Opinan dirigentes sindicales, académicos y representantes políticos
La noticia de esta semana fue la iniciación del diálogo público con el Ejército de Liberación Nacional, anunciado por el Gobierno Nacional; anuncio que fue recibido positivamente por el movimiento sindical, que desde cuando se iniciaron los diálogos con las FARC en La Habana ha clamado para que también haya negociaciones con el ELN, pues sin este grupo guerrillero sentado en la mesa, el proceso de paz queda “cojo”.
La Agencia de Información Laboral consultó a varios dirigentes sindicales, académicos y representantes políticos con el fin de conocer sus opiniones sobre el particular. Ellos son Luis A. Pedraza, presidente de la CUT; Antonio Madariaga de la Corporación Viva la Ciudadanía; Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT; Ángela Mª Robledo, representante a la Cámara por la Alianza Verde; Miguel Morantes, presidente de la CTC; Edwin Palma, vicepresidente de la USO; Juan Carlos Celis, profesor de la Universidad Nacional y Ph.D en sociología del trabajo; Norberto Ríos, presidente del Comité Directivo de la ENS. Además, los comunicados oficiales de la CUT y de la USO.
Luis Alejandro Pedraza. Presidente de la CUT:
Es de vital importancia para el país que las dos guerrillas: FARC y ELN, estén en el proceso, que hay que seguir apoyando hasta que se logre un acuerdo de paz que facilite la reestructuración social y política del Estado en la búsqueda de la equidad social. El Gobierno y sectores de la extrema derecha ya no tendrán excusa para destinar los recursos a la guerra. El gobierno no tendrá opción diferente que la de asumir las reformas que se requieren en los sistemas de justicia, educación y en el ámbito laboral; reformas que de verdad saquen al país de la posición en que hoy se encuentra: el primero en desigualdad social en América Latina.
Un acuerdo impactaría positivamente al movimiento sindical, por cuanto ya no existirá pretexto alguno para seguir estigmatizando y sindicando a la dirigencia social y sindical en asuntos en los cuales no está comprometida. Gran parte de los sindicalistas asesinados lo ha sido por esas sindicaciones.
Siempre las negociaciones, hasta tanto no se firme el acuerdo final, están en riesgo. Existirán quienes quieran boicotearlas porque viven de la muerte y de la guerra, por eso es necesario que el pueblo colombiano contribuya con su respaldo a evitar que agentes externos pongan en riesgo los diálogos. La fuerza pública tiene la misión de solucionar el tema de las bandas criminales y paramilitarismo que todavía existe en el país.
Antonio Madariaga. Pte. Viva la Ciudadanía:
El inicio de la fase pública de las conversaciones con el ELN nos acerca a la esperanza de una paz completa. Con riesgos obviamente. Uno tiene que ver con la incapacidad del Estado colombiano para dar garantías de seguridad a los defensores de derechos humanos y a los líderes sociales, situación que ha arreciado en los últimos tiempos; riesgo referido a los herederos del paramilitarismo y a las distintas fuentes de violencia de élites locales, terratenientes, narcotraficantes, etc. La Marcha Patriótica habla de 73 personas asesinadas desde que empezó la negociación con las FARC.
Un segundo riesgo se desprende de no lograr suficiente aceptación de la ciudadanía para acompañar este proceso de paz. Hay un tema particularmente importante para el ELN, y es la forma cómo se establece la relación entre la participación ciudadana y los desarrollos de la mesa de negociación. Mi impresión es que allí todavía hay muchas zonas grises, no se ve claro el cómo y el qué. En ese punto las expectativas del ELN son muy altas y las del Gobierno son mucho menores, lo que marca una clara diferencia con la negociación con las FARC, que desde el principio no planteó la participación ciudadana.
En cuanto al impacto sobre el movimiento sindical, el proceso con el ELN permitirá establecer una diferenciación clara de las acciones de un grupo armado ilegal y las acciones legales y legitimas de las organizaciones sociales. Algunos sectores del sindicalismo tendrán que considerar que su papel no podrá ser el de tramitar la agenda del ELN, sino la agenda de los trabajadores que ellos representan.
