Duque le va a dar palo al sindicalismo, sin embargo, éste se fortalecerá por el ingreso del país a la OCDE, conceptuó en entrevista con la Agencia de Información el analista político y consultor, Ramón Jimeno.
Estos son los principales apartes de la entrevista con Jimeno:
¿Cuál su análisis de los resultados electorales del domingo?
El primer resultado es el gran triunfo de Álvaro Uribe Vélez, quien logró seleccionar un candidato en 6 meses, posicionarlo en todo el país y convertirlo en presidente de la república, sin tener ni la trayectoria ni las especificaciones para hacerlo.
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El segundo punto a destacar es la gran derrota de Sergio Fajardo, quien dejó abandonado su movimiento detrás de un voto en blanco que no tuvo ningún impacto ni relevancia en la segunda vuelta. Le dejó a Uribe el camino libre y dejó cojo el movimiento de centro izquierda que encabezó Petro.
Y el tercer aspecto es el aumento de la votación de la centro izquierda. No es solamente Petro, sino la posibilidad de que se sumen fuerzas de izquierda y de centro. Las que dejó abandonadas Fajardo se sumaron ahí. Esto abre la puerta a la posibilidad de construir un nuevo movimiento organizado, no espontáneo ni caudillista, como Fajardo o como Petro, sino un movimiento en que ellos dos se suman, pero que tenga una estructura moderna. 8 millones de votos contribuyen muchísimo a iniciar la construcción de ese movimiento, pero con madurez y objetivos claros.
Proceso de paz
¿Qué cree va a pasar con el proceso de paz, con todos los reparos de Duque y el uribismo?
Tiene que pasar lo que Santos no quiso hacer. La paz no se puede hacer contra la mitad del país y la derecha es la mitad de Colombia. Lo mismo ha pasado en otros experimentos de paz en los que no se vincula a toda la población para que haya un consenso sobre cómo debe hacerse la paz.
Ahora, el Uribismo va a tratar de incorporar su punto de vista y ajustar los acuerdos de La Habana a su ideología. El proceso de paz va a entrar en un trámite de ajuste, que, según el discurso de Duque, indica que van a hacer muy dialogados. Ellos no hablan de volver trizas el acuerdo, sino hacerle ajustes, reducir la posibilidad de que lleguen al Congreso los exintegrantes de la Farc que cometieron delitos de lesa humanidad. A ellos les molesta muchísimo sentarse al lado de esas personas. Otros cambios tendrán que ver con los alcances de las reformas que contempla el acuerdo: reforma agraria, la repartición y devolución de tierras. Eso lo van a eliminar porque detrás están los terratenientes más atrasados de este país. Por otra parte, van a tratar de cambiar la Justicia Especial para la Paz. Temen que de ahí salgan muchas verdades incómodas para la derecha que está en el poder.
En síntesis, creo que los 8 millones de votos de Petro significan que el 42% del país tiene una voz importante a favor del acuerdo de paz, y que hay que sentarse a discutirlo, no se puede imponer. Yo creo que en ese sentido la votación del domingo es muy útil de frente a una negociación que era necesaria, porque no se ganaba nada con un buen acuerdo que no se podía cumplir.
¿Las Farc no tiene otra opción que aceptar la renegociación?
Las Farc tienen tres opciones. La primera, seguir aumentando las disidencias, que ya se han fortalecido bastante. Habrá un grupo de gente importante que no confía en Uribe o en Duque y se irán a las disidencias. La segunda opción es participar en esa discusión y lograr el máximo que puedan. Negociar con la fuerza nueva que queda detrás de Petro, Fajardo, el Polo, Claudia López y demás. Organizar esa fuerza para que sea una voz negociadora capaz de mantener los acuerdos de paz. Sin esa voz se quedan cortos. Las Farc entienden que los acuerdos no tienen el respaldo de este sector y les corresponde negociar. Yo creo que las Farc son pragmáticas, no es que no tengan más opción, sino que ese es el costo de la paz: negociar con todos.
Lo que le espera a los trabajadores
En materia laboral, ¿qué les espera a los trabajadores con el gobierno de Duque?
La entrada de Colombia a la OCDE le exige cumplir una serie de compromisos con el trabajo decente que no se habían impulsado, y de ellos no puede sustraerse el uribismo. Les toca cumplir. En ese sentido el sindicalismo se va a fortalecer por la protección de los derechos sindicales. Puede que no crezca, pero se fortalecen sus derechos y su forma de participar en el proceso laboral.
Por otra parte, es muy probable un crecimiento grande de la fuerza laboral rural, con el impulso que le van a dar a la agroindustria. Ahí van a generar una cantidad de empleo rural y para que sea eficiente tienen que contratarlo con condiciones laborales óptimas; con prestaciones, servicios de salud, de educación, infraestructura, dormitorios, etc. Eso es una oportunidad muy interesante para los trabajadores colombianos y para los campesinos de esas zonas. Tendrán nuevas oportunidades de empleo en condiciones dignas.
