En la industria de la caña de azúcar se han dado muchas luchas por parte de los trabajadores. Este es un resumen de algunos de sus logros.
Por Andrea Nathaly Cruz Ramírez
La caña, que llegó a América por los europeos, se instaló en las islas coloniales inglesas, francesas, y en las colonias españolas. Introducida en la colonia para exportar a los países del viejo continente, marcó la identidad de las sugar islands, llamadas así por los colonos ingleses y configuró un tipo de economía de enclave: la gran plantación con orientación a la exportación, regulada por el mercado mundial y las políticas mercantiles del naciente capitalismo. Las plantaciones de caña en las colonias se configuraron en palanca de acumulación de capitales para colonos y criollos, y generaron preocupaciones en las capitales europeas quienes procuraban controlar las refinerías en sus propias fronteras del viejo continente para mantener la relación de subordinación con América. El azúcar, principal producto básico mundial desde el siglo XVIII, es impensable sin el comercio de esclavos, modalidad de explotación en vía a desaparecer en Europa, mientras los mismos europeos acumulaban capital al otro lado del continente empleando esclavos africanos.
El historiador cubano Manuel Moreno Fraginals, en su libro “El ingenio: complejo económico-social cubano del azúcar” y retomando un informe sobre el estado de las plantaciones de azúcar de la Isla de Barbados de 1714, decía lo siguiente:
“Estos dos comercios –decían los ingleses desde 1714– son como causa y efecto, uno no puede subsistir sin el otro. Si las colonias carecen de suministro de negros, no pueden producir azúcar; y a medida que más negros reciban, y más baratos, más azúcar producirán y a más bajo precio. Y de acuerdo a esta regla, las colonias decaen o florecen”
La caña de azúcar está en la historia de la colonización, en las independencias de las Antillas, en las revoluciones y en la economía de enclave latinoamericana. Siempre orientada al comercio internacional, siempre en el centro de la disputa de la generación y acumulación de capital en el nuevo mundo. Y tras bambalinas los protagonistas de la producción: trabajadores de la agroindustria, indios y negros, descendientes de pueblos esclavizados y ubicados hasta el presente en trabajos racializados y superexplotados. La única contraparte a esto ha sido la organización y la movilización de las y los trabajadores.
A Colombia la caña llega temprano, con la colonización, sin embargo, es una producción secundaria hasta finales de 1800, cuando inicia su extensión especialmente en el valle geográfico del Río Cauca. La caña de azúcar se hace uno de los principales productos de la agroindustria nacional hacia finales del siglo XX como resultado del desplazamiento de la demanda internacional de azúcar hacia otros países diferentes a Cuba luego de la revolución de 1959, además del modelo de alquiler de tierras del campo, que entró a reemplazar la producción campesina de estas zonas afectadas por la implementación del libre comercio que desapareció cultivos como el sorgo, el maíz y el algodón. Actualmente, según el DANE, la caña de azúcar es el cultivo agroindustrial que más toneladas produce (más de 31 millones de toneladas en el 2019) y el tercero en extensión de área sembrada después del café y la palma de aceite (299 mil hectáreas sembradas) y, según Asocaña, tiene más del 90% de sus cultivos en los departamentos del Valle del Cauca y Cauca.
Según la misma Asocaña, el sector azucarero genera 265 mil empleos en toda la cadena de suministros. Entre ellos, trabajadores que se ubican en las labores de siembra, tratamiento y cosecha de la caña, en los cañaduzales o en los ingenios. Los trabajadores de estos sectores han tenido una larga trayectoria de lucha y acciones colectivas en demandas que versan sobre sus condiciones laborales que han logrado revertir las condiciones de tercerización y superexplotación que han caracterizado a la industria desde sus orígenes coloniales.
