Julio Puig Farras: Pionero de la sociología del trabajo en Colombia. Homenaje

Tomado de Youtube

 

Julio Puig Farras, ciudadano español radicado en Colombia desde 1968, es reconocido como uno de los primeros intelectuales que en el país, desde la disciplina de la sociología, abordó los temas referidos del mundo del trabajo.

De ahí que hoy, junto con Fernando Urrea, Anita Weiss y Alberto Mayor Mora, todos pioneros de la sociología del trabajo en el país, Julio Puig recibirá un homenaje en el marco del congreso previo de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Trabajo, que se realiza esta semana en la Universidad Javeriana de Bogotá.

Con sus investigaciones y escritos Puig amplió el horizonte del conocimiento en diversos temas relacionados con el mundo laboral y sindical, de la mano de los principales teóricos en la sociología del trabajo, en especial de la escuela francesa, como quiera que en su formación en la Universidad de París fue alumno de Alain Touraine y asistió a cursos de otros influyentes sociólogos de fama mundial, como Manuel Castells y Michel Crozier.

Ya en Colombia, y a lo largo de 40 años, su aporte en principio lo hizo como profesor de las universidades Nacional y de Antioquia, universidad ésta de la que fue tres años decano en la Facultad de Educación. Después, una vez pensionado y siendo socio de la Escuela Nacional Sindical, se aplicó de lleno desde finales de los 80 a investigaciones sobre el mundo el trabajo en el país.

El siguiente es un corto perfil de su vida y obra:

Refugiado de guerra

De una u otra manera, a Julio Puig le tocó vivir en carne propia varios de los grandes acontecimientos del siglo XX, empezando por la guerra civil española, que estalló el año en que él nació en Coll de Nargo, provincia de Lérida, en Cataluña. Y nació en un hogar de origen campesino, en una familia en la que los hombres (su padre y sus tíos) eran activistas de la Federación Anarquista Ibérica y tenían vínculos con el movimiento obrero anarquista.

Cuando la guerra civil entró en su etapa final, y las fuerzas nacionalistas ocuparon a Barcelona y subieron por el valle del Segre, su familia tuvo que huir a Francia por la frontera, que estaba cerca. Y ya en Francia su padre fue confinado en un campo cercano a la frontera, mientras que a las mujeres y los niños los llevaron a un albergue de refugiados a una localidad cercana a París

Y en ese albergue estaba él cuando se inició la 2ª Guerra Mundial y Alemania invadió a Francia. Entonces el gobierno necesitó mano de obra y dispuso de los extranjeros confinados en las fronteras, entre ellos su padre, quien una vez libre se dirigió a una aldea al sur de París, donde la familia, que estaba dispersa, se volvió a reunir. En 1948, tres años después de terminada la guerra mundial, y alimentando la esperanza de que pronto cayera el régimen del General Franco y todos pudieran regresar a España, la familia se trasladó a Lavit, pueblo del suroeste de Francia, no lejos de la frontera catalana.

Pero no resultó lo que esperaban, su exilio en Francia será para largo. Además fueron años de pobreza. Estudió gracias a una beca que le dio el gobierno en un instituto de formación profesional, similar al SENA en Colombia, donde se inició en el aprendizaje de la carpintería. Hasta que la suerte quiso, porque a los 17 años tuvo una grave lesión jugando fútbol, que derivó en la amputación de una de sus piernas. Fue un evento que, mirado por el lado positivo, hizo que el gobierno francés se ocupara de él y le otorgara una pensión vitalicia, que aún sigue cobrando.

Además, a raíz del accidente, le otorgaron becas para reiniciar nuevos estudios. Es así como pudo estudiar una carrera de administración y comercio en Toulouse, y luego graduarse, en 1961, en el Institut d´Etudes Politiques de la Universidad de París. Después regresó a Madrid, donde pasó una larga temporada vinculado a los grupos antifranquistas y al movimiento estudiantil y obrero. Pero antes de este regreso se le presentó la oportunidad de viajar a la Yugoslavia del Mariscal Tito, invitado por la liga socialista de este país. En la Universidad de Belgrado hizo un curso de especialización en sistemas de autogestión.

Su siguiente puerto académico es de nuevo París, donde hizo estudios de doctorado en Sociología del Trabajo entre enero del 1966 y mayo del 68. Fue en ese momento que conoció a Alain Touraine, un destacado exponente de la intelectualidad francesa, conocido en particular por sus investigaciones sobre la sociedad post-industrial y la sociología del trabajo. Asistió a su seminario sobre movimientos sociales de l´Ecole Pratique des Hautes Études, y se inscribió al doctorado que el mismo dirigía en la Faculté des Lettres et Sciences Humaines de Nanterre. Alli también recibió clases del Michel Crozier, figura mundial de la sociología, y de Manuel Castells, el teórico de la sociología en la era del Internet; como también por azar le tocó conocer a Fernando Henrique Cardoso, a la sazón profesor externo de esta facultad, quien después sería presidente de Brasil.

