Muestra del arte militante estudiantil y obrero de los años 70 se expone en el MAM de Medellín

Obra de Nirma Zarate (ex decana de la Facultad de Artes de la UNAL). Réplica del mural ubicado en la ENS.

Una singular exposición artística, que nos remite 40 años atrás en la historia de las luchas populares, estudiantiles y sindicales en Colombia, se exhibe por estos días en el Museo de Arte Moderno de Medellín.

Se trata de la exposición “Rojo y más Rojo”, que recoge una muestra representativa de las obras que en los años 70 y 80 realizaron artistas de los colectivos Taller 4 Rojo y Causa Roja, quienes oficiaron un arte comprometido con las causas sociales y en sus obras denunciaron la desigualdad, la pobreza, la violencia contra líderes populares, la violación de los derechos humanos, las multinacionales y el intervencionismo extranjero, la guerra de Vietnam; un arte que alentaba la movilización y las luchas de las organizaciones obreras, estudiantiles y campesinas, que en aquella época estremecieron al país. Además participaron en la edición de revistas como Alternativa y Unidad Indígena, entre otras. Un arte militante de izquierda, por llamarlo de alguna manera, al servicio de la revolución.

Son grabados, carteles, ilustraciones, propaganda gráfica, publicaciones y documentos que dan cuenta de la prolífica creación y producción de los artistas del Taller 4 Rojo, y de Causa Roja, otro colectivo que surgió después.

Fueron artistas que se plantearon la necesidad de impulsar un trabajo que trascendiera los escenarios tradicionales de las artes plásticas, como una forma de apoyar las luchas y reivindicaciones de las organizaciones sociales, buscando así incidir en la transformación política de un país inmerso en la pobreza y con democracia restringida.

Fue toda una escuela de artes gráficas, en la que se formaron estética y políticamente muchos artistas. Entre los más representativos podemos mencionar a Nirma Zárate, Diego Arango Ruiz, Umberto Giangrandi, Carlos Granada, Jorge Mora Espinosa, Fabio Rodríguez Amaya, Clemencia Lucena, entre otros.

“Nosotros pensábamos que el pueblo merece lo mejor, y por eso había que rescatar su dignidad a través del arte”, dice Jorge Mora, cofundador del Taller 4 Rojo, quien también nos recuerda que de este colectivo no sólo hicieron parte artistas plásticos, también músicos, pedagogos, teatreros, sociólogos, etc., quienes dictaban conferencias por todo el país y escribían con alguna frecuencia en la revista Alternativa.

                              

Y al aliento ese compromiso estético y político, fueron artistas que exploraron nuevas técnicas y formas de expresión. Particularmente incursionaron a fondo en una técnica que en aquel tiempo era novedosa: la fotoserigrafía, que fue la herramienta con la cual el colectivo aplicó su creación a partir de las imágenes de los medios impresos. Esa fue una de sus contribuciones al desarrollo del arte nacional.

 Diego Arango R.

“En esa época se utilizaba muy poco la serigrafía, y nosotros nos especializamos en esa técnica. El sentido de la serigrafía era la difusión masiva de las obras, a bajo costo, porque lograr eso con los grabados tradicionales era imposible. Era de todas maneras un trabajo tenaz, porque no había papeles de gran formato y nos tocaba hacer uniones”, recuerda por su parre Diego Arango Ruíz.

De los artistas de los colectivos Taller 4 Rojo y Causa Roja sí se puede decir que trabajaron por amor al arte y en coherencia con su compromiso político, porque no pocas veces les tocó pagar de su bolsillo los materiales y el tiempo que dedicaron a la producción de sus obras.

lgunas estampas y fotoserigrafías que realizaron se exhibieron en un Salón Nacional de Arte, pero sólo en uno porque en adel

 Jorge Mora.          

ante renunciaron a participar en los espacios artísticos convencionales y se volcaron a la exposición sobre muros, espacios públicos, vallas y carteles, que en algunos casos tuvieron el acompañamiento directo de las organizaciones sindicales,  indígenas y campesinas. En ese sentido fue mucho el aporte al desarrollo de la comunicación y la propaganda en el movimiento sindical, especialmente en torno al trabajo que hacía el Instituto Nacional Sindical.

 

“Cortamos todo vínculo con los sectores del arte tradicional, por el momento que estaba viviendo el país. Nos empeñamos en romper el esquema del caballete o de la obra única. Ese era un fundamento del grupo, por eso las obras las multiplicábamos con la técnica de la serigrafía. Había personas y entidades que colaboraban en la financiación del proyecto, porque las obras nos se vendían, se regalaban”, agrega Diego Arango Ruiz.

Un aspecto muy importante, al decir de Jorge Mora, es que en el colectivo se respetó la  tendencia ideológica de cada uno de sus integrantes, pues si bien todos eran militantes de la izquierda política, entre ellos había gente de todas las tendencias que se movían en esa época, algo que, en su parecer, en la actualidad no existe.

Como también siente, observando en detalle las obras que realizaron en ese entonces, que la realidad colombiana no se ha transformado. Las denuncias, consignas y reclamos que plasmaron en sus obras en los años 70, son prácticamente las mismas de hoy en día. “Claramente se ve que no hemos cambiado, que estamoS peor que en esa época”, puntualiza.

 

 

 

 

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