Así lo cuenta un dirigente nacional de Sintrainagro con quien hablamos para una investigación:
En el tema de los contratistas digamos que nos ponían a trabajar 14 ó 15 horas, no teníamos derecho al estudio, no teníamos derecho a la vivienda. En un bus de 30 personas nos transportaban 45 personas en hacinamiento. Nos ponían a cortar caña caliente, o sea, después del cañal recién quemado pues nos ponían a trabajar. Nos cobraban la hoja y el barro [de la caña recogida], o sea algo que llamaban la materia extraña nos lo cobraban. Digamos que al contratista uno le tenía que comprar el mercado, el trago, tenía que comprarle la ropa, todo, entonces muchas veces la plata uno no la veía, el cheque no lo veía. Todo, todo lo que uno trabajaba tenía que entregárselo al contratista en muchas ocasiones. En general en condiciones de esclavitud muy difíciles, o sea se asimilaba a la época de la esclavitud.
Derivado de los sucesivos paros y del fortalecimiento de la organización sindical, los trabajadores han logrado conquistas importantes en cuanto a formalización laboral y derechos sindicales, salud y bienestar social. Por otro lado, la persecución sindical se hace evidente. En este escenario de persecución hacia los líderes sindicales, el sistema de administración de justicia se convierte en el principal aliado.
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También conversamos con un cortero de caña que actualmente labora para uno de los ingenios y nos contó lo siguiente:
Me afilie al sindicato porque es la mejor manera de los trabajadores de llegar a tener una buena estabilidad laboral, contrato a término indefinido. Cuando nosotros nos afiliamos al sindicato ya la empresa nos va ver con otros ojos porque ya nosotros tenemos quien nos represente. Antes cuando no teníamos sindicato, estábamos en los contratos y los contratistas a uno le daban pues prácticamente lo que ellos les daba la gana, cuando nos afiliamos al sindicato pues ya tenemos mejores condiciones de vida porque, pues ya la empresa ahí escucha las peticiones de los trabajadores.
Los corteros de caña entrevistados coinciden en que el principal logro de los paros ha sido la estabilidad laboral y el reconocimiento de la sindicalización. Antes de las huelgas, los despidos y la desprotección ante los patrones era el común denominador. Como lo anota en entrevista un cortero reubicado: “la otra semana también un compañero hizo un reclamo porque le faltaba unos días que no le habían pagado y lo iban a sancionar por ese problema y si él no hubiera estado afiliado al sindicato, el hombre, por eso lo hubieran podido hasta sacar del trabajo o la han podido suspender y ya uno afiliado al sindicato está respaldado, que tiene un apoyo y tiene quien hable por usted”.
El reconocimiento de su labor como trabajo misional y de su derecho a la sindicalización, han posibilitado la negociación anual de convención colectiva que han dotado a los trabajadores de estabilidad y garantías para ellos y sus familias, también de un salario básico, a partir del cual se suma lo que pese la caña cortada, sin descuentos de “materia extraña”.
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Salud
Antes de los paros, a los trabajadores corteros de caña les correspondía comprar sus propios instrumentos de trabajo, ya fuera a partir de sus propios recursos o de los recogidos colectivamente en las cooperativas. Sin embargo, nunca eran suficientes para adquirir equipos de seguridad industrial. Actualmente, todo el equipo de trabajo y de protección es asumido por las empresas, existen inspecciones permanentes y Copasst con participación paritaria de trabajadores y empresa. (Vale la pena aclarar que quienes contratan a los corteros no son directamente los ingenios) Un asunto muy importante derivado de las ganancias adquiridas por corteros en el tema de salud tiene que ver con la reubicación de aquellos con padecimientos de salud por el trabajo que han realizado, que incluso se alcanzó desde el inicio de la vinculación a las empresas formales.
Otro dirigente de Sintrainagro nos contó lo siguiente:
La otra problemática era que el corte de caña, por sus características, veníamos con un alto porcentaje de compañeros en condiciones de incapacidad parcial o reubicados, entonces pues no iban a pasar los exámenes para ingresar a las nuevas [empresas]. (…) Nuestro propósito desde el principio era que pasamos todos y pues así fue, pasamos con enfermos, con personas en estado de invalidez parcial.
