Balance del gobierno de Álvaro Uribe Vélez

Serie periodística. Primera entrega


Modelo económico, política laboral, empleo e
informalidad en el Gobierno Uribe

—Opinión de líderes sindicales y analistas económicos—

En los últimos 10 años la economía colombiana mostró un comportamiento económico poco estable. Entre 2005-2007 tuvo un crecimiento promedio de 6.7%, muy alto, que luego, por efecto de la crisis mundial, cayó drásti9camente: 2.5% y 0.4% en los años 2008 y 2009. Pero ni siquiera en el período de alto crecimiento se generó el empleo que era de esperarse. Desde 2003 éste creció en promedio 3.5 puntos por debajo del crecimiento del PIB.
Y hoy, al término del mandato del presidente Uribe, más de 2.5 millones de colombianos en edad productiva están desempleados (más del 12%), situación que afecta principalmente a los jóvenes sin experiencia, a las mujeres y a la población con bajos niveles de educación; el empleo informal está disparado a una tasa récord (58%). Y por si fuera poco hay 20 millones de pobres y 8 millones de indigentes, y el índice de desigualdad lo tenemos en 0.59, lo que ubica a Colombia como el segundo país más inequitativo de América Latina.

Sobre estas cifras y el modelo económico que las posibilita, opinan la ex senadora Cecilia López M.; por las centrales sindicales Tarcisio Mora Godoy, presidente de la CUT; Julio Roberto Gómez Esguerra, Secretario General de la CGT; y Miguel Morantes Alfonso, presidente de la CTC. Asimismo intervienen en temas puntuales los economistas Hugo López Castaño, director del Banco de la República Seccional Antioquia y Ricardo Bonilla G., profesor de la Universidad Nacional.

Tema: Modelo económico

Cecilia López Montaño (Senadora)

Colombia tiene un modelo económico que estimula las desigualdades, ensancha la población pobre porque estrangula la clase media, que es la base de la democracia. Por eso es un modelo que debilita la democracia. No es de ahora, empezó a perfilarse cuando dejamos el modelo de industrialización y abrimos la economía. Lo que hizo el Gobierno Uribe fue acentuar las dificultades inherentes a este modelo. Qué tenemos hoy: una estructura productiva estancada, con pequeñas modernizaciones pero no muchas; un sector servicios en la informalidad y no en la modernidad; una clase media estrangulada, unos pobres recibiendo limosna y unos empresarios supermillonarios.

Uribe hizo una combinación perversa: dejó que la economía creciera solamente en sectores que no generan empleo, abarató el capital mediante subsidios y exenciones tributarias por muchos billones de pesos, y flexibilizó más el mercado laboral, especialmente con el impulso a las cooperativas de trabajo asociado, lo que se tradujo en incremento de la informalidad.

Un pilar del modelo económico de Uribe fue la llamada Confianza Inversionista, o sea la premisa de que son los empresarios, nacionales y extranjeros, los motores del desarrollo, y en consecuencia hay que darles todas las facilidades para que aumenten su productividad, generen empleo y ese empleo genera cohesión social. Y en efecto, los empresarios tienen un capital más barato y aumentaron su tecnología, pero no generaron trabajo decente.

Veamos lo que pasó en la industria, donde los empresarios tienen dos alternativas para incrementar su productividad: contratar más mano de obra, o aumentar la tecnología. Pero como el Gobierno les dio estímulos y descuentos tributarios altos, y además tuvieron un período largo de revaluación, les fue fácil importar maquinaria nueva y algo de transformación productiva generaron. ¿Cuánta? No sé, pero algo hubo. En el agro el Gobierno sí la embarró. Allí también aplicó la Confianza Inversionista, pero no hubo transformación productiva. A los palmicultores y los azucareros los se les subsidió para que siguieran haciendo lo mismo, porque para producir diesel y etanol no tuvieron que hacer mayores transformaciones. Se quedaron con la plata y los grandes desarrollos que prometieron todavía no se ven. Total, en el campo no se generó empleo ni se produce nada distinto a lo que se producía hace 8 años.

La inversión extranjera tuvo todas las prebendas, y el grueso de esa inversión fue al sector minero. Hoy nuestra economía la sostiene el petróleo y la minería, porque priorizamos los recursos naturales y nos volvimos exportadores de bienes primarios, modelo que tiende a polarizar la sociedad porque fortalece un sector muy rico que, como el minero, no transfiere tecnología, no distribuye riquezas ni genera empleo.

El complemento de la Confianza Inversionista es la creencia de que el solo comercio exterior es factor de desarrollo, y olvida que la demanda agregada es muy importante. La ve como una competencia del comercio, y resulta que es complementaria. Todos los países que desarrollan un sector exportador grande empiezan por surtir el mercado interno, porque si la camisa queda mal hecha la gente se la aguanta, hasta que la mejora y la puede exportar. Este gobierno se comprometió a firmar más de 50 acuerdo comerciales con otros países y no se ha dado cuenta de que el 80% de la economía del país es demanda interna, depende de lo que compren los colombianos. Pero si no se genera un empleo decente con ingresos altos, y además abruma la informalidad, pues la demanda interna no mueve.

