Sintratablemac, un sindicato novato que en tres meses se hizo mayoritario y, con huelga incluida, obligó a Tablemac a negociar

Un hecho significativo en este 2014 en el campo de la lucha sindical —por lo raro—, fue el ocurrido en la fábrica de Tablemac de Barbosa, Antioquia, donde un sindicato creado a mediados de este año por jóvenes sin ninguna experiencia sindical, sólo cargados de convicción y osadía, en menos de tres meses logró ser mayoritario y sacar adelante una huelga que obligó a la empresa a negociar un pliego petitorio que hasta ese momento había ignorado.

Se salieron pues con la suya, en un país donde cada vez es más difícil que un sindicato peleche con la fuerza suficiente para liderar una huelga, y sobre todo para ganarla.

En efecto, después de dos semanas en cese de actividades, Sintratablemac (así se llama este sindicato) quebró la voluntad adversa de la empresa y logró firmar la primera convención colectiva en Tablemac, compañía colombiana en la cual el grupo brasilero Itaú tiene la cuarta parte de las acciones, líder en la producción de aglomerados y tableros de madera desfibrada con cuatro
plantas ubicadas en Manizales, Yarumal, Guarne y Barbosa (Antioquia).

La planta de Barbosa opera con 169 trabajadores directos, 97 de ellos sindicalizados, y 500 tercerizados en toda su cadena de producción. Sin embargo, no ha logrado concitar la simpatía de este municipio ubicado al norte de Medellín, que esperaba más de esta empresa cuando se instaló allí hace tres años.

“Cuando Tablemac llegó a Barbosa hubo mucha ilusión, pero finalmente no llenó las expectativas, por su política de malos salarios y mal trato a los trabajadores”, explica Duván Zea, presidente de Sintratablemac, organización en la que la edad de la mayoría de sus afiliados no supera los treinta años.

Fue esa la razón para constituir el sindicato, en junio de 2014, hecho que tomó por sorpresa a la empresa, que no se lo creyó y desde el primer día se empeñó en desconocerlo y, de ser posible, acabarlo.

“Era la opción que nos quedaba para que la empresa nos escuchara y resolviera los reclamos que teníamos, empezando por el mal trato por parte de los jefes y por los salarios, apenas lo de ley, más bajos que los que la empresa paga en sus otras fábricas, a pesar de que somos los que académicamente estamos más preparados”, explica Zea.

El primer momento de tensión se dio dos días después de creado el sindicato, pues a la empresa no le tembló la mano para despedir a tres de sus directivos y a uno de sus socios fundadores. Pero ese primer pulso lo ganó el sindicato, que con acciones de tutela obligó a la empresa a reintegrarlos.

Después el conflicto se centró en el pliego petitorio que el sindicato presentó, y que la empresa ni siquiera quiso considerar. Dejó que pasara la etapa de arreglo directo sin mover un dedo, por lo que, en asamblea general, el sindicato decidió votar la huelga con 85 votos a favor por uno en contra. Ésta se inició el 17 de octubre y se prolongó durante 16 días.

“Muchos días —comenta por su parte Daniel Sierra, secretario de Sintratablemac—, pero que no fueron tan tormentosos como pensamos por la solidaridad de las organizaciones sindicales que nos apoyaron”. Se refiere a los apoyos que recibieron de Sintrapulcar, sindicato nacional del sector papelero del cual también hacen parte los trabajadores de Tablemac por doble afiliación; de la UNI global y la Escuela Nacional Sindical, que asesoró técnicamente el proceso de negociación y huelga.

“Al negarse a reconocer el sindicato y atender nuestras peticiones, lo que la empresa hizo fue medirnos el aceite, para ver hasta dónde podíamos llegar, y le demostramos que con nuestra acción y unidad somos capaces de llegar muy lejos” —tercia orgulloso Duván Zea.

Pero aparte de la huelga, recurrieron a otros medios para meter presión: una marcha por las calles de Barbosa, que fue apoyada por buena parte de la población; una sesión en el Concejo Municipal, donde se debatió este conflicto laboral; y un nutrido mitin en la sede administrativa de la empresa en El Poblado, de Medellín.

“La sola huelga fue ya un logro valioso, porque hace rato no se veía una huelga exitosa, además por un sindicato recién creado, de gente nueva en el mundo sindical”, señaló Juan Parra, presidente nacional de Sintrapulcar, quien destacó la entereza que mostraron estos jóvenes sindicalistas cuando les tocó jugársela a fondo, tanto antes como durante y después de la negociación.

Qué lograron con la huelga

“Ganamos por ahí la mitad de lo que estaba en el pliego, pero eso fue muy satisfactorio para todos los trabajadores, porque no teníamos absolutamente nada”, enfatiza el secretario de Sintratablemac.

De izq. a der.: Daniel Sierra, Juan Parra, Duván Zea.

Lograron una convención con vigencia a dos años, un incremento salarial 0.3 puntos por encima del aumento del salario mínimo, una prima de vacaciones y otra de navidad que antes no tenían, y una bonificación de casi medio millón de pesos por la firma de la convención; también auxilios escolares importantes, tanto para ellos como para sus hijos.

Pero el mayor logro -y en eso coinciden ambos dirigentes sindicales- es político. Lograron el reconocimiento pleno de su organización en términos de permisos sindicales y de aceptación como legitima representante de los trabajadores. Y en el tema de la contratación, la nueva convención obliga a la empresa a tener por lo menos el 70% de sus trabajadores con contratos a término indefinido, lo que apunta directamente a mejorar las condiciones laborales y fortalecer el sindicato.

Incluso se estableció un comité paritario con la empresa para tratar temas que quedaron pendientes y monitorear el cumplimiento de lo acordado. “Estas reuniones son fundamentales para bajar la tensión en las relaciones que quedan heridas después de un proceso intenso de negociación y huelga”, dice Zea.

Contra los abusos por parte de los jefes, se establecieron procedimientos y normas que ambas partes deben seguir en el marco del debido proceso, porque antes los procesos disciplinarios y las sanciones estaban al vaivén de la empresa.

Y en cuanto a la posibilidad de que el ejemplo dado por los obreros y obreras de Barbosa cunda en las otras plantas de Tablemac en Antioquia y Caldas, Juan Parra no la ve fácil, porque en las otras plantas la empresa tomó sus previsiones y montó pactos colectivos, que en algo mejoraron las condiciones de las y los trabajadores, aunque sin muchos de los beneficios que los de Barbosa lograron en su convención. Ese es precisamente el reto para el inmediato futuro: lograr organizar a los trabajadores de las otras plantas de Tablemac.

“La experiencia nos enseña que las empresas que imponen pactos colectivos son al principio dóciles y los cumplen, pero después se relajan y empiezan a incumplirlos, a poner trabajas, y es ahí cuando a los trabajadores no les queda otra que organizarse en sindicato”, opina Juan Parra.

 

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