Trabajo juvenil y ruralidad: un reto para el pos-acuerdo

Por Eugenio Castaño
Área de investigación ENS


Ahora que el país ha entrado en la recta final del fin del conflicto con las FARC, es esencial construir nuevos espacios de concertación e inclusión de un sector social históricamente relegado: los jóvenes del campo, sector que arrastra un cúmulo de problemas, sobre todo laborales, que requieren ser abordados y remediados como parte de un proyecto más vasto de reconstrucción del tejido rural en el escenario del pos-acuerdo.

El 20 de abril de 2016 se aprobó la ley que impulsa la generación de empleo para la población joven, en temas como el emprendimiento y la vinculación a las empresas sin el previo requisito de la libreta militar. La norma también considera aspectos como el desarrollo económico en zonas rurales mediante la promoción del empleo y el emprendimiento, el desarrollo de obras y el financiamiento de actividades agropecuarias.

Si bien esta ley representa un avance importante, también deja el interrogante de cómo revertirá la tendencia de exclusión social y laboral en el campo colombiano, que históricamente ha carecido de opciones laborales y arrastra un desempleo mucho mayor que el promedio nacional. Además, el poco empleo que ofrece no es suficientemente atractivo para los jóvenes. Y, por otra parte, las diferencias por sexo en la tasa de desempleo son más pronunciadas en el campo que en las ciudades, siendo las mujeres jóvenes más afectadas que los hombres jóvenes.

El último censo nacional agropecuario reveló que la población rural es hoy menos joven que la registrada en el censo del 2005, lo que nos habla de un lento proceso de envejecimiento de la población del campo, y pone al descubierto dinámicas migratorias hacia las ciudades por parte de la poblacional más joven. A lo que se suma un precario sistema educativo que obliga a las personas a emigrar a los centros urbanos en busca de estudio o empleo.

Tasa de desempleo juvenil. Cabecera y Resto Nacional 2013-2014-2015

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Afirma una lideresa comunitaria de la región de Urabá, ex integrante del sindicato Sintrainagro, que en las cabeceras municipales de esta zona de Antioquia es frecuente observar que los jóvenes no quieren permanecer y trabajar en la región; se resisten a reproducir el modo de vida de sus padres, históricamente sometidos a la precariedad laboral y a largas y extenuantes jornadas, despojados de la posibilidad de disfrutar de una pensión luego de décadas de trabajo en las empresas bananeras. Situación que se torna más compleja cuando se analiza el tráfico de drogas en esta zona, que brinda opciones de mejores ingresos y de manera más cómoda.

El Censo Nacional Agropecuario de 2005 constató que el número de viviendas rurales desocupadas aumentó de 11.5% a 13.5% en los últimos años, lo cual va de la mano con el hecho de que en los hogares hay menos jóvenes. El censo de 2005 informó que en el 64.2% de los hogares había jóvenes de 15 años, mientras que el reciente censo mostró que solo el 50% de los hogares los tenían.

También se verificó que en el 39.5% de los hogares encuestados había uno o más adultos mayores, mientras que hace diez años solo era el 30%. Es decir, cada vez hay menos jóvenes y más ancianos.

En cuanto a las opciones de estudio y escolaridad, cada vez son más los niños y jóvenes que se ven forzados a desescolarizarse para asumir roles laborales dentro de sus núcleos familiares, a lo que se suma la falta de incentivos para continuar con el ciclo escolar.

En las áreas rurales el 72.6% de los jóvenes entre 17 y 24 años no tiene acceso al sistema educativo. En tal sentido, el presidente de la Fundación de Hogares Juveniles Campesinos, Medardo Higuita, afirma que la falta de continuidad en los ciclos de bachillerato obedece a que el sistema educativo está diseñado para la obtención de empleos urbanos. De allí la necesidad de impulsar un sistema educativo rural capaz de articularse más eficazmente con las reales necesidades del campo colombiano. Frente a esto, algunos sectores políticos han propuesto fomentar asociaciones entre los productores pequeños, además de promover un sistema educativo de calidad capaz de articularse con las necesidades de un trabajo decente para jóvenes campesinos.

Por otra parte, la precarización y la pobreza traen consigo estigmas, señalamientos y suposiciones que van en detrimento de los jóvenes, sobre todo en aquellas regiones acosadas por la presencia de grupos armados irregulares. Es lo que sucede, por ejemplo, en algunas zonas del sur del país, donde, de acuerdo con lo afirmado por una lideresa sindical, la ausencia de oportunidades laborales empuja a muchos jóvenes a emigrar a los centros urbanos, lo que ha desencadenado prácticas de hostigamiento por parte de la fuerza pública hacia los jóvenes que se quedan en el territorio, ya que se considera que pueden ser potencialmente reclutados por los grupos armados irregulares.

Tomando en consideración las esperanzadoras posibilidades de un acuerdo de paz en Colombia, es entonces pertinente plantearse los siguientes interrogantes:

  • ¿Cómo mejorar las condiciones laborales de los jóvenes del campo para evitar que se vean obligados a ingresar a los grupos armados, en especial a los vinculados a la dinámica del narcotráfico?
  • ¿Cómo construir una política de empleo digno e inclusivo para los jóvenes integrantes de los grupos armados reincorporados a la vida civil?
  • ¿Cómo favorecer el desarrollo de proyectos personales y laborales dignos y decentes para la población rural joven en sus territorios de origen?
  • ¿Cómo estructurar una plataforma política de carácter integral en los territorios más apartados de las grandes capitales?

Para minimizar los impactos de la migración de los jóvenes campesinos hacia los centros urbanos en respuesta a la falta de oportunidades laborales y formativas en sus territorios, es esencial articular políticas de fomento de trabajo digno e inclusivo con una estrategia educativa que les garantice su desarrollo personal y laboral. Sólo así se le pondría cortapisa a la debandada que de años atrás vienen experimentando los jóvenes de agro colombiano.

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