Igor Kareld Díaz vuelve a la presidencia de Sintracarbón, que se prepara para negociar su convención

De los 18 años que Igor Kareld Díaz López lleva como miembro de Sintracarbón, 12 han sido como integrante de su junta directiva en diferentes periodos. Ya fue presidente una vez, y ahora está de vuelta. Recientemente fue elegido de nuevo para ser cabeza de este sindicato, uno de los más fuertes e incidentes del sector minero energético.

Y vuelve Igor Díaz en un momento particularmente complejo, tanto para el sindicato como para la empresa, por la situación de demanda y de precios en la industria del carbón a nivel mundial. Y porque es una industria en entredicho, debido a las presiones que generan el cambio climático y la necesidad de virar al uso de energías limpias.

En cifras, Sintracarbón es un sindicato de industria con 7.500 afiliados, 4 mil de ellos trabajadores directos de la empresa Cerrejón, donde el 80% de la planta de personal hace parte del sindicato. El resto son trabajadores de empresas que le prestan servicios al Cerrejón en diversas actividades colaterales a la producción misma del carbón (hay 12 mil tercerizados), y trabajadores de otras empresas carboníferas de la región de La Guajira y Cesar, principalmente en Prodeco, propiedad de la suiza, Glencore.

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Conversamos con Igor Díaz sobre su regreso a la presidencia del sindicato, sus apreciaciones sobre la situación del sindicato y la empresa, el tema de la tercerización y el desafío que el cambio climático le plantea a la industria del carbón, entre otros temas:

Qué circunstancias se dieron para que usted volviera a la presidencia de Sintracarbón.  ¿Cómo se asigna este cargo, qué acuerdos o tensiones políticas se dan en ese proceso?

Sintracarbón es un sindicato con madurez política, que le viene de su historia, de su proyección y su visión. La asignación de cargos directivos es algo político y coyuntural. La asamblea general, nuestra máxima instancia de decisiones, nombra los directivos, que tienen dos días para discutir la asignación de los cargos, que está relacionado con la votación que cada uno haya obtenido, todo de manera clara y transparente. Por estatutos la fiscalía la gana la segunda votación. Eso nos ha permitido un sistema democrático de decisiones, siempre con la idea de tener un sindicato sólido para defender a los trabajadores.

Es un sindicato de la entraña de la CUT. ¿Cómo son sus relaciones con la central?

Somos de los sindicatos más grandes de la CUT,  coherentes con sus principios y postulados, amén de algunas decisiones con las que a veces no se está de acuerdo, pero que hace parte del juego participativo. Al interior de Sintracarbón se mueven casi las mismas fuerzas políticas que se dan en la CUT, y existe la posibilidad de que cada dirigente piense como quiera. Eso sí, siempre nos ponemos de acuerdo para ver cómo orientamos mejor la defensa de los trabajadores.

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También tiene buenos aliados internacionales en el movimiento sindical. Es algo notable en Sintracarbón. ¿Cómo lo hacen?

Es un sindicato de un grupo económico estratégico en Colombia con alcance global. Es de propiedad de un consorcio de tres multinacionales: BHP Billiton, Glencore y Anglo American. Por eso las organizaciones sindicales de su órbita también tienen alcance mundial, para ver y revisar cómo se está manejando en cada país el tema de la extracción del carbón, los derechos laborales y cuál es la responsabilidad social empresarial de las compañías multinacionales que extraen carbón. Tenemos una confederación internacional, que es la que nos agrupa a todos: Industri-ALL, que tiene muchas agremiaciones afiliadas en el mundo. Entre ellas FNV (la federación de sindicatos más grande de Holanda), con la que tenemos proyectos estratégicos de promoción. También con la federación sindical de Finlandia, en un proyecto de fortalecimiento para enfrentar la tercerización laboral y el trabajo precario en el sector del carbón. En general hay una confianza en el trabajo sindical que hacemos en Sintracarbón.  

Sintracarbón empezó como sindicato de empresa y se transformó en organización de industria. ¿Cómo le ha ido con esa experiencia, especialmente con lo relativo a la tercerización?.