También el sindicalismo tendrá que reflexionar sobre cuál será su aporte a una comisión de la verdad. Y tendrá que separar su acción propia de la acción de los partidos y movimientos políticos. Lo que no quiere decir que no haya relación entre lo gremial y lo político. Nadie puede plantearse un sindicalismo neutral, sin posturas políticas, pero tampoco que las agendas de carácter sindical sean dictadas por los grupos políticos a los que pertenecen los dirigentes sindicales.
Julio Roberto Gómez, Presidente CGT:
La Confederación General del Trabajo, CGT, expresa respaldo a los diálogos de paz con el ELN y exige al gobierno negociar también el pliego de peticiones que las centrales obreras presentaron con ocasión del paro nacional del pasado 17 de marzo. ¿Es necesario alzarse en armas para que el Gobierno atienda las peticiones de los trabajadores con la misma prontitud con la que se convocaron los diálogos con las FERC y ahora con el ELN?
El Diálogo Social con las organizaciones legítimamente constituidas para resolver los problemas sociales y laborales de los trabajadores colombianos, debería ser un imperativo para el Gobierno como un camino válido para lograr la construcción de un país sin violencia. La paz no es solamente el silencio de los fusiles.
La CGT hace un llamado al ELN para que pacte un cese al fuego unilateral de manera inmediata, la devolución de todos los secuestrados que se encuentran en su poder, el cese de todos los actos terroristas contra la infraestructura económica del país y el compromiso de no volver a secuestrar. Debe llevar igualmente a la destrucción de los cultivos ilícitos y el cese de todas las actividades ligadas al narcotráfico.
Pero las negociaciones no se pueden prolongar en el tiempo, para que los colombianos no se vuelvan a sumir en la incertidumbre que han generado las conversaciones que se adelantan en La Habana.
Edwin Palma Egea. Vicepresidente de la USO:
La USO lo celebra como una buena noticia para el país. Es necesario articular la negociación con el ELN y el avanzado proceso con las FARC, para que el conflicto armado tenga un final por la vía negociada, ya que la vía armada no da ninguna salida. La paz con estos grupos servirá para que el pos-acuerdo sea un escenario político que permita a fuerzas alternativas y democráticas hacer política en favor de las clases menos favorecidas; permita un crecimiento del movimiento sindical y mejores condiciones para los trabajadores, sin que nos liguen a la insurgencia. Esperamos que la sociedad civil se vincule en forma activa en este nuevo escenario, con grandes movilizaciones.
Para la USO es particularmente significativa la negociación con el ELN, porque esta guerrilla siempre ha reivindicado posturas de carácter nacionalista, como la nacionalización de los recursos minero energéticos, la redistribución de la riqueza nacional, posturas que coinciden desde lo programático e ideológico con las de la USO, sin que compartamos una militancia armada.
Ángela María Robledo
Representante a la Cámara. Alianza Verde:
Lo celebramos. Hacia muchos meses estábamos esperando el inicio de estos diálogos con el ELN. Reconocemos el valor de la agenda acordada y la disposición de las partes a retomar la travesía por una paz completa. Lo veníamos diciendo de tiempo atrás muchas organizaciones sociales, de la iglesia, congresistas, que un proceso de paz sin el ELN era incompleto. Por eso desde el Congreso de la República miraremos cómo apoyar y acompañar esta segunda negociación en Colombia.
En la agenda acordada hay un punto, el primero, que es la participación de la sociedad en la construcción de la paz. Es el punto más complejo política y metodológicamente, y va a marcar una diferencia con la mesa de La Habana con las FARC, en la que por cuidarse tanto de la participación social terminaron aislándola. Otro punto que llama la atención del documento es el que se refiere a la pedagogía para la paz, que es una solicitud que muchos de nosotros le hicimos a la mesa de La Habana. Hay que incorporara a los colombianos y colombianas, no es solo un asunto del Gobierno Santos y la guerrilla, nos interesa a todos.
Miguel Morantes A.
