Por: Carlos Julio Díaz Lotero. Analista ENS
En un artículo de opinión publicado en el periódico Portafolio el pasado 17 de julio, titulado “Efectos de la reforma a la jornada laboral diurna”, el gerente del Banco de la República de la sucursal de Medellín hace un análisis de la Ley 1846, por medio de la cual el recargo nocturno se empezará a contar a partir de las 9:00 de la noche y no desde las 10:00, como estaba vigente desde diciembre del 2002 cuando se aprobó la ley 789.
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En sus observaciones, el articulista se une al coro del sector empresarial que desde Fenalco, el Consejo Gremial y la Andi ha planteado que la ley 1843 aumentará el desempleo al hacernos menos competitivos frente a otras economías de la región y el mundo, pero con una posición menos pendenciera y supuestamente más técnica y académica.
La ley 789 del 2002 amplió la jornada diurna de las 6 p.m. hasta las 10 p.m., redujo los recargos dominicales y festivos, los recargos de horas extras, y la tabla de indemnización por despidos sin justa causa. El supuesto de la ley era que al reducir los costos laborales se mejoraría la competitividad del país y las empresas crearían 640 mil nuevos empleos. También contemplaba que, si esta meta no se cumplía, se restablecerían los derechos vulnerados.
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Los estudios realizados sobre los efectos de la ley 789 en el empleo son contradictorios, incluyendo el de la comisión de seguimiento que se disolvió en el 2006. Los falsos supuestos en los que basan sus estudios los técnicos del Banco de la República, Fedesarrollo y la Universidad de los Andes para respaldar la reforma laboral de 2002, son los mismos que utiliza el Gerente del Banco de la República de Medellín. Veamos estos falsos supuestos con algunos comentarios:
1- Supuesto: La competitividad es el resultado del deterioro de las condiciones laborales y del empobrecimiento de los trabajadores. Por ello cuando afirma que “Más allá de la dimensión del efecto de esta contrarreforma, lo que está detrás es la competitividad (negrillas mías) e institucionalidad del país”, el mensaje que envía es que la marginal mejora de las condiciones laborales que trae la Ley 1846 para un grupo de trabajadores le hará perder competitividad al país con el consecuente incremento del desempleo.
Comentario: Varios estudios con un enfoque diferente concluyeron que no existen pruebas convincentes de que los movimientos de la tasa de desempleo e informalidad hacia la baja, hayan sido ocasionados por la reforma laboral de la ley 789 del 2002. Los cambios favorables de estos dos indicadores después del 2002, están más relacionados con los cambios de metodología por parte del DANE para la medición de estas variables laborales y con la fase expansiva de la economía mundial del momento. Para el sindicalismo el problema del desempleo no se resuelve desmontando las conquistas laborales, sino impulsando una política económica que fomente la inversión en infraestructura y en la producción manufacturera y agropecuaria, proteja el mercado interno y estimule el consumo con base en incrementos reales de los ingresos de los trabajadores.
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2- Supuesto: El trabajador es una mercancía[i] y el salario es su precio, si baja su precio (el salario) se compra más la mercancía trabajo, en consecuencia se genera empleo. Si sube su precio (el salario) se compra menos la mercancía trabajo, por lo que se aumenta el desempleo[ii]. Cuando el autor del artículo expresa que “Modelos de equilibrio general consideran pérdidas de cerca de 27 mil empleos asalariados, y estimados con base en elasticidades del empleo a los salarios..” quiere decir que al aumentarse marginalmente los ingresos de los trabajadores asalariados en los sectores más beneficiados (restaurantes y hoteles, seguridad y vigilancia, y transporte y comunicaciones) se perderán 27 mil empleos, porque al subir el precio (el salario) de la mercancía trabajador en los sectores señalados los empresarios comprarán menos de esta mercancía.
Comentario: La evidencia empírica muestra que el trabajo no se comporta como una mercancía, pues años después de la reforma laboral de la Ley 50 de 1990, que redujo estándares laborales y sindicales, la tasa de desempleo se duplicó. Asimismo, se han presentado reducciones del desempleo después de incrementos del salario mínimo por encima de la tasa de inflación. Por otra parte, hay muchas críticas a estos modelos econométricos, pues confunden correlaciones con relaciones causales. La sociedad y la economía no funcionan linealmente según lo expresan las ecuaciones algebraicas; es imposible expresar en una ecuación matemática lineal variables sociales, o el impacto de la creatividad humana o de los avances científicos y tecnológicos.
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3- Supuesto: El libre comercio y la liberación del mercado de todo tipo de regulaciones son los medios necesarios para aumentar la inversión, recuperar el crecimiento, la tasa de ganancia del capital y lograr el desarrollo[iii]. Cuando el articulista dice que “para avanzar hacia un país más competitivo es fundamental mejorar la productividad de su capital humano, en un marco institucional que alinee adecuadamente sus incentivos, para lo cual se requiere hacer importantes esfuerzos en la calidad de su educación y en reglas claras y estables que lo hagan un destino atractivo a la inversión”, señala que la competitividad para atraer la inversión debe alinear los incentivos de los bajos estándares laborales con el de los bajos estándares sociales y la baja tributación.