Esta posibilidad de ingresar trabajadores a la formalización aún sin pasar los exámenes de ingreso se convirtió en un reconocimiento de su condición de trabajadores subordinados desde antes de la formalización. Las empresas filiales a los ingenios, fruto de la presión de los trabajadores, se hacen responsables de los desgastes en la salud de quienes por años han ejecutado el oficio sin las mínimas condiciones de protección. Al respecto, uno de los corteros de caña que fue reubicado nos contó lo siguiente:
“Claro, el corte de la caña empeora la salud. Yo creo que empeora la salud porque el corte de la caña es un trabajo de movimiento muy repetidos, uno todo el día que trabaja al mismo ritmo, tiene movimientos repetitivos, eso son los movimientos que perjudican la salud, el cuerpo y ahí es donde duele el manguito rotador, viene los desgates del discos de la columna, la cintura; entonces por eso es que han salido muchas personas reubicadas. Uno se puede caer en los zurcos, como me pasó a mí, se puede cortar”.
Los corteros reubicados, por convención colectiva, reciben mensualmente un promedio de lo que recibían antes de la incapacidad laboral, siempre por encima del salario básico.
Bienestar y valoración social
Sobre este tema, conversamos con un dirigente nacional de Sintrainagro que nos contó lo siguiente:
“En el 2015 hicimos una negociación que logramos una prima de navidad, una prima de antigüedad, una prima de vacaciones. Tenemos un fondo de vivienda de 1.300 millones por ejemplo para los compañeros del ingenio XXX que es donde yo pertenezco. Tenemos un fondo de educación de 600 millones de pesos, tenemos paseos para las familias, tenemos vacaciones, tenemos todas las condiciones de un trabajador. Voy a poner este ejemplo, en estos días de la pandemia los trabajadores con morbilidad y los que tenían ya suficiente edad los enviaron para su casa y les pagaron el salario básico con todas las condiciones, con todas las garantías; pudimos implementar unos protocolos de bioseguridad donde en un carro viajaban 15 compañeros. En general, convencionalmente estamos bien, se descansa o sea, ya no trabajamos tantas horas”
Salvo un caso que estaba completando el ahorro, todos los corteros entrevistados han adquirido vivienda gracias a la estabilidad laboral, todos han completado el bachillerato, dos han hecho carreras técnicas y dos carreras profesionales. Los hijos e hijas de los corteros tienen subsidios educativos para todos los niveles de formación, así como sus esposas.
Un tema a destacar en las entrevistas tiene que ver con la valoración social. Todos afirmaron sentirse más respetados por sus jefes y por la empresa a partir del fortalecimiento de la organización sindical. Y más allá. Perciben que la sociedad en general valora su humanidad después de los últimos paros y la concreción de estabilidad laboral:
“Yo recuerdo que uno a veces se subía con el bolso de cortar caña a los buses intermunicipales y la gente cuando veía que yo era cortero de caña, la gente se iba haciendo a un lado, la gente se quitaba le estorbaba ese tema. Hoy en día eso ha cambiado mucho justamente por eso porque hemos ido cambiando el tema mental”, dice uno de los corteros que entrevistamos.
En este tema de la valoración social, todos los entrevistados también manifestaron que las capacitaciones sindicales han incidido en mejorar la mirada que tienen sobre sí mismos y su papel dentro de la sociedad.
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Persecución sindical
La persecución sindical es percibida en mayor medida por los dirigentes de los sindicatos. Si bien, tanto corteros de caña como trabajadores de ingenio tienen mayor estabilidad laboral derivado del activismo y las conquistas sindicales, hay otras formas en las que se hace evidente la estigmatización y persecución de las empresas hacia los dirigentes.
