El gran protagonista en este mes –y de los últimos 40 años en Colombia– es sin duda la gran movilización social. El N21, como se llamó inicialmente la protesta nacional, que se ha extendido por dos semanas más.
Por tal motivo, hoy cambiamos el formato habitual de este resumen informativo, para presentar una crónica-resumen de lo que ha ocurrido en estas dos intensas semanas:
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“La movilización social del 21 de noviembre, que yo recuerde, es la más grande en Colombia en los últimos 40 años”, dijo Fabio Arias, veterano sindicalista, actual Fiscal de la CUT e integrante del Comité Nacional del Paro, al referirse a la “explosión social” que se dio en Colombia ese día, cuya onda expansiva aún estremece al país. Ni la entrada de diciembre la ha podido apaciguar.
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Una movilización contra un gobierno que la sociedad percibe sordo y manipulado, renuente a escuchar el clamor del país que un mes atrás le había propinado una derrota rotunda en las urnas. Una movilización que el gobierno en un principio menospreció y trató de estigmatizar y sabotear, pensando que sería una más de las muchas que los sindicatos y organizaciones estudiantiles periódicamente realizan. Pero no fue así, este Paro Nacional es distinto: encarna el descontento y la rabia que el país lleva conteniendo por décadas, un grito contra el acumulado de corrupción y gobiernos depredadores de la riqueza nacional en provecho de los más ricos y en detrimento de la clase trabajadora.
En un día se pueden resumir 20 años de historia, dijo Carlos Marx, y eso fue lo que ocurrió el N-21 en Colombia: la explosión de una olla social, que de pronto no aguanta la presión y bota la tapa, se desborda. Además, en un contexto político de contagio latinoamericano, especialmente con el referente de ocurrido en Chile, país que guarda similitudes con Colombia.
“Es el resultado de una situación social totalmente deteriorada y del Acuerdo de Paz. Al salir de la guerra el grupo guerrillero más poderoso, el escenario cambia. Ahora la gente sabe distinguir, ha perdido el miedo y sale a manifestarse”, conceptúa Fabio Arias, refiriéndose al singular momento colombiano.
Dilan Cruz, joven estudiante que protestaba en la calle por la falta de cupos universitarios, murió por el impacto de un arma del Esmad, lo que no hizo sino atizar el furor de la protesta, que a partir de ese momento entró en fase de resistencia. Se produjo entonces, una semana después, el N-27, otra multitudinaria movilización casi de igual proporción que la primera. Esta vez en una actitud más radical por la muerte del estudiante Dilan Cruz.
Y todo eso en medio de cacerolazos y un carnaval de actividades artistas, batucadas y marchas con antorchas nunca vistas en el país. Panorama en el que se destaca el concierto “Un canto por Colombia”, que el 8 de diciembre reunirá grandes figuras de la música en Bogotá.
Entre tanto el Gobierno Duque, después de fracasar en su intento por estigmatizar y sabotear la protesta, y confundido por la magnitud y motivos de la misma, se ha mostrado desconectado del clamor popular. Que ha tratado de conjurar con lo que llama la Conversación Nacional con todos los sectores, menos con los voceros del Comité del Paro, a quienes solo vino a reconocer como interlocutores válidos este martes 3 de diciembre, cuando por fin aceptó un diálogo directo con éstos.
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Pero sin ningún resultado. El Gobierno insiste en conversar y negociar en torno a sus políticas y agendas, y no en torno a las de la sociedad que se expresa con movilizaciones y cacerolazos. Los delegados del Gobierno dijeron que varios de los 13 puntos del pliego son innegociables, y que no aceptaba ultimátum, en referencia a la gran movilización nacional citada para este miércoles 4 de diciembre.
En consecuencia, el Paro Nacional se mantiene en pie, continúa, al igual que todas las actividades programadas, con el apoyo de más del 50% de los colombianos, según una encuesta divulgada este lunes.
Cómo empezó todo
Todo arrancó el 4 de octubre, cuando el Comando Nacional Unitario conformado por las centrales sindicales CUT, CTC, CGT y Fecode, en alianza con más de 70 organizaciones sociales, estudiantiles, y dignidades agrarias y campesinas convocaron a un paro nacional el 21 de noviembre, en respuesta a la negativa del Gobierno a discutir el pliego de 10 puntos que le presentaron un mes atrás.