Presidente de la CTC:
Lo recibimos con beneplácito. Desde que arrancaron las negociaciones con las FARC insistimos en que se hicieran también con el ELN. Nos se había podido hasta ahora, pero ya se iniciaron las conversaciones, que nos parecen sumamente importantes y positivas, pues sin arreglo con el ELN la paz queda incompleta. Ojalá concluya con un acuerdo general y que el país se enrumbe por la senda de la paz.
Seguramente habrá dificultades, como las ha habido con las FARC. Lo importante es que haya voluntad para resolver esos problemas, tanto por parte del Gobierno como del ELN. Todos lo debemos apoyar.
Norberto Ríos Navarro
Presidente Comité Directivo de la ENS:
El ELN ha tendido dos tipos de militancia: una militar y armada, o que le brinda apoyo a esta desde la clandestinidad; y una militancia no vinculada a la estructura militar pero que comparte sus ideales y propuestas políticas y programáticas, concretamente movimientos populares y comunitarios en las ciudades grandes e intermedias; entre organizaciones que tienen una posición de defensa de los recursos naturales, que sin ser parte de la estructura militar apoyan la defensa que hace el ELN de estos recursos; entre el movimiento social cristiano de base y algo en el movimiento estudiantil, y entre la militancia del movimiento sindical.
En ese sentido, un acuerdo con el ELN debe tener un impacto importante, en la medida en que desde mediados de los años 60 una parte significativa de la dirigencia sindical se ha movido en su espectro ideológico. El hecho de que tras un acuerdo de paz se vincule a la actividad política, va a fortalecer la acción política del sindicalismo en la civilidad.
Juan Carlos Celis. Universidad Nacional.
Ph.D en Sociología del Trabajo.
El proceso con el ELN complementa el que se adelanta con las FARC, proceso en el que se ve insuficiente la participación de la sociedad civil. Hasta el momento, tal como va la agenda de La Habana, pareciera que sus beneficiaros serán los mismos que desde antes se han lucrado de la guerra: los empresarios que se beneficiaron de la colonización paramilitar de los territorios, del debilitamiento de la guerrilla y el aplacamiento del movimiento social y sindical. El acuerdo con el ELN podría profundizar la tesis de la paz territorial con participación ciudadana, y la posibilidad de que otros sectores se beneficien de la paz.
Con un posible acuerdo con el ELN y las FARC no va a haber pretexto para estigmatizar a los sindicalistas como auxiliadores o simpatizantes de la guerrilla, como ha ocurrido en las últimas 4 décadas. El sindicalismo podrá empezar a superar la mala imagen que le han creado los gobiernos y medios de comunicación, y podrá exigir una reparación colectiva dado el daño que el conflicto armado le ha causado.
Aquellos que dentro del sindicalismos tengan simpatías por las ideas que enarbolan estos grupos, ya acordada la paz van a tener más posibilidad de participar en la política legal, niveles de comunicación más amplios con los trabajadores y comunidades en los territorios donde están asentados.
El sindicalismo de tinte cristiano surge en la década de los años 30 del siglo pasado. Después muchos sindicalistas, en buena parte influidos y cautivados con la figura del padre Camilo Torres, respaldaron las tesis de la teología de la liberación y se radicalizaron hacia la izquierda, no necesariamente en el ELN. Etas tesis todavía tienen legitimidad en la población creyente y en organizaciones sociales, como lo vimos recientemente con la conmemoración de los 50 años de la muerte de Camilo Torres. Un acuerdo con el ELN es una oportunidad para que el sindicalismo cristiano de izquierda retome iniciativas de organización de los trabajadores y la defensa de sus derechos, inspirados en la doctrina social de la iglesia y las nuevas tesis que está construyendo el Papa Francisco desde el Vaticano.
Comunicado de la CUT
Bogotá, 30 de marzo de 2016
La CUT en sus Congresos como máxima instancia de discusión y decisión política ha trabajado el tema de paz como un aporte de los trabajadores en la construcción de la misma. Hemos respaldado los diálogos de La Habana, estamos prestos a refrendar lo acordado por el mecanismo que las partes acuerden. También le hemos exigido al gobierno nacional la instalación de una mesa que busque la solución política con el Ejército de Liberación Nacional, ELN.