Por otro lado, como todo el mundo sabe, el uribismo y el neoliberalismo buscan reducir los costos laborales a como dé lugar. La tendencia a reducir las prestaciones sociales, a acabar con el costo que tiene para los empresarios el bienestar social o la salud. Va a ser una batalla intensa. El uribismo nunca la va a dejar de lado. En ese sentido es interesante la protección de la OCDE y al mismo tiempo el esfuerzo del uribismo para reducir las condiciones de trabajo para todos los trabajadores colombianos.
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¿No cree que Colombia incumpliría las recomendaciones de la OCDE?
Le queda muy difícil sustraerse de esos compromisos, le toca cumplirlos. Es como Naciones Unidas o cualquier organismo internacional. Si entras a ese club estás obligado a cumplir las reglas, si no las cumples (que es lo que está haciendo Trump con Estados Unidos) se vienen retaliaciones muy fuertes. Pero Colombia es un país que no tiene un peso en el contexto internacional, como Estados Unidos, y no puede darse el lujo de incumplir los acuerdos y las exigencias de la OCDE.
Por otro lado, hay que ver cómo va a hacer el uribismo para compensar los costos de la OCDE, que son básicamente reconocerles los derechos y el valor a los trabajadores. Uribe y Duque pueden respetarlo en los mínimos, pero van a buscar la forma de bajar costos laborales, no aumentar el salario mínimo, reducir el valor de las horas extras, cambiar las formas de liquidar, imponer sanciones más altas a los trabajadores, e impulsar la movilidad laboral, que para ellos es fundamental. Van a tratar por muchos lados de buscar las vías de escape, incluyendo la tercerización, para que los trabajadores se empleen en grupos y no generen prestaciones sociales. Pero lo de la OCDE tiene que cumplirlo.
¿Cuál debe ser el papel del sindicalismo y del movimiento social frente al gobierno Duque?
El grueso del sindicalismo queda en un papel de oposición frente al gobierno de Uribe-Duque, porque la gran mayoría estuvo con Petro y lo manifestaron abiertamente. Hicieron una campaña muy importante y muy reconocida. El gobierno les va a dar palo, los va a tratar con mucha dureza, los va a desconocer y no va a ser fácil para el sector laboral, organizado en el sindicalismo, la batalla con el presidente Duque. Va a ser muy difícil en el terreno de libertades y de expresión política y en las negociaciones. El Ministerio de Trabajo y todas las instituciones van a estar en contra, como ya empezó a estarlo con el presidente Santos al final de su gobierno. Va a ser una situación difícil, de confrontación, de restringir la movilización, de impedir los aumentos salariales. Al uribismo los derechos no les importan tanto como los costos laborales. Ellos quieren ser eficientes en lo internacional a costa de los trabajadores, y en ese sentido el sindicalismo es un estorbo, entonces le van a dar mucho palo, va a sufrir. Espero que sea un palo democrático y no un palo arbitrario.
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¿Cómo entender eso de que el sindicalismo se va a fortalecer y al mismo tiempo va a sufrir?
Bueno, es una dicotomía porque el país tiene que cumplir con las reglas que le exigen los organismos internacionales, como la OCDE, para la cual los derechos laborales son fundamentales. Y por otro lado, el gobierno tiene una serie de facultades y posibilidades que le dan libertad para sancionar, para proteger a unos sectores y desproteger a otros, y para cambiar las reglas en el tema de salud, seguridad social, cesantías y pensiones. Esa es una ecuación que se resuelve coyunturalmente en el Congreso, caso por caso. Tienen la mayoría en el congreso para ampliar la tercerización laboral, y le pueden decir a la OCDE que están cumpliendo, que el mecanismo de tercerización es totalmente válido.
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El crecimiento de la fuerza laboral en las zonas de agroindustria que va a desarrollar el uribismo con Duque, va a generar una nueva contratación de trabajadores con prestaciones. Ahí pueden establecer reglas que les permitan despedir trabajadores con menos causales de justa causa. Como les van dar casas, educación, les pueden pagar unos salarios menores porque se reconoce la especie como parte del salario. Tienen un juego amplio para abaratar costos. Insisto, es en el debate en el Congreso, en la opinión pública y en las instancias institucionales con la participación de las ONG, donde esa ecuación la gana el que mejor se mueva. Entonces, además del uribismo, está el sindicalismo. Va a ser una batalla muy dura.
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Fernando Cañas Camargo:
20/06/2018,Es incoherente afirmar que el próximo gobierno Duque-Uribe, o mejor, Uribe-Duque va a respetar los derechos laborales, máxime cuando es muy probable que se restrinja significativamente lo relacionado con el crecimiento de la fuerza laboral con garantías de dignidad, y, a más de eso, la imposibilidad de tener posibilidades de aumentos salariales, pues su candidato a ministro de Hacienda el señor Carrasquilla ha manifestado siempre que el salario mínimo en Colombia es ridículamente alto.
En estas condiciones…….¿Cuáles garantías?
“Duque tendrá una oposición de izquierda dura y poderosa”, afirma León Valencia – Revista Corrientes:
22/06/2018,[…] También puedes leer: “Duque le va dar palo al sindicalismo”, dice el analista Ramón Jimeno […]