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Este pliego rechaza el llamado “Paquetazo” que el Gobierno pretende trámite en el Congreso y afecta a los trabajadores, ya que incluye reformas laboral y pensional regresivas. Como el pago de salarios a los jóvenes por el 75% del mínimo; contratación y pago de seguridad por horas, eliminación de las horas extras, nocturnas y festivos; legalización de la inestabilidad e informalidad laboral; y una reforma pensional para acabar el régimen de prima media y universalizar el ahorro en fondos privados, con pensiones por debajo del salario mínimo, todo para beneficio del sector financiero.
También incluye el cese de los asesinatos y amenazas a líderes sociales, reclamantes de tierra y excombatientes de las Farc; la no criminalización y restricción de la protesta social; el cumplimiento de acuerdos firmados por el anterior y actual Gobierno con los estudiantes universitarios, sectores indígenas y campesinos, trabajadores estatales y el magisterio.
Asimismo, que se elimine el decreto que crea el holding financiero, con el que el Estado pierde el control de sus empresas financieras; que no se tramite la reforma tributaria en el Congreso, que le regala $10.2 billones a las grandes empresas extranjeras y nacionales, con más carga tributaria a los trabajadores y la clase media; que no se privaticen más empresas donde el Estado tenga participación mayoritaria, y que se deroguen de algunos artículos del Plan de Desarrollo.
Más apoyos y nuevas peticiones
En el único encuentro que el presidente Duque se dignó tener con los voceros del Comité de Paro, el 25 de noviembre, éstos le dejaron un pliego que contenía los 10 anteriores puntos y 3 más, que tienen que ver con garantías para la movilización, la desmilitarización de las ciudades y cese de toda acción violenta contra las movilizaciones pacíficas por parte de la Fuerza Pública y en especial del Esmad, una fuerza que piden sea eliminada.
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“Es evidente que hay una política del miedo y un propósito de acabar con la protesta, y esa orden la ha dado el Gobierno Nacional, así que debe responder por esa situación”, señaló la líder estudiantil Yénifer Pedraza.
Otro puntos piden una reforma política y electoral, normas y medidas para luchar contra la corrupción, y una agenda legislativa para cumplir con el mandato ciudadano de la consulta popular anticorrupción del 26 de agosto de 2018. Así como la derogatoria del impuesto relacionado con Electricaribe y medidas para garantizar la protección del medio ambiente y los páramos.
Entre tanto al Paro se le han venido sumando nuevos aliados, como la Guardia Nacional Indígena que llegó desde el Cauca, y la totalidad de la bancada parlamentaria alternativa, que en alianza con el Partido Liberal propició una reunión muy importante en el Congreso de la República, en la que éste no solo reconoció el Comité del Paro como actor político legítimo, sino que envió al Presidente Duque el mensaje de que debe negociar con los sectores que están en las calles protestando.
“A diferencia del Presidente Duque, que actúa con criterio de un tecnócrata, los congresistas son políticos y ven la realidad del país con más claridad. No quieren pagar un costo político alto en esta coyuntura”, Señaló Fabio Arias, de la CUT.
Otro aliado del Paro Nacional que se pronunció con contundencia, es el Movimiento Defendamos la Paz, que reúne a personalidades y dirigentes que participaron en las negociaciones del Acuerdo de Paz de La Habana y le exige al Presidente Duque que lo cumpla. Como también le pide reconocer a los interlocutores del paro e iniciar el diálogo con ellos, e iniciar un diálogo “incluyente, democrático y eficaz”, pues la Conversación Nacional que ha implementado el presidente Duque no cumple con esos requisitos. Asimismo, exige explorar posibilidades para retomar los diálogos con el ELN.
Por su parte, el Comité de Paro pide que se conforme una Mesa Nacional de Diálogo, plural y diversa, con representantes de los sectores sociales articulados en el Comité del Paro, el Movimiento Defendamos la Paz, la bancada parlamentaria alternativa, las asambleas y cabildos ciudadanos, las expresiones culturales y los otros sectores de la ciudadanía que se han movilizado. Sin que ello quiera decir que el Gobierno suspenda su Conversación Nacional con los partidos políticos, gremios de empresarios, la comunidad internacional y otros sectores no involucrados en las movilizaciones.
“Después de este Paro el país tendrá que mirar de otra manera el sindicalismo y las organizaciones sociales. El país, la gente, tiene que empezar a ver el sindicalismo de otra manera. Como va a tener que ver de otra manera a las organizaciones sociales y a los partidos políticos progresistas”, concluyó Fabio Arias, fiscal de la CUT.
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Jairo torres:
07/12/2019,Sigamos dandole la pelea a los que quiren reprimir el derecho de nuestro pueblo, que se lo estan consumiendo poco apoco los corruptos