Comentario: La crisis global, las bajas tasas de inversión y de crecimiento de la economía nacional son hechos que contradicen estos supuestos, pues a pesar de las regresivas reformas laborales, de las crecientes barreras de acceso a los derechos sociales, y de las diversas reformas tributarias que han rebajado los impuestos y los aportes parafiscales del capital, la inversión no llega, el crecimiento se contrae y la tasa de desempleo no se reduce de manera sustancial.
Por otra parte, al utilizar el concepto de capital humano, implícitamente hace referencia al marco teórico de la elección y las decisiones personales que hacen recaer la responsabilidad del desempleo y de las desigualdades, no en el sistema neoliberal, sino en los propios trabajadores. El argumento sostiene que si los trabajadores realmente quieren mejorar su estatus económico dentro del sistema, todo lo que tienen que hacer es una elección racional para `invertir’ en más educación y formación profesional. Esta inversión en capital humano mejoraría su productividad marginal, y los mecanismos de la competencia dentro del mercado de trabajo garantizarían su compensación. Los altos costos de la educación en Colombia que dificultan su acceso para los sectores más pobres de la sociedad y los problemas de calidad no son decisiones ni responsabilidad del trabajador.
Expresar que la competitividad depende de la productividad y ésta casi que exclusivamente de la educación es decir verdades a medias o mentiras completas.
Existen precios y tasas en la economía que afectan la competitividad de las empresas y del país. El alto costo de la gasolina y del kilovatio hora de la energía en Colombia le resta competitividad, las altas tasas de interés y los altos costos de los servicios financieros son adversos a la competitividad, la tasa de cambio afecta la competitividad según se revalúe o devalúe nuestra moneda. Podemos ser más productivos que otro país, pero no necesariamente más competitivos sino intervenimos estos precios y tasas.
Asimismo, la productividad no solo depende de una educación de alta calidad y pertinencia, también depende de la infraestructura económica y social, de la investigación científica, de los avances tecnológicos, y de condiciones subjetivas como la motivación del trabajador. Muchos profesionales formados en nuestro país en ciencias de la salud, ingenieros, físicos y matemáticos tienen que emigrar porque no encuentran oportunidades laborales. La educación sin lugar a dudas es condición necesaria pero no suficiente para encontrar empleo.
El diálogo social como mecanismo democrático en el mundo del trabajo para el trámite de los conflictos, es un factor necesario para construir un ambiente de trabajo favorable a la productividad. En Colombia todavía estamos lejos de esta posibilidad, por las dificultades que tenemos en el reconocimiento de la diferencia y por la sistemática violencia anti-sindical que ha contribuido a las bajas tasas de sindicalización y de cobertura en la negociación, así como en la poca eficacia de los espacios institucionales de diálogo social, como la Comisión Nacional de Concertación de Políticas Laborales y Salariales.
Adicionalmente, afirmar que la negociación colectiva entre sindicatos y empresas va en contravía de la competitividad de estas, es una postura retardataria y descontextualizada, porque desconoce que en los países donde se ejerce con intensidad la negociación colectiva existe mayor equidad salarial, productividad laboral y crecimiento económico. Por ello la OIT ha definido la negociación colectiva como el instrumento idóneo para cerrar la brecha de ingresos y las desigualdades económicas y sociales en los países.
La afirmación final de que “Los cambios normativos que obtengan los trabajadores, basados más en la gestión legislativa de un, relativamente, pequeño grupo de trabajadores asalariados organizados, que representan a la totalidad de los ocupados, que en mejoras reales en su productividad, solo van a lograr reducir el tamaño de su pastel, y repartirlo entre menos beneficiarios asalariados”. Esta afirmación desconoce que la remuneración del trabajo viene perdiendo participación en el ingreso nacional desde que se aprobó la ley 789 del 2002, no tiene en cuenta que la misma ley contemplaba el restablecimiento de los derechos si no se probaba su efectividad en la generación de empleo, lo que a nuestro juicio aún no se ha hecho, pues los resultados son muy ambiguos y confusos. Y finalmente fue una promesa de campaña del Presidente Santos para su reelección.
¿Estamos entonces avalando la continuidad de una cultura política del engaño y la mentira? ¿Se puede construir paz incumpliendo las promesas y los acuerdos firmados con los movimientos sociales? ¿Así se construye confianza?
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[i] Lo que contradice el principio de que «El trabajo no es una mercancía» expresado en la Declaración relativa a los fines y objetivos de la OIT (Declaración de Filadelfia).
[ii] Según el liberalismo clásico y neoclásico las leyes del mercado, basadas en el juego de la oferta y la demanda, son la mano invisible que rige el mundo económico y a la larga equilibran la producción y el consumo de las diversas mercancías dentro de las cuales se encuentra el trabajo. El mercado se regula por libre competencia, el trabajador elige libremente su trabajo, la mano de obra se desplaza libremente, el contrato de trabajo es un acuerdo libre entre patronos y trabajadores.
[iii] Para el neoliberalismo la baja tasa de inversión y de ganancia del capital se debe principalmente a rigideces políticas e institucionales que impiden el libre flujo de los recursos desde las áreas menos rentables hacia aquellas de mayor rentabilidad, y estas rigideces se expresan en fenómenos tales como el excesivo poder de los sindicatos, las legislaciones laborales proteccionistas, la excesiva intervención del Estado en las economías, y los costosos programas sociales que a su juicio son un conjunto de factores que ayudan a generar la inflación, disminuyen la productividad del trabajador, fomentan la indisciplina laboral y generan desempleo.