El 27 de abril de 2013 un grupo de 36 trabajadores, hastiados de los malos tratos y el agobiante clima laboral que se respiraba al interior del Metro de Medellín, decidieron conformar un sindicato para defender sus derechos. Sintrametro, lo llamaron.
Todos eran novatos en las lides sindicales, y debieron soportar la fuerte reacción y presión de la empresa para que desistieran de su propósito, tanto que durante meses fueron desconocidos como organización y su pliego de peticiones fue ignorado. No obstante, persistieron y lucharon con la convicción de que estaban en el camino correcto.
Y en realidad lo estaban, porque hoy, tres años después, el panorama laboral en el Metro de Medellín, para bien de los trabajadores y de la misma empresa, es bien diferente, según lo explicó Rubén Cataño, presidente de Sintrametro.
“El giro es de 180 grados. La llamada Cultura Metro también tiene que hacer parte de las relaciones laborales”, expresó el directivo.
El avance más significativo es, sin duda, el gran crecimiento de la membresía del sindicato, que ahora cuenta con 600 afiliados, señal de que los trabajadores creen en el poder del sindicato y ven las ventajas de pertenecer a él. “Antes los mandos medios hacían con los trabajadores lo que querían, nos gritaban, humillaban, nos despedían. Hoy se nota una gran mejoría en el clima laboral, prevalece el respeto, los trabajadores se expresan sin miedo, y por lo mismo ya no padecen tanto estrés”, agregó Cataño.
En la base de todo este cambio el sindicato reconoce la actitud positiva asumida por la nueva administración del Metro, en cabeza de la gerente Claudia Restrepo Montoya, que contrasta con la actitud antisindical y la política de choque que caracterizó a la anterior administración.
“La anterior gerencia no quería saber nada de diálogo con el sindicato, y esa era una de las razones para que hubiera muchos problemas laborales represados, que los usuarios no percibían. La actual gerente es de puertas abiertas, prevalece el diálogo y se tocan todos los temas. Y eso a la misma empresa le ayuda a corregir las fallas de funcionamiento, porque tiene una relación más directa con el sindicato”, explicó el presidente de Sintrametro.
En todo este proceso no solo ha ganado la imagen interna y externa del sindicato, sino que la misma empresa ha sentido el cambio, pues hoy los trabajadores ejecutan sus tareas con más entusiasmo y sentido de pertenencia del que tenían antes, y participan en la mayoría de los procesos.
Uno de los cambios que más se valora tiene que ver con las oportunidades dentro de la empresa, que han mejorado en un 90%, calcula Cataño. Antes los procesos de selección eran a dedo, ahora hay más justicia porque se tienen en cuenta los méritos. Incluso, para garantizar más transparencia, el Metro contrata el proceso selectivo con entidades externas. Y lo mismo ha ocurrido con los procesos disciplinarios, que ahora son más garantistas para los trabajadores, pues antes había muchas arbitrariedades.
Otro cambio positivo se relaciona con las vacaciones. La carga laboral era tanta que las vacaciones se acumulaban, y se daba el caso de trabajadores que completaban hasta 5 períodos sin tomarlas. Igual ocurría con la jornada laboral: había ocasiones en que les tocaba trabajar hasta 30 días seguidos, por uno de descanso. Y por otra parte, la empresa programa los cursos de capacitación en horario laboral, cuando antes lo hacía en el tiempo libre de las y los trabajadores, lo cual es otro avance.
Logros de la nueva convención
El pasado 9 de abril Sintrametro firmó por segunda vez un acuerdo laboral colectivo para los 700 trabajadores que prestan servicios como empleados públicos. Pues es de aclarar que el Metro de Medellín, por ser empresa social y comercial del Estado, tiene también trabajadores oficiales, 900 en total, que negocian aparte sus condiciones laborales.
Esta última convención colectiva tiene una vigencia de 3 años, y entre sus principales logros está la nivelación salarial, que corrige una anomalía crónica en el Metro, donde todavía hay un buen número de trabajadores que ejecutan labores similares, pero devengan salarios diferentes. Según el acuerdo, para finales del año próximo los salarios deberán estar nivelados.
También lograron la reclasificación de cargos, a fin de que los empleados públicos que tengan funciones de trabajadores oficiales queden cobijados por el régimen de éstos últimos y con contrato a término indefinido, lo que les garantiza mayor estabilidad laboral y la posibilidad de negociar pliegos de peticiones formales, no simples solicitudes como les toca a los empleados públicos en el marco del Decreto 160. En tal sentido la Gerencia de Planeación hará una propuesta que deberá ser aprobada por la Junta Directiva del Metro.
Otros logros fueron: el pago de la bonificación por recreación, consistente en dos días adicionales de vacaciones, que la empresa no había pagado; el incremento del Fondo de Vivienda, que ya cuenta con $4 mil millones; mejoras en el tema de traslados, promociones y ascensos; la utilización de todas las carteleras de las estaciones y la Intranet de la empresa para los procesos comunicativos del sindicato; el uso gratuito del gimnasio de la empresa, y un mayor apoyo económico al sindicato.
Demandas al Pascual Bravo
El Metro de Medellín, como casi todas las empresas del sector público del país, no está libre del flagelo de la tercerización laboral.
Los conductores de los trenes y buses alimentadores, y los vendedores de tiquetes, en total unas 550 personas, trabajan con contratos tercerizados a través de la Fundación Pascual Bravo, adscrita a la institución educativa del mismo nombre, de carácter público. Como un buen número de estos conductores y tiqueteadores está afiliado al sindicato, éste presentó para ellos un pliego de peticiones, que la Fundación se negó a negociar, con el absurdo argumento de que su objeto social no es el transporte sino la educación.
Ante esa negativa, el sindicato presentó demanda por violación al derecho de asociación contra el director de la Fundación Pascual Bravo, a quién el pasado 10 de marzo se le imputaron cargos. Asimismo, en diciembre Sintrametro interpuso una querella ante el Ministerio de Trabajo, por intermediación laboral ilegal, toda vez que los conductores y tiqueteadores son trabajadores permanentes y misionales. Esta querella actualmente tiene control preferente y está pendiente de resolución.