El modelo neoliberal en Colombia ha fracasado y requerimos un cambio
Por: Carlos Julio Díaz Lotero. Analista laboral ENS
La pandemia global del COVID 19 ha dejado al desnudo el fracaso de sistema económico neoliberal, y ha mostrado los efectos de la desindustrialización, de la destrucción de parte de nuestra base agropecuaria, del abandono del sector rural, y de la baja inversión en la infraestructura económica y social de nuestro país.
Se tiró a la basura el mediano desarrollo industrial que habíamos logrado, y parte de la producción de alimentos, situación que hoy nos tiene importando 14 millones de toneladas, las cuales pueden producirse en los campos colombianos y transformar nuestra economía.
Se optó por la mal llamada “locomotora minera”, por poner el centro en operaciones ilegales y la especulación financiera, por una trivial economía de servicios movida por el narcotráfico y el entretenimiento, lo que nos ha llevado a una precariedad laboral que, antes de la pandemia, tenía a casi 14 millones de trabajadores viviendo en el día a día de la informalidad, sin protección social y unos ingresos de miseria, que no alcanzan para una canasta básica de derechos en alimentos, salud, educación, vivienda, recreación, cultura y otros servicios esenciales.
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Los datos del DANE a abril 2020 nos muestran parcialmente la tragedia social y laboral en que nos encontramos a causa de la crisis de salud pública global. La tasa de desocupación es del 19,8%, lo que en cifras absolutas representa 4´083.000 personas. Pero como se puede ver en el siguiente cuadro de indicadores, la población inactiva creció en 4´312.600 personas. Es decir, para suavizar la dureza de la realidad laboral, el DANE borra del rubro de desempleados para clasificarlos como inactivos por desaliento laboral.
En términos concretos, al mes de abril los desempleados superan los 8´400.000, lo que nos da una tasa de desempleo superior al 34%. Y si a lo anterior sumamos a los informales, que se resisten a morir de hambre en sus tugurios de cartón y salen al rebusque desafiando la brutalidad policial, el panorama laboral se encuentra en un escenario apocalíptico.
A la pandemia del COVID 19 se suma la del desempleo y la precariedad laboral, la pandemia del hambre. Y ahora el presidente Duque no quiere llevar a la pandemia de la guerra, al permitir el tránsito de una brigada norteamericana de Asistencia de Fuerza de Seguridad (SFAB) para, supuestamente, “ayudar a Colombia en su lucha contra el narcotráfico”.
Con el permiso del tránsito de tropas extranjeras en el territorio no solo se viola la constitución política, pues es el Congreso de la República el ente que autoriza la presencia de estas tropas en nuestro país, dado que el propósito de la presencia de tropas de los Estados Unidos es la presión y probable agresión militar a Venezuela.
Cualquier persona medianamente informada sobre la crisis geopolítica hoy en el mundo, por la alta tensión de las relaciones entre Estados Unidos, de una parte, y China y Rusia, por la otra, sabe que una agresión a Venezuela es “casus belli” para estos dos últimos países.
El argumento de la presencia militar para combatir el narcotráfico es el peor que pudieron inventar, pues si el gobierno norteamericano quisiera combatir el narcotráfico lo primero que debe hacer es intervenir y meter en cuarentena a “Wall Street”, el centro de operaciones y lavado de dineros del narcotráfico más grande del planeta. Y si Duque quisiera de verdad combatir el narcotráfico, debiera hacer lo propio con el sistema financiero colombiano y no estar bombeado recursos para apalancar sus operaciones especulativas, de dudosa legalidad, en los paraísos fiscales.
El modelo neoliberal ha muerto, y se tiene que enterrar rediseñando un nuevo sistema de crédito global, un Nuevo Bretton Woods, según el modelo que funcionó hasta 1972, cuando Nixon desacopló el dólar del oro.
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En Colombia debemos establecer un nuevo enfoque de la política económica, a fin de promover el desarrollo empresarial con trabajo decente, de acuerdo con los siguientes lineamientos:
- Restablecer el crédito de fomento para el aparato productivo: manufacturas, actividades agropecuarias, empresas tecnológicas, infraestructura económica y social (hospitales y clínicas).
- Crédito directo del Banco de la República al gobierno para la inversión (no gasto burocrático o improductivo).
- Fortalecer la banca pública de primer piso para irrigar recursos a la economía.
- Estabilidad y control de cambios.
- Rediseño del sistema tributario para que sea equitativo, progresivo y eficiente.
- Exclusión de la seguridad social del mercado. No a la intermediación y establecer el giro directo de recursos a los hospitales.
- Mucho diálogo social para concertar políticas y medidas de salida a la crisis, como lo propone OIT.
- Negociación colectiva y respeto al derecho de asociación sindical.
- El Congreso de la República debe abordar un nuevo estatuto del trabajo, de acuerdo con los principios del artículo 53 de la constitución.
Nuestra preocupación no debe ser solo por cuándo y cómo volver a reabrir la economía. Debemos también preocuparnos y pensar cuál es el carácter y enfoque de la economía que se va a reabrir.
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Germán Alberto Mendieta:
02/06/2020,Muy interesante lo que plantea el artículo. Pero el estado también debe mirar como eliminar esas cooperativas de bolsillo que son sólo fachada del narcotrafico y realizar una verdadera amnistía a los que estamos reportados para volver al mundo financiero y caer en las garras de los gota gotas y de las seudo cooperativas