Sinditecc, sindicato de las Call Centers que nació en medio de la cuarentena y la pandemia

Imagen de referencia tomada de Caracol Radio

El Sindicato Nacional de la Industria de Trabajadores de Call Center y Contact Center (Sinditecc) puede inscribirse desde ya como un sindicato “neonato de la pandemia”, es decir, nacido en medio de la tormenta de coronavirus y con sus miembros fundadores –50 en total– confinados en sus casas, tomando decisiones por medios virtuales.

El 22 de marzo estos 50 trabajadores y trabajadoras tomaron la decisión de organizarse en sindicato para defenderse de la amenaza del coronavirus, por un lado, y de la arremetida de las empresas de los Call Centers, por el otro. Temen no solo contagiarse del virus, sino que se desate una cadena de despidos y violaciones de sus derechos laborales conforme se vaya desarrollando la pandemia y el confinamiento.

Son trabajadores que prestan servicios para Sitel de Colombia S.A. y Teleperformance Colombia S.A.S, filial ésta del Grupo Teleperformance de Francia, multinacional que cuenta con 330 mil empleados en 80 países, y que esta semana estuvo en el ojo del huracán por cuenta de la demanda que, contra ella y ante la OCDE, entabló UNI Global Union. La acusa de conductas antisindicales y de no ofrecer suficientes garantías de bioseguridad a sus trabajadores para enfrentar el Covid-19. Refiere quejas en ese sentido llegadas de 10 países donde opera Teleperformance, entre ellos Colombia y la misma Francia.

Teleperformance niega esas acusaciones, sostiene que respeta las directivas gubernamentales de cada país donde tiene presencia, y se niega a tener diálogo con UNI Global Union, aduciendo que prefiere entenderse con los sindicatos locales. El problema es que en la mayoría de los países donde opera, no tiene sindicatos, o no los reconoce, en gracia a su proverbial política antisindical.

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Sinditecc nació como sindicato de industria, o sea con proyección de extenderse al sector de los Call Centers del país. “El sindicato de industria permite la cohesión de la clase trabajadora del sector, por eso fue la modalidad que escogimos. Nuestro reto es entonces vincular a trabajadores de otros Call Center”, señala Jean Carlos Dávila, presidente de la naciente organización.

“Somos una generación que afronta retos muy difíciles en el mundo laboral. Como la tercerización, subcontratación, figuras que cada vez más transforman el contrato de trabajo. En ese contexto es importante contar con la fuerza colectiva de un sindicato”, señala por su parte Daniel Martínez Franco, asesor jurídico de Sinditecc.

Pero tan importante como que haya nacido, es cómo nació en medio de la pandemia y el confinamiento, con qué instrumentos. Con los de la virtualidad. Todo el proceso de organización y fundación se hizo mediante uso de tecnología, consultas y reuniones desde sus casas por plataformas virtuales, en auge en la Internet con motivo de la pandemia. Y de esa misma manera hicieron los trámites legales del sindicato.

Para ello contaron con la asesoría de la abogada laboralista Danna Vargas Pirateque, cuyos contactos con la CUT y el mundo sindical fueron claves para que los jóvenes de los Call Centers, que de sindicalismo poco saben, son ariscos a la sola palabra, se entusiasmaran con la idea de organizarse para defender sus derechos. Recibieron cursos y asesoría virtual, tanto de la CUT como de la Escuela Nacional Sindical.

Como se dijo, el sector de los Call Centers es profundamente antisindical. Sindicalista que alce la cabeza, no se la cortan, pero sí lo retiraran de la nómina. Por eso no los sorprendió la reacción de la Teleperformance una vez fue notificada de la fundación del sindicato. Decidió terminar arbitrariamente el contrato de seis trabajadores afiliados, según lo denunciaron, dos de ellos miembros de su junta directiva. Y, de paso, vulnerarles los derechos de libre asociación y fuero sindical circunstancial que les asiste.  

El argumento para los despidos no podía ser otro que el coronavirus y el confinamiento, que supuestamente ha hecho perder clientes y por lo mismo limitar su nómina, salir de trabajadores. Pero es una excusa para no dejar pelechar el naciente sindicato, afirma Dayana Hernández Rojas, vicepresidenta de Sinditecc, operadora en la sede de Las Américas en Bogotá, a la que pertenece la mayoría de los sindicalizados. Allí laboran unas 1.200 personas en 3 turnos diarios, apiñados en cubículos.

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Oficio estresante y deficiente bioseguridad

En Colombia, según el DANE, el desempleo de los jóvenes (entre 14 y 28 años) fue 16% en el último trimestre de 2019, antes de la pandemia, sin contabilizar en esa cifra el trabajo informal.  Muchos de éstos jóvenes, que han terminado su educación media vocacional o cursan una carrera universitaria, encuentran en los Call Centers y Contact Center una opción laboral factible, ya que exigen poca o nula experiencia y tienen turnos nocturnos o rotatorios, entre otras ventajas. El manejo del inglés es un plus para cualquier aspirante.