Un dirigente de Sintrainagro nos dijo lo siguiente frente al tema de la persecución sindical:
“Nosotros sabemos, como dirigentes sindicales, que el día que de pronto no seamos dirigentes muchos vamos a ser perseguidos. Nosotros no podemos darnos el lujo de decir no <<yo no trabajo en esta empresa me voy para otra>>, porque aunque se hable de protección de datos nosotros conocemos que los datos de nosotros son datos abiertos a los empresarios (…) las oportunidades laborales prácticamente se cortan en gran manera para nosotros”.
Un trabajador de ingenio afiliado a Sintraicañazucol dice sobre el tema lo siguiente:
“Una desventaja es los ascensos. Con algunos compañeros por el hecho de ser sindicalizados, no los tienen en cuenta para promoverlos a otro puesto. Siempre, por decir algo, hay dos o tres personas que van a postular a un puesto, y si esas cuatro personas hay tres sindicalizados o dos sindicalizados, y dos que no son sindicalizados entonces si hemos evidenciado que le han dado más prioridad a los que no están en el sindicato”.
Otra forma que se puede catalogar como persecución sindical es el siguiente caso: la empresa decidió excluir a las y los afiliados a un sindicato minoritario de la convención colectiva que había firmado con el sindicato mayoritario. Esta acción generó indisposición en la base sindical, y motivó a algunas personas a desafiliarse de este sindicato para afiliarse al mayoritario. La situación fue demandada y el juez decidió proteger el derecho de todas y todos los trabajadores a la igualdad, quedando amparados bajo la convención colectiva del sindicato mayoritario. Aunque fue favorable el resultado, la empresa incidió en que un sindicato perdiera afiliados. También se realiza desde las empresas ofertas a trabajadores para abandonar su afiliación sindical a cambio de prebendas en bienestar social o, incluso, de negociación de liquidaciones para que abandonen voluntariamente sus puestos de trabajo.
Sobre los trabajadores sindicalizados pesa la estigmatización y las amenazas sobre su vida y la de sus familias. Esta situación ha cobrado la vida de dirigentes sindicales de la caña de azúcar y ha provocado desplazamientos de otros por amenazas. Así lo evidencia un dirigente de Sintrainagro: “Posterior al tema de la formalización laboral pues me mataron a un compañero, Daniel Aguirre Piedrahita, pues me tocó desplazarme acá a la ciudad de Cali, desde esa época vivo aquí en la ciudad de Cali”.
A manera de conclusión, es evidente el papel que ha jugado la organización sindical y la acción colectiva en el sector azucarero como mecanismo de revertir las condiciones de trabajo superexplotado en este sector altamente racializado. La caña de azúcar, que ha acompañado y marcado la identidad de gran parte de los pueblos de América junto con otros cultivos de extensión, ha sobrevivido sobre la base del trabajo esclavo y del trabajo precario. Las y los trabajadores han revertido las estrategias de sobreexplotación y han generado precedentes, particularmente en Colombia, sobre la formalización laboral. Con ello, han tenido conquistas importantes que impactan en su calidad de vida, de salud y sobre la valoración social de su trabajo. Pese a ello, sus sindicatos y líderes no son ajenos a las estrategias de persecución y estigmatización sindical: presión por parte de las empresas, estigmatización sobre los dirigentes que les resta libertad para ejercer su oficio, hasta amenazas y atentados contra su vida. Este es el panorama general del trabajo en las labores de siembra, procesamiento y cosecha de la caña, y de las conquistas de quienes en ellas se emplean.
*Los Centros de Atención Laboral es un proyecto implementado por la Escuela Nacional Sindical y financiado por el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos (USDOL).
Hernando Garcia Pérez.:
01/10/2020,Muy. Bien. Adelante. Sugan con sus logros hace falta. Que ingrecen a las amas de casa madres y compañeras que les toca madrugar a las 3 de la mañana a preparar los alimentos para que el esposo pueda cumpkir con las labores asignadas y ese madrugon es gratis deben de pagarles los ingenios. O volver con los casinos y acistencias me toco sudarla en la portatil #. 4. Me retire de esos trabajos. Sin muy duros. Y mal remunerados.