El Brasil de Bolsonaro, visto por un sociólogo brasilero

(Foto de referencia tomada de eluniversal.com)

Con un 55,13% de los votos, Jair Bolsonaro ganó las elecciones presidenciales en Brasil realizadas el pasado domingo 27 de octubre, frente al 44,87% de su competidor, el progresista Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores; elecciones en las que, aparte del presidente de la república,  también se nominaron los gobernadores, senadores y de diputados federales.

Tenemos pues, que a partir del próximo 1º de enero, un líder recalcitrante de la ultra derecha gobernará el país más grande y desarrollado de la región latinoamericana.

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(Foto cortesía)

Para entrever lo que ello significa, la Agencia de Información Laboral conversó con el sociólogo brasilero Vinicius Sartorato, magister en políticas de trabajo y globalización de la Universidad de Kassel, en  Alemania:

¿Qué nos deben indicar estos resultados electorales?

Jair Bolsonaro es un excapitán del ejército brasilero, diputado conservador desde hace más de 30 años. Su elección como presidente representa la culminación de una ola de extrema derecha que batió por diez puntos un proyecto de características socialdemócratas, como el Partido de los Trabajadores, y a la centro-derecha, representada por los partidos tradicionales de ese espectro político: el PMDB de Michael Temer y el PSDB de Aécio Neves, Geraldo Alckmin y Fernando Enrique Cardoso, que disminuyeron su votación a la mitad.

En cuanto a los resultados regionales, de diputados y gobernaciones, ¿cómo quedó el mapa político brasilero?

Ahí la elección fue más disputada. En los 26 estados federales, más el distrito federal de Brasilia, estuvieron en juego diez partidos diferentes, y ahí el más votado fue el Partido de los Trabajadores, que ganó 4 gobernadores. En el senado federal hay una mayoría de centro derecha y de derecha, pero la izquierda aún tiene una fuerza considerable. En la cámara de diputados sí arrasó la ola Bolsonaro. El nuevo Partido Social Liberal de Bolsonaro tuvo un crecimiento increíble en esta primera vez que se presenta a elecciones. Logró 51 diputados. Son unos 380 los diputados favorables o próximos a la política de derecha, no necesariamente favorable directamente a Bolsonaro. Le sigue la izquierda con unos 170 diputados, bajo el liderazgo del Partido de los Trabajadores, que es la primera bancada del parlamento. Y en la cámara baja tiene 58 diputados. O sea que para el Partido de los Trabajadores la elección no fue mala del todo, pero sí muestra la polarización de la sociedad.

¿Cómo explicar el triunfo presidencial de Bolsonaro?

Creo que se deba a un sentimiento de descreencia en los partidos tradicionales y en las instituciones del Estado. Por otro lado, se debe a una polarización frente al rol del Partido de los Trabajadores. Bolsanaro ocupó ese espacio con electores de extrema derecha, pero también con electores de la derecha más moderada y con los ciudadanos que están en desacuerdo con la política que en los últimos 14 años desarrolló el Partido de los Trabajadores.

¿Qué papel juegan los militares en este nuevo ajedrez político brasilero?

El apoyo de los militares a la candidatura de Bolsonaro es significativo, pero no es unánime. Un grueso de los militares tienen posiciones más afines con la estructura de un estado autoritario, pero otro sector interpreta el discurso sobre las cuestiones relacionadas con seguridad y contra la violencia que expresa la parte de la sociedad que no sigue a Bolsonaro. Son posiciones complejas en el marco de un país que tiene como perspectiva la democracia, y que debe resolver las interacciones con la sociedad civil, con movimientos sociales, con los sindicatos, etc. Esa es una preocupación. Pero en general la participación de los militares en apoyo a Bolsonaro fue manifiesta, también obviamente por el origen que él tiene como ex capitán del ejército.

¿Qué futuro cree usted le espera a Brasil con Bolsonaro?

Creo que existen tres niveles importantes en el gobierno de Bolsonaro. Uno en el sentido del tratamiento político autoritario, menos democrático de lo que estábamos acostumbrados en Brasil. Se escucha menos y se imponen puntos de vista. Lo segundo, desde la perspectiva comportamental, Bolsonaro es un político ultra conservador, muy involucrado con las estructuras de, por ejemplo, las iglesias protestantes; de ahí las cuestiones relacionadas con las religiones afro, con homosexuales, pueden generar conflictos profundos. La cuestión económica sería el tercer nivel, que para los trabajadores es la más importante. La estructura de apoyo a Bolsonaro en el parlamento es la estructura de los terratenientes, de la industria de las armas, de los banqueros. Sus propuestas económicas van en este sentido, más al lado del patrón que de los trabajadores. Por ejemplo, las cuestiones que tienen que ver con la reforma de las pensiones, la relación laboral y lo de medio ambiente se complican muchísimo, en un gobierno que más que buscar un diálogo social se pone del lado de los patronos.

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¿Qué repercusiones inmediatas ve con la victoria de Bolsonaro?

Las repercusiones ya están aconteciendo, por ejemplo, en la relación de Bolsonaro con el Mercosur. Un probable ministro suyo dice que Mercosur no es importante, que Argentina no es prioridad. Igualmente es un factor de inestabilidad en la región. El hijo de Bolsonaro, que es un diputado federal, habla de la posibilidadde un conflicto armado, de una intervención armada en Venezuela en asociación con los Estados Unidos de Donald Trump. También está la cuestión del Acuerdo de París sobre cambio climático. Bolsonaro cuestiona muchísimo las leyes de protección del medio ambiente, en favor de los terratenientes. Se propone acabar con el Ministerio de Medio Ambiente y relegarlo como un apéndice del Ministerio de Agricultura, cuando son intereses diversos. Esos reflejos ya están ahí, tanto que los diputados del Parlamento Europeo dicen que están mirando al Brasil en materia de derechos humanos. La ONU por ejemplo, a través de Michelle Bachelet, la expresidenta de Chile, dice que está mirando la cuestión de las mujeres, de los homosexuales, los indígenas y todo lo demás. Entonces las preocupaciones sobre la cuestión democrática son altas.

¿En qué quedará la política de redistribución de la riqueza que tanto preocupó al Partido de los Trabajadores?

Esa es otra de las preocupaciones.  Brasil es un país que necesita tratar cuestiones como la pobreza, el desarrollo social, las cuestiones de bases como saneamiento básico y vivienda y alimentación, y esas no son prioridades para este gobierno. Hasta ahora por lo menos no lo señala así.  Lo que se ve es una política económica elitista, que no tiene como plataforma la redistribución de renta.


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