La situación laboral de las mujeres: entre lo invisible, lo precario y lo desigual

8 de marzo: Día Internacional por los Derechos de la Mujer

Por Viviana Osorio Pérez
Encargada Área Temática Mujer Trabajadora. ENS
Este informe trata de ser un compendio panorámico de la situación actual de las mujeres colombianas, en cuanto a su participación en el mundo del trabajo y las condiciones en las que trabajan, según datos extraídos en su mayor parte de los informes del DANE. Pone en evidencia una serie de problemáticas en cuatro temas específicos: precariedad laboral, brechas de género, segregación horizontal y vertical de las mujeres, y finalmente algunas conclusiones de la encuesta que hizo el Gobierno para medir el valor de la llamada “economía del cuidado” y su aporte al desarrollo del país.

Una primera conclusión sería que en Colombia, y en general en América Latina, la pobreza es cuestión de mujeres. En todos los países de la región la tasa de pobreza de ellas es más alta que la de los hombres. Según la CEPAL, tasa de pobreza de las mujeres entre 20 y 59 años de edad excede en un 30%, o más, a la de los hombres de edad similar.

En Colombia hay 4.5 millones de mujeres cabeza de familia, por solo medio millón de hombres en esa posición. Pero además es menor la participación de ellas en el trabajo remunerado, y mayor la precarización y la segregación horizontal (estereotipos en cuanto a las profesiones u oficios considerados como propios de las mujeres) y la vertical (desigualdades salariales y limitado acceso a cargos de autoridad).

Persiste brecha de género en materia de participación y ocupación

La diferencia de las mujeres frente a los hombres en esta materia sigue siendo notable. Para finales de 2013, la tasa global de participación para los hombres fue 75,7%, y para las mujeres fue 54,6%; mientras la tasa de ocupación fue de 71,2% y 48,5%, respectivamente. Esto significa que de 18.5 millones de mujeres que presionaron el mercado laboral, únicamente 9 millones lograron emplearse, mientras que en el caso de los hombres lograron emplearse 12.7 millones. Y a esto se suma que el 57,8% de los hombres inactivos se dedicó principalmente a estudiar, mientras que el 58,1% de las mujeres inactivas se dedicó a oficios del hogar.

En general, las mujeres tienen mayores dificultades para encontrar un trabajo remunerado. Y no solo eso: el 36.1% de las que lo tienen se considera subempleadas, es decir, no están satisfechas con su trabajo, por diferentes razones: el 54.6% porque su empleo no se corresponde con sus capacidades; el 83.6% manifiesta el deseo cambiar de labor para mejorar sus ingresos; y el 41% desea trabajar más horas, ya que tienen una jornada semanal inferior a 48 horas.

Las mujeres sufren más el flagelo del desempleo

Pese a que en los últimos años el desempleo ha bajado en Colombia, y en general en toda América Latina, y a que es mayor participación de las mujeres en el trabajo remunerado, estas aún presentan mayores tasas de desempleo que los hombres. A finales de 2013 la tasa de desempleo nacional fue de 8,2%, pero al desagregarla por género tenemos un gran desbalance: la tasa de las colombianas desempleadas fue de 11,2%, superior en 5,2 puntos porcentuales a la de los hombres: 6,0%. Y con respecto a América Latina su situación es peor, pues en la región la tasa promedio de desempleo en mujeres es 7,9%, por 5,6% de los hombres.

El cuentapropismo, solapa la informalidad laboral de las mujeres

En Colombia el 42% de las mujeres trabaja por cuenta propia. Es la categoría ocupacional predominante entre las mujeres pobres, y por tanto oculta situaciones de informalidad, pues el cuentapropismo no es propiamente emprendimiento laboral formal con protección social, sino un medio de mera subsistencia con muy bajos ingresos, en lo que se conoce como el “rebusque”. Según la CEPAL, las mujeres colombianas, nicaragüenses y peruanas son las que más se desempeñan en esta categoría ocupacional.

Desprotección social

En Colombia únicamente el 29% de las mujeres ocupadas cotiza a cesantías y el 21.7% a pensiones obligatorias. Quiere decir que solo 3 de cada 10 mujeres trabajadoras tienen alguna cobertura en este aspecto. En América Latina, según la OIT, la cobertura de los ocupados en salud y/o pensiones en 2012 era de 66.1% en hombres y 68.3% en mujeres. De tal suerte que 3 de cada 10 trabajadoras/es de la región no tienen ninguna cobertura de seguridad social, ni de salud o de pensiones.

Las mujeres del campo tienen menos independencia económica

El 21.7% del total de mujeres colombianas habita en zonas rurales, y tienen menor autonomía económica que las que habitan en áreas urbanas, como también tienen menos acceso a redes de apoyo y una menor provisión de servicios de cuidado y salud. En Latinoamérica la proporción de mujeres sin ingresos propios en las áreas urbanas alcanza un 30,4%, mientras que en las áreas rurales llega al 41,4%.

Año tras año se abre más la brecha en materia de ingresos

Es un hecho que las mujeres colombianas cada vez participan más en el mercado laboral, pero lo hacen en condiciones de desventaja y precariedad. En materia de ingresos la brecha de género se amplía cada vez. En el 2009 los hombres ganaban 15.8% más que las mujeres, y en el 2012 esta disparidad se había ampliado al 20.9%. A escala mundial, se estima que la brecha de remuneración entre hombres y mujeres es de 22,9%.