Hoy recibimos con beneplácito el anuncio de la Instalación de la mesa de la Fase Publica de las negociaciones ELN-Gobierno. Estaremos prestos a respaldar y participar con nuestras propuestas en los escenarios a que haya lugar. Esperamos que para que la paz sea posible, se instale un espacio de dialogo con el Ejército Popular de Liberación, EPL.
Insistimos en que el conflicto social debe discutirse con el movimiento social del cual los trabajadores hacemos parte; hemos construido una agenda laboral para un país en paz, la misma no ha sido tenido en cuenta por el Gobierno Santos, así que es fundamental un espacio de negociación Gobierno-Movimiento Social.
Seguiremos en nuestro compromiso de paz, soberanía, democracia y derecho.
Comunicado de la USO
Comisión Nacional de Derechos Humanos y Paz.
Bogotá, marzo 31 de 2016.
La Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo –USO-, al mismo tiempo que saluda la instalación de la fase pública de diálogos entre el gobierno y el ELN, resalta que éste había sido un clamor que se había manifestado en diversos escenarios nacionales e internacionales.
La II Asamblea Nacional por la Paz, realizada en noviembre pasado, dejó expreso en su declaración final: “Colombia se ha llenado de esperanza con este proceso, que sin duda beneficiará a todo el pueblo colombiano. El proceso de La Habana entre el gobierno y las FARC cumple ya tres años y a pesar de las dificultades ha permitido importantes acuerdos. Esperamos que la etapa de exploración entre el ELN y el gobierno culmine para dar paso a la fase pública de negociación. Igualmente, que el gobierno vincule al EPL a las conversaciones; la paz debe tener un carácter integral. Un pacto de paz sin transformaciones políticas que democraticen la sociedad y sin cambios en el modelo socio-económico del país, hará inviable el tránsito hacia el bienestar y la convivencia que Colombia requiere”.
Colombia requiere una nueva política petrolera y energética (NPPE) en un escenario de una Colombia del siglo XXI, que incluya una política ambiental, un programa de defensa de los recursos y respectivas empresas estatales y una política sobre las regalías y la misma renta. Por eso la propuesta de una Mesa Nacional Minero Energética en el contexto de un escenario amplio de paz.
Esta positiva noticia se da en momentos que el movimiento popular enfrenta una violenta arremetida de la extrema derecha empotrada dentro y fuera del gobierno, manifestada en un creciente recorte de derechos a los trabajadores y la población en desarrollo del modelo neoliberal, una legislatura en ataque permanente contra los intereses de la sociedad, hostigamientos, amenazas, detenciones arbitrarias, asesinatos selectivos contra líderes sociales y dirigentes de la oposición. Al mismo tiempo que el discurso oficial habla de paz y unas supuestas garantías, pone en marcha el estatuto de seguridad ciudadana para judicializar los reclamos y la movilización social.
Es evidente que está en curso un plan de guerra oficial contra los trabajadores y la población para generar un ambiente hostil y de terror de cara a los post-acuerdos. Por un lado, el gobierno de Santos se muestra laxo ante el paramilitarismo y por el otro la extrema derecha uribista lo exacerba generando una nueva matanza de luchadores por la paz, con lo cual buscan sabotear el proceso de diálogos y crear nuevas trabas a los acuerdos.
La USO continuara generando escenarios de paz para la más amplia participación de la sociedad, llama a concretar una tregua bilateral entre gobierno e insurgencia; exige del gobierno dar la orden a brigadas y batallones militares, a políticos y empresarios a terminar sus acciones conjuntas con el paramilitarismo. Sin el desmantelamiento paramilitar no habrá paz.
La USO propone al país, para su discusión, un proyecto de ley orgánica de hidrocarburos, que además tenga en cuenta el propósito de las comunidades relacionadas con la calidad de vida que estos proyectos deben garantizar en las zonas de impacto de la industria, la preservación de los ecosistemas y que los recursos sirvan para establecer las bases de la construcción de la paz en Colombia.
Exigimos del gobierno y la fiscalía suspender hostilidades contra el movimiento popular y más bien abrir el camino a la democracia tan largamente anhelada por el pueblo. Una paz sin democracia y justicia social instalará una dictadura civil con careta republicana.