El Cerrejón en sus años iniciales fue una empresa mayoritariamente estatal (Carbocol), en asociación con la multinacional estadounidense, (Intercor), una filial de Exxonmobil, y en ese tiempo fuimos sindicato de empresa. A principios de este siglo el Estado colombiano vendió sus acciones en la empresa y unos años después, el consorcio de los dueños actuales adquirió todas las acciones de la empresa, y eso también trajo cambios en el sindicato. Se volvió de industria para poder representar a los trabajadores tercerizados por empresas contratistas del Cerrejón, y de otras empresas carboníferas de la región. Ese proceso de cambio lo asumimos con mucha responsabilidad, porque para nosotros es primordial mejorar los contratos y las condiciones de trabajo de las empresas contratistas del Cerrejón. Hemos logrado avances, estos trabajadores ahora tienen mejores convenciones colectivas.

El carbón y demás combustibles fósiles están llamados a desaparecer, más temprano que tarde, por lo del cambio climático y el viraje hacia la producción de energías limpias. ¿Esa realidad cómo se debate en Sintracarbón?

El tema de la transición energética es un  hecho, que ya estamos afrontando. El complejo carbonífero esta en concesión hasta el año 2039. Si no hay prórroga del contrato hay que preparar el cierre de la mina, y eso hay que empezar a hacerlo con veinte años de anticipación, la compañía ya está trabajando en eso. Pero también es cierto que La Guajira tiene un enorme potencial para la producción de energías limpias: el sol y los paneles solares, y el viento con la energía eólica. Existe la posibilidad de migrar hacia esas energías, y si eso se hace en La Guajira se garantizaría la permanencia de las fuentes de trabajo que dejará la minería del carbón. Esta discusión necesariamente también hay que darla con las comunidades. Pero yo diría que en general el país aún no está preparado para la transición energética.

¿El consorcio dueño del Cerrejón ha manifestado interés en ser protagonista de esa transición energética?

La empresa El Cerrejón viene pensando mejor en un cierre de mina, porque es una compañía eminentemente minera, carbonífera. Pero hay otras empresas que estarían interesadas en desarrollar el potencial de energías limpias de La Guajira. EPM de Medellín, por ejemplo, tiene ya una experiencia en ese sentido, opera unos generadores en el norte del departamento.

Si los planes de la empresa es el cierre de mina, ¿se puede esperar entonces que no insista en el proyecto de desviación del río Ranchería para ampliar el área de producción de carbón?

No. La amenaza de desviación del río continúa. La compañía todavía tiene 15 años más de producción en la región, y en ese tiempo, si las autoridades nacionales aprueban la desviación del río Ranchería, pues lo desvía. Hay un fallo de la Corte que ha parado ese proyecto y que tiene que ver con la consulta previa con las comunidades afectadas, que debe aplicarse sobre un territorio más amplio, hasta la desembocadura del río, ya que toda la zona se vería afectada.

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Cuál es la posición del sindicato frente a ese proyecto. ¿Lo apoya?

Nosotros apoyamos a las comunidades, porque los trabajadores y nuestras familias hacemos parte de la comunidad. Estamos en una situación en la que la demanda del carbón y su precio internacional tiene afectada la compañía, que ha decidido cerrar tajos de producción, lo que este año ha generado la salida de más de 80 trabajadores a término fijo, a los que no se les ha renovado el contrato. La situación laboral está complicada, y eso nos obliga a sopesar las circunstancias. Queremos seguir con nuestros empleos haciendo minería bien hecha, que respete el derecho de los trabajadores y las normas ambientales, que no perjudique a la comunidad.

¿Qué tanto está afectada la compañía en su producción, según su último balance?

La producción rebajó de 34 millones de toneladas, a 26 millones, rebaja que no solo paraliza equipos de carga, camiones y volquetas, también implica reducción del número de trabajadores. Estamos buscando la forma de que se afecten menos los trabajadores y sus familias.

Finalmente, cómo se está preparando Sintracarbón para la negociación colectiva que se viene. ¿Cómo está ese pulso?

Ahora en septiembre haremos la asamblea para definir quiénes estarán por Sintracarbón en la mesa de negociación, para en noviembre presentar oficialmente nuestro pliego de peticiones. Las condiciones de la compañía y de la demanda y precios del carbón no han sido los mejores, y eso nos pone el reto de sacar adelante esta negociación. El mensaje a la compañía es que tenemos toda la voluntad de llegar a acuerdos en los temas en los que tenemos contradicciones, tratando de lograr el mejor beneficio para ambas partes.

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