De otro lado, la mayor concentración de mujeres en relación con los ingresos, esto es el 28.3%, gana menos de medio salario mínimo legal vigente (smlmv); el 51.7% recibe entre medio y un 1 smlmv. En el caso de los hombres se da una mayor concentración en el rango de 0.5 a 1 smlmv, y el 50.8% tiene ingresos entre 0.5 y 1.5 smlmv. Así las cosas, sólo el 34.8% de las personas ocupadas que devengan más de 1.5 smlmv son mujeres.

Y en correspondencia con lo anterior, por cada mujer que ejerce el rol de patrona o empleadora, hay dos hombres que ejercen ese rol, pese a que las mujeres tienen en promedio 1.1 años más de educación que los hombres y que hay 6.070 mujeres más que hombres que terminaron estudios de educación superior.

Las mujeres tienen los trabajos peor remunerados

En Colombia, casi 3 millones de mujeres son empleadas del sector de servicios sociales, comunales y personales (el 32% de las ocupadas), sector en el que la participación de los hombres ocupados es únicamente del 11%. Pero hay dos sectores que concentran la mayor participación de las mujeres: el primero de comercio/hoteles/restaurantes, y el de servicios sociales, comunales y personales, en ambos sobrepasan el 30%.

En este contexto, el trabajo doméstico merece especial atención, por ser un oficio generalmente precario, poco regulado y sin prestaciones sociales, tanto en Colombia como en la mayoría de países latinoamericanos, pues pocos de éstos han ratificado el Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente para trabajadoras y trabadores domésticos.

En Colombia hay 750.000 personas ocupadas en el servicio doméstico, y de ellas el 95% son mujeres. Pero sólo 8.000 tienen un contrato de trabajo. Sólo en el año 2013 se les reconoció el derecho de afiliación a una caja de compensación y la posibilidad del pago de prestaciones sociales en el trabajo por días. Sin embargo, queda el desafío de hacer efectivo en la práctica este avance.

Por otra parte, la jornada laboral para el trabajo doméstico interno es de 10 horas, frente a la jornada ordinaria de 8 horas, lo cual ya es de suyo discriminatorio. Pero así lo consideró la Corte Constitucional en la sentencia C-372 de 1998, argumentando que “la economía doméstica y la labor desempeñada en la misma poseen unos rasgos particulares que implican una disponibilidad de tiempo diferente y adecuada a las actividades familiares”. Esto culturalmente se explica por la subvaloración social que tiene el trabajo doméstico en tanto se considera connatural al hecho de ser mujer y no fruto del aprendizaje y la experiencia; discriminación que adicionalmente limita las posibilidades de las trabajadoras domésticas a acceder al cobro de horas extras.

Datos de la Encuesta sobre economía del cuidado

Por efecto de la Ley 1413 de 2010, se realizó la Encuesta Nacional de Usos del Tiempo, con el propósito de medir cuantitativamente el valor de la llamada “economía del cuidado” y su aporte al desarrollo del país, a fin de formular políticas públicas al respecto; encuesta que evidencia las desigualdades arraigadas en las familias, y en la sociedad en general, frente a la actividades del cuidado entre mujeres y hombres, y da luces acerca del tiempo que unas y otros destinan a estas actividades.

Lo primero que muestra esta encuesta es que el cuidado es una actividad básicamente a cargo de mujeres, lo que a su vez constituye un obstáculo para su propia independencia económica.

En efecto, las mujeres dedican más del doble de tiempo que los hombres a las labores de cuidado: el 34,6% de ellas destinan 7 horas 17 minutos al trabajo remunerado, mientras que el 89.4% dedica 7 horas 23 minutos al trabajo no remunerado. En tanto que el 57% de los hombres dedica el mayor tiempo al trabajo remunerado (9 horas 5 minutos), y solo 3 horas 10 minutos al trabajo no remunerado.

La actividad en la que los hombres más participan son: limpieza y mantenimiento para el hogar (33.4%), donde la participación de las mujeres es del 68.5%. La actividad de la que más participan las mujeres es suministro de alimentos a miembros del hogar: 72.4%.

Las cargas del cuidado son mayores para las mujeres que habitan en zonas rurales, equivalente al 93%, frente al 60% de los hombres. Y el tiempo dedicado a las mismas es también mayor: las mujeres dedican 5 horas 6 minutos más que los hombres. Y de forma opuesta, las mujeres dedican 4 horas 11 minutos menos que los hombres al trabajo remunerado.

En el caso de las personas con un nivel educativo superior y de posgrado, la participación de las mujeres en el trabajo remunerado es del 48.4%, frente al 61.1% de los hombres. Y en el caso de las labores de cuidado, no remuneradas, la participación es del 87.9% y 70.1% respectivamente.

Al abordar la participación en el trabajo remunerado y no remunerado desde la perspectiva de la edad, tenemos que las mujeres entre 25 y 44 años dedican en promedio 7 horas 56 minutos al trabajo remunerado, y 9 horas 24 minutos a labores de cuidado. Mientras los hombres en este mismo rango dedican 9 horas 46 minutos al trabajo remunerado, y 3 horas 54 minutos al no remunerado.

La diferencia más significativa se halla en el rango de 35 a 64 años, en el que se observa una mayor participación de las mujeres en el trabajo del cuidado no remunerado: 94.6%.

Declaración de la Confederación Sindical Internacional (CSI) a propósito del 9 de marzo, Día Internacional de los Derechos de la Mujer. 

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