Por otro lado, para que los acuerdos comerciales funcionen el país deber tener una buena oferta exportable. Hoy tenemos la misma oferta que hace 30 años, no hay innovación. Seguimos exportando café, petróleo, banano, oro y una cantidad de cosas chiquitas. Pero los 11 productos importantes son los mismos, y los llevamos a los mismos países. Y adicionalmente, el país no ha podido consolidar una infraestructura competitiva, y eso eleva los costos de operación; ni sabe negociar los TLC. Su idea es negociarlos rápido y aprobarlos cuanto antes. Pero así no se negocia.

Cuando se elige competir en el comercio exterior la mano de obra tiende a verse no como un motor sino como un impedimento del crecimiento. Entonces hay que bajarle el precio, al estilo China. Y eso estrangula un país como éste, porque al menos China tiene una política social que Colombia no tiene. De eso se dio cuenta el presidente Uribe, sabía que ese modelo iba a alborotar el tema social, entonces apeló a una política social asistencialista. A los pobres les dijo: yo no les doy empleo, pero les doy subsidios, como Familias en Acción y los otros programas que aglutinan unas 12 millones de personas. Es el llamado Estado Comunitario, que termina en populismo por la manera como el presidente lo aplica, además con unos fines políticos claros.

Otra debilidad de Uribe es que no tuvo equipo. En un país tan complejo como éste, el presidente no puede pretender resolver todos los problemas él solo. Colombia siempre ha tenido equipos económicos muy fuertes. El peor en muchos años lo tuvo Uribe. Ha sido un gobierno de la microgerencia mezclada con populismo. Lo otro fue que irrespetó algo que era sagrado: las cifras. Este gobierno se especializó en manipular las estadísticas, cambió las metodologías. Por ejemplo, para que el gasto en la guerra no fuera el 6% del PIB, cambió la base de medición y eso lo rebajó casi a la mitad.

Al presidente Uribe hay que reconocerle cosas positivas. Primero: le devolvió el valor a la presidencia, que venía muy desprestigiada. Segundo: su gran capacidad de trabajo, porque veníamos de un gobierno como el de Pastrana que tenía la fama de ser muy Light. Aunque creo que Uribe es como el ratón: que entre más trabaja más daño hace. No tiene el tiempo ni la rigurosidad para sentarse a reflexionar, no oye.

Tarcisio Mora G. (Presidente CUT)

El modelo que aplicó el presidente Uribe estuvo dirigido a privatizar empresas públicas, a fortalecer a los ricos y las multinacionales mediante subsidios, y abandonó las políticas sociales.

El resultado: más de 20 millones de pobres y una informalidad laboral altísima, porque hubo más interés en flexibilizar que en crear empleo formal, que no hace parte del actual modelo económico. Es un modelo al que le estorban el contrato laboral a término indefinido y las garantías sindicales, por lo que acentuó la política de exterminio sindical: levantamiento de fueros, persecución y el fomento de la tercerización laboral. Cada vez los trabajadores con contrato indefinido son más pocos, y una gran masa está sometida a contratos basura y sin posibilidades de organizarse sindicalmente.

En este gobierno las cooperativas de trabajo asociado fueron un instrumento eficaz para abaratar mano de obra, evitar la organización sindical y explotar inhumanamente a los trabajadores. Las CTA se encuentran en crisis y la gente no quiere saber nada de ellas, son un fracaso, una ilusión que los empresarios y el gobierno nos vendieron como una solución a los problemas de empleo. El caso del paro de los corteros de caña es emblemático. Mostraron que lo suyo era una situación de explotación en grado inhumano y lograron recibir de la sociedad y del mundo un gran respaldo.

Julio Roberto Gómez E. (Secretario General CGT)

El Gobierno Uribe no ha querido reconocer que el modelo de desarrollo que sigue el país es altamente inconveniente. Se fundamenta en la concentración de la riqueza, en darle todo el juego al sector financiero, privilegiar una economía especulativa por encima de la productiva.

Con el modelo cepalino de los años 70 tuvimos tasas de desempleo muy bajas. Uno como obrero se daba el lujo de que si no le gustaba una empresa cogía su herramienta y se iba, y en cuestión de días conseguía otro empleo. Con Pastrana el desempleo subió al 20%, resultado de la apertura económica impulsado por Gaviria. Y en el Gobierno Uribe tuvimos 6 años con tasas de crecimiento de las más altas de América Latina. Ahí se comprobó que la gran falla de este modelo es que el crecimiento de la productividad no es sinónimo de empelo y distribución de riqueza. Hoy estamos en tasas de desempleo del 14% y de informalidad superiores al 50%.

