El cierre de las dos plantas productoras de neumáticos de la multinacional francesa Icollantas-Michelín en Colombia, hecho que se produjo el pasado 12 de junio, deja sin empleo a cerca de 1.100 trabajadores: 460 de ellos con contrato directo y el resto tercerizados mediante empresas temporales; 240 de los directos en la planta de Cali y 220 en la de Chusacá, al sur de Bogotá.
¿Qué va a pasar con ellos? Es la pregunta que hoy flota en el aire y palpita en las carpas que los trabajadores afiliados a las dos organizaciones sindicales de esta multinacional en Colombia: Sintraicollantas (de base) y Sintraincapla (de industria) instalaron en los alrededores de las plantas cerradas, como medida de rechazo y divulgación de su problemática. Y anunciaron que ahí seguirán hasta que se resuelva su situación, que por ahora ven muy oscura.
A esa pregunta la multinacional francesa ya le dio respuesta: está proponiendo acuerdos de retiro voluntario a los trabajadores que así lo quieran, que incluye pago de la indemnización de ley y una bonificación adicional según sea la antigüedad del trabajador, más un supuesto apoyo socio-económico para que consigan otro empleo, algo incierto en un país donde no sólo los puestos de trabajo industrial se están clausurando (el mismo cierre de Icollantas es una prueba palpable de ello) sino que a las personas mayores (gran parte de los trabajadores de esta empresa lo son) les es difícil conseguir empleo.
Adicionalmente la empresa ya radicó en el Ministerio del Trabajo Regional Valle la solicitud de cierre parcial de ambas plantas y el despido masivo de los trabajadores que no acepten arreglar su retiro. El ente oficial tiene 60 días para responder a esa solicitud.
Por su parte, la posición de los sindicatos es de rechazo a los tales retiros “voluntarios”, aceptados hasta ahora por los obreros no afiliados a los sindicatos, quienes firmaron sin análisis alguno y por temor. Los sindicatos exigen que el Ministro del Trabajo niegue el permiso de despido colectivo, con el argumento de que no es cierto eso de que la empresa esté dando pérdidas, que fue la razón aludida por Icollantas-Michelín para cerrar las plantas de Chusacá y Cali.
“Es muy raro, no sabemos cuál es el objetivo de esta decisión. Hace poco nos felicitaron porque la empresa estaba marchando bien y era rentable. La crisis y las pérdidas es el típico argumento para cerrar empresas, masacrar sindicatos y desaparecer convenciones colectivas”, dijo al respecto Julio César Perea, vicepresidente de Sintraincapla.
Con esta apreciación coincide la directiva de la CUT Valle, que en un comunicado calificó el hecho como un cierre liquidatorio y una masacre laboral, similar a lo que en los últimos años ocurrió en Krafd Foods, Tisot, Quintex, Titan, Vajillas Diamante, Fruco, Facomec, Bavaria, Sidelpa, Emsirva, entre otras empresas.
“La estrategia de la supuesta crisis se ha convertido en la práctica por excelencia, de las multinacionales para aniquilar a las organizaciones sindicales con sus conquistas laborales, y posteriormente reabrir las mismas fábricas, pero esta vez en zonas francas o especiales y con otro nombre, pagando menos impuestos, con personal tercerizado laboralmente, sin sindicato ni convención colectiva”, afirma en su comunicado la CUT Valle.
Asimismo denunció el “sellamiento hermético” de las puertas, ventanas y cualquier sitio posible de ingreso a la planta de Icollantas en Cali, con la intensión de no permitir la toma de la empresa por parte de las organizaciones sindicales.
Recordaron igualmente que la Convención Colectiva entres Sintraicollantas y Sintraincapla con Michelin Colombia S.A. no se ha modificado desde 2002, con lo cual el salario de los trabajadores ha venido perdiendo poder adquisitivo. También denunciaron persecución sindical y un llamado Plan de Beneficios que la empresa instituyó para desestimular la afiliación a los sindicatos.
Los efectos nocivos de los TLC
El anuncio del cierre de las dos plantas de Icollantas después de 71 años de operación en Colombia, no deja de ser un hecho tan sorpresivo como preocupante, pues se trata de la mayor productora de neumáticos del país. Sus ventas en 2012 ascendieron a $402.000 millones, mientras la segunda en el ranking: Goodyear Colombia, de origen estadounidense, ese mismo año tuvo ventas por $321.000 millones.
En un comunicado público la multinacional francesa anunció el cierre de sus plantas en Bogotá y Cali debido a los malos resultados financieros que arrojó en los últimos años, que adjudicó a la importación de llantas con precios más bajos, especialmente asiáticas, a la revaluación del peso, entre otros factores. Al tiempo que anunció que se dedicará únicamente a importar desde otras plantas en el exterior, para lo cual mantendrá una nómina a 60 empleados de fuerza de ventas.
En todo caso el cierre de Icollantas, según expertos, corrobora el proceso de desindustrialización en que está inmerso el país por efecto del libre comercio. La industria colombiana está en recesión tras completar en marzo dos trimestres de caída en su producción. Según el Dane, en el trimestre febrero-abril el sector industrial registró 250.000 empleos menos que un año atrás.
Y un fenómeno que es consecuencia del anterior, es que industrias manufactureras que hasta hace poco eran productoras, se están convirtiendo, como Michelín Colombia, en agentes distribuidores y comercializadores, aprovechando que ahora se puede importar sin los impuestos que no existían antes de los tratados de libre comercio. Y con ello el primer damnificado es el empleo nacional.