Y en esas estaba cuando estalló el terremoto de Mayo del 68, el movimiento estudiantil y obrero que paralizó a Francia durante dos meses completos, y que a él le tocó vivir de cerca. Y padecer también, porque una de sus consecuencias fue la reestructuración del sistema educativo francés que ordenó el presidente De Gaulle, que mantuvo las universidades cerradas hasta nueva orden. Eso le planteó un dilema: esperar la reapertura de la universidad y terminar el doctorado, o anticipar su viaje a América, un proyecto que venía acariciando de tiempo atrás. Quería probar suerte en esta parte del mundo.

Llegada a Colombia

A Colombia lo conocía de oídas, por una estudiante colombiana con la que entrabó amistad en París. Con esa sola referencia, y una carta de recomendación escrita por Alain Touraine, en la que elogiaba su trabajo como investigador, llegó a Bogotá en octubre de 1968, a la edad de 32 años. Se encontró con una ciudad fría, enmarcada por verdes praderas en las que pastan vacas holandesas, más parecidas al ambiente francés que al paisaje tropical que esperaba encontrar.

No le fue difícil encontrar una plaza como profesor en el recién reestructurado departamento de sociología de la Universidad Nacional, que en ese momento necesitaba profesores, tras el debate interno que determinó la salida del decano, Orlando Fals Borda, y un grupo de profesores. El debate tenía que ver en parte con los cuestionamientos del modelo teórico de la sociología que se impartía, inspirada en la escuela funcionalista y la empirista norteamericanas.

Su primer acercamiento profesional a la sociología del trabajo fue un curso de sociología industrial que dictó en aquel departamento de sociología, basado en la escuela creada por Georges P. Friedmann, teórico francés que estudió las relaciones entre el hombre y la máquina en las sociedades industriales en la primera mitad del siglo XX, considerado por ello uno de los padres de la sociología del trabajo.

Fue profesor del programa de sociología de la U. Nacional todo el año de 1969, durante el cual conoció a Beatrice Hartz, su futura esposa, egresada de ese programa. Ella acababa de vincularse como profesora en la sección de sociología de la Universidad de Antioquia. Por ello, a principios de 1970 se trasladó a Medellín, consiguiendo también una plaza de profesor en esta unidad académica. El año siguiente se casaron.

En la Universidad de Antioquia dictó clases en sociología durante dos semestres. Luego, pasó a dirigir, en la Facultad de Educación, el primer departamento de investigación creado en esta universidad.

Para ese momento (comienzos de los años 70) las universidades públicas del país estaban convulsionadas, y la de Antioquia en grado casi anárquico. Los paros y las pedreas estaban al orden del día, tanto que era más el tiempo que la universidad permanecía cerrada. Las autoridades reaccionaron, suspendieron el estatuto de las universidades de Antioquia y la Nacional, e implantaron regímenes internos autoritarios.

Esa situación lo aburrió y volvió a Bogotá, a trabajar por dos años en un instituto de investigación pedagógica (ICOLPE) que se creó en el gobierno Lleras, pero que el Gobierno Pastrana decidió eliminar, y volvió a quedar en el aire. Ya para entonces con Beatrice tenía dos hijos, Felipe e Isabel, hoy arquitecto el primero, y comunicadora del medio televisivo la segunda.

Una vez cerrado ICOLPE decidió regresar a la Universidad de Antioquia, ya recompuesta en su situación interna. Llegó a la Facultad de Educación, de la cual fue su decano entre 1976 y 79. Montó dos programas de postgrado en investigación social y pedagógica, con una estructura curricular original.

Vinculación a la ENS

A mitad de los 80 Puig hace parte del grupo que inició la Escuela Nacional Sindical en Medellín. Este grupo, del cual participó también Beatrice Hartz, su esposa, lo integraron profesores universitarios, profesionales y algunos sindicalistas, en su mayoría militantes de izquierda y muchos de la corriente del Partido Firmes de entonces.

Y esa vinculación con la ENS, ya en uso de su pensión de jubilación en 1989, marcó un cambio cualitativo en su trabajo de investigador, porque ya pudo dedicarle más tiempo a temas del mundo del trabajo. Por otra parte, la postura democrática y pluralista de la ENS le dio total libertad en el abordaje y enfoque de los temas, así fueran políticamente incorrectos en el agitado medio sindical. Muchas de estas investigaciones las hizo con Beatrice, su esposa, quien lo llevó a interesarse por el estudio de los nuevos modelos de organización del trabajo.

