, tal como se hace ante la ausencia de políticas de cuidado a cargo del Estado, llevando a cabo pactos ajenos a las políticas de «privatización social y espacial». La autora describe y analiza la forma como las campesinas articulan la producción agroecológica y las iniciativas colectivas de cuidado, las cuales trascienden el cuidado no remunerado familiar a cargo de las campesinas.

Por último, el artículo de Macarena Mercado Mott hace un interesante análisis entre las asalariadas rurales, el sindicalismo rural y la desigualdad de género, a partir de la trayectoria de una trabajadora rural, líder sindical vinculada a la agroindustria de la hierba del mate y al Sindicato Único de Obreros Rurales. Allí hace una crítica al descuido de estudios sobre la situación de las trabajadoras rurales asalariadas y el sindicalismo rural femenino.

Destaca la relación entre la líder sindical y los trabajadores asalariados rurales: una capacitación que desarrolla «del interior al centro» como crítica a la actuación del sindicalismo rural «del centro al interior» y describe una innovación clave en su liderazgo sindical: la «gestión de un espacio de cuidado comunitario» por parte del sindicato.

Los artículos compilados en este número muestran la importancia de avanzar en la comprensión del trabajo de las mujeres rurales y la necesidad de multiplicar las experiencias investigativas en este campo; ampliar los estudios sobre las trabajadoras rurales asalariadas, las campesinas, las artesanas, las pescadoras, las trabajadoras forestales y otras formas de trabajo femenino en el sector rural.

Los artículos que hoy ponemos a disposición pública en la edición N.º 96 de Cultura & Trabajo constituyen una aproximación a la diversidad del trabajo de las mujeres rurales y las múltiples aristas que deberían ser investigadas para hacer visible el aporte de las mujeres rurales al desarrollo del país de promover políticas públicas que reconozcan y garanticen a esta población la igualdad de derechos y oportunidades para su desarrollo y agenciamiento económico, social y político.

Aquí puede leer y descargar la edición N° 96 de la Revista

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