Es el caso de Dayana Hernández, la vicepresidenta de Sinditecc, quien lleva dos años en TP sede Las Américas, y gracias a este empleo ha podido avanzar en la carrera de ciencias sociales en la Universidad Distrital. Mucho tiempo realmente, para lo que duran en promedio los jóvenes en estos empleos. Permanentemente está saliendo y entrando, porque a no pocos les sirve de escampadero mientras encuentran otro empleo.

De ahí que los Call Center vivan contratando operadores, es una fuente de empleo permanente, pero de manera precaria: por obra labor, a término fijo (nunca indefinido), subcontratados, tercerizados, o pagados por horas y con volátiles esquemas de compensación. Sin estabilidad laboral, en suma. Además, a un ritmo de trabajos estresante, desgastante, con poca protección laboral, dice Dayana, tema crítico en el escenario de la pandemia que nos acosa.

Desde el 11 de marzo, cuando la OMS declaró el Covid-19 como pandemia por su propagación a nivel mundial, el Ministerio del Trabajo expidió la circular 021, que daba lineamientos a los empleadores para la protección al empleo en la fase de contención del virus y de la declaración de emergencia sanitaria. Entre las medidas estaba el trabajo en casa, el teletrabajo, la adopción de vacaciones anticipadas colectivamente, el pago de salarios sin prestación del servicio.

A diferencia de otros sectores, para los Call Centers el confinamiento por la pandemia es menos crítico porque tiene la posibilidad de ofrecer teletrabajo. Según datos de la misma multinacional Teleperformance, actualmente el 57,5% de los empleados teletrabajan, y subirá al 65% a finales de abril.

Pero pese a los lineamientos del Ministerio de Trabajo, según el sindicato, no se implementaron medidas de protección apropiadas y oportunas. Teleperformance llamó a sus trabajadores a laborar en condiciones insalubres, no garantizó el distanciamiento social en los centros de trabajo, prescrito en los decretos de los gobiernos Distrital y Nacional. Y aunque desinfectó los lugares y las herramientas de trabajo, no le dieron guantes a los trabajadores para manipular los químicos con los que se hizo. Incluso, se llegó al cierre de un Call Center en Bogotá por parte de las autoridades. Lo que por demás es imperdonable para empresas como Teleperformance, que tienen sus sedes matrices en Europa, donde los aislamientos se iniciaron con anterioridad a Colombia.

Asimismo, en la denuncia de la UNI ante la OCDE se lee que 6 días después de empezado el confinamiento obligatorio los empleados de un centro de Teleperformance en Bogotá decidieron marcharse ante el «exceso de gente en poco espacio y la falta de auriculares personales”. Unas 30 personas hicieron mitin en la calle y la policía las dispersó y las envió de vuelta al trabajo.

La denuncia incluye también presiones a los trabajadores para aceptar licencias no remuneradas durante el confinamiento. Y la afirmación de que la empresa pudo evitarles riesgos a los trabajadores llevándoles a sus casas las herramientas para el teletrabajo, vía mensajería certificada con buenos elementos de bioseguridad. Pero hizo lo contrario: los hizo ir a las sedes a retirarlas, haciendo largas colas, exponiéndolos innecesariamente al virus.

Y también desconoció el pago de los días que los jóvenes estuvieron confinados en sus casas sin hacer teletrabajo por no tener aún las herramientas tecnológicas adecuadas, o imperfectas. El caso de Dayana Hernández, la vicepresidente de Sinditecc. Recibió su computador y los implementos el 25 de marzo, pero solo ha trabajado dos semanas por daños con el equipo y la conexión. Y los días en los que no tuvo equipo de computo, no le fueron pagados.

Me los dieron como licencia no remunerada. Yo soy una persona calmada, pero me dio rabia, porque la licencia es un acuerdo entre el trabajador y el patrón, y yo no he acordado nada, y no tengo por qué pagar la contingencia del virus”, dice Dayana.

Para ella, las condiciones de bioseguridad que debe tener en cuenta la empresa para darles tranquilidad a sus trabajadores y trabajadoras, son, primero que todo, que siga garantizando y mejorando el trabajo en casa, es la mejor medida. Que quienes trabajen presencialmente en los telecentros guarden la distancia social requerida y las debidas medidas de higiene; y algo muy importante: que se les garantice una movilidad segura, pues el transporte público masivo es altamente riesgoso.

La situación de todos modos no está tan complicada como en Filipinas, por ejemplo, donde el confinamiento empezó desde el 16 de marzo y la Teleperformance tiene 48.000 empleados. El 70% hace teletrabajo, el resto va a trabajar a los telecentros y allí duerme ante la imposibilidad de ir a sus casas. Es decir, el 30% de la fuerza laboral de la empresa duerme en la oficina porque si se queda en casa no percibe salario.

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