En aquellos años para Colciencias, con Beatrice Hartz y Ernesto Ramírez, hizo una investigación sobre relaciones industriales y calidad total, concepto éste que estaba de moda en el sector empresarial; y otros tres estudios sobre un modelo de currículo para educación básica basado en competencias laborales generales, el mercado laboral del sector financiero y la venta directa, y la confección informal en el Hueco de Medellín.

En este mismo período, para la OIT realizó un trabajo sobre negociación de la flexibilidad del trabajo y coordinó una investigación en Colombia sobre la evolución de la negociación colectiva, que era parte de un proyecto que cubría los países andinos. Y para el Ministerio de Educación, a través de Corpoeducación adelantó dos estudios sobre los modelos de competencias en las empresas y los sistemas nacionales de formación para el trabajo.

Hasta hoy se mantuvo muy activo, siempre metido en nuevas investigaciones sobre temas laborales y sindicales. Pero con pocas de ellas, dice, quedó completamente satisfecho, ya que no tuvieron el desarrollo esperado y quedaron a medias, casi siempre porque se acaban los recursos. No pocas quedaban en el informe estadístico, faltándoles la parte analítica.

“En Colombia es difícil la continuidad en una línea única de investigación, la que es importante para avanzar porque en la investigación cuentan tanto los resultados que produce como los problemas nuevos que plantea, que son los que permiten profundizar en el conocimiento”, afirma Puig.

De ahí que comparte los conceptos de Juan C. Celis, profesor e investigador de la Universidad Nacional, y socio de la ENS, quien recientemente presentó un estudio que pinta el panorama de la sociología del trabajo en Colombia, donde, pese a algunos avances importantes, no ha tenido la relevancia que tiene en países como México, Argentina, o Brasil. Según Celis, la sociología del trabajo en nuestro medio no ha logrado producir una visión integral, totalizante de los procesos generados en el mundo del trabajo. “No ha superado el umbral de una dinámica más fértil, que produzca sinergias”, afirma. Entre otras cosas porque hay poca comunicación profesional, lo que se produce no tiene buena circulación y es poco leído.

Lo otro es que escasean los medios que facilitan la comunicación interprofesional, como son los congresos, las redes, la financiación, etc. Puig reconoce que, en su caso, su trabajo ha sido insular, aislado, y ello ante todo por inclinación personal. No es pues un sociólogo que se deje ver mucho en los congresos, simposios, seminarios de sociología.

En su concepto, los aportes de los sociólogos del trabajo deberían tener  influencia en el momento de trazar planes y políticas públicas en materia laboral y social. “Las reformas laborales tienen que apoyarse en las investigaciones y el conocimiento de las realidades del trabajo. Pero eso no se da. Primero se revisan sistemas y legislaciones de otros países de Europa o Estados Unidos y las trasplantan a Colombia, antes que apoyarse en el conocimiento local”, anota.

Reseña de sus libros:

“Apertura económica. Casos de Fabricato y Coltejer en el sector textil». 1993. En coautoría con Beatrice Hartz y Héctor Vásquez Fernández. Ediciones ENS.

«El mercado de trabajo del sector financiero y una comparación con el mercado de trabajo de la venta directa». 2007. Ediciones ENS.

«Capital social reticular: empleo, autoempleo y emprendimiento en recién egresados de la educación superior». 2009. Ediciones ENS.

«Negociación de la flexibilidad del trabajo». 1999. Coautoría con Beatrice Hartz. Ediciones ENS/OIT.

«Tendencias y contenidos de la negociación colectiva en Colombia 1990-1997». 1999. Coautoría con Carlos Ballesteros, Beatrice Hartz y Héctor Vásquez. OIT, Min- Trabajo, PNUD.

«La estructura de la producción tercerizada en el distrito industrial de la confección informal de El Hueco de Medellín». 2012. Ediciones ENS.

«La tendencia a la descentralización de la negociación colectiva. Alternativas sindicales para el nuevo milenio”. 1994. Ediciones ENS.

Artículos en revistas especializadas:

«El actor sindical en la transformación del sistema financiero». 2006. Revista

Controversia, del Cinep.

«Los riesgos de la subcontratación laboral y la contratación laboral atípica». 2010. Revista Cultura y Trabajo. Ediciones ENS.

Capítulos de libros, entre otros:

«Principios del derecho del trabajo: aproximación histórica y filosófica. Impacto de la globalización en los derechos del trabajo”. 1999.

«La revolución de la contratación colectiva en Colombia, 1990-1996. Globalización, apertura económica y relaciones laborales en América Latina y el Caribe”. 1999. En coautoría con Beatrice de Hartz. Editorial Universidad Nacional.

«La organización del sindicalismo colombiano, situación y perspectivas. 1990. Ediciones ENS.

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