Las formas tercerizadas de contratación, la precariedad laboral, se acentuaron de manera brutal: cooperativas de trabajo asociado, contratistas, órdenes de prestación de servicios, contratos de cortísima duración. Tenemos pues un problema serio de deslaboralización de las relaciones capital trabajo.

Miguel Morantes A. (Presidente CTC)

La clásica regla de oro del neoliberalismo: enriquecer a los ricos para ver si les sobra algo para los pobres, fue la que aplicó este gobierno. Privilegió a una élite a la que le fue muy bien, los banqueros están llenos de plata. El problema es que la riqueza no se irriga hacia abajo, como dice la regla del neoliberalismo. Ha fallado, a nadie le ha servido, ni siquiera a quienes la promovieron. Miren cómo están ahora Estados Unidos y Europa, las dificultades en las que están.

Para que el país se enrute por donde tiene que enrutarse, hay que desechar el modelo Uribe, un presidente que debió aprovechar la popularidad que tiene para haber resuelto en buena parte el problema de la pobreza, y no lo hizo. Lo que sí hizo, por ejemplo, fue reforzar las cooperativas de trabajo asociado. La Ley 1233, que regula las cooperativas, intentó llevarla a la Comisión de Concertación, pero nosotros nos negamos a discutirla. Por lo menos la CTC fue contundente en eso. No se trata de reglamentar o adornar la figura de las cooperativas, sino de acabarla, porque es perversa, es injusta, va contra el trabajo decente. Son bolsas de empleo organizadas por los empleadores con algunos testaferros para abaratar la mano de obra y mantener a los trabajadores casi en esclavitud, sin derecho a negociación colectiva ni a huelga. Con esta figura se hacen dos daños: explotar a los trabajadores y enturbiar el buen nombre del cooperativismo.

Ricardo Bonilla G. (Académico)

El gobierno Uribe indujo a la modernización tecnológica, hubo desplazamiento de mano de obra por efecto de la nueva maquinaria, y sin embargo la productividad no aumentó.

En materia de política laboral hubo un cambio fuerte en el sector industrial. Nos encontramos con que los contratos permanentes están en vías de extinción, predominan los temporales y las cooperativas de trabajo asociado, lo que implica reducción de costos laborales. El trabajo ha perdido 13 puntos en la participación del valor agregado industrial, puntos que pasaron a las distintas formas de distribución de beneficios.

En esta segmentación del mercado de trabajo se ha creado un mundo bipolar, en el que, de un lado, están los trabajadores que tienen condiciones laborales formales: afiliación a un sistema contributivo de salud, a un fondo de pensión y a un seguro de riesgos profesionales, respaldo para una contingencia en caso de desempleo (cesantías), un ingreso diferido para atender algún gasto adicional en su hogar (primas legales), un descanso pago (vacaciones). Derechos éstos que hoy algunos consideran beneficios extraordinarios, cuando son las condiciones mínimas que debe tener normalmente una persona que trabaja.

La tercerización laboral se inició en el país hace unos 30 años. Las cooperativas de trabajo asociado son más nuevas, se empezaron a usar en forma luego de la crisis de 1999, cuando los empresarios, para quitarse costos, empezaron a desmontar sus plantas de personal. Lo que hace el Gobierno Uribe es fortalecer aún más el mecanismo de las cooperativas. La reforma que les hizo en el 2006 dejó intacto el mecanismo como tal, que es de precarización del trabajo y sólo contribuye a reducir costos laborales y a dejar a los trabajadores expósitos, pues les desconoce la relación laboral contractual.

Hugo López C. (Analista)

A comienzos de esta década teníamos tasas de inversión del 16%, y en el 2007 son del 26%. Eso permitió un desarrollo económico.

Las deducciones tributarias a la inversión apenas se empezaron a implementar hacia el 2004, y pueden tener buenos resultados hacia el futuro, que son, primero, un alto costo fiscal; segundo, hay sectores mineros: petróleo, carbón, oro, o de infraestructura básica que tienen exenciones tributarias sobre inversiones que habrían hecho con o sin esas exenciones. En ese sentido me gusta la propuesta de Jesús Botero, de la universidad Eafit: mantener esas exenciones para no desestimular la inversión, pero darlas sobre el valor de los parafiscales totales pagados para que se dirijan más hacia sectores que generen empleo. Me parece una propuesta que hace que los inversionistas se preocupen más por el empleo.

Tema: Política laboral, empleo e informalidad

Julio Roberto Gómez E. (Secretario General CGT)

Cuando se empezó a discutir en el Congreso la Ley 789 de 2002, de reforma laboral, nosotros nos opusimos porque nos dimos cuenta de que no iba a generar empleo ni a favorecer a los trabajadores. Es una ley que vino a complementar todas las injusticias de la Ley 50 de 1990, y al igual que ésta, prometió ríos de leche y miel, pero lo que hubo fue ríos de miseria y de hiel para la mayoría de la clase trabajadora. Llevó la jornada diurna hasta las 10 de la noche, introdujo cambios nefastos en la contratación, estableció un sistema de liquidación distinta de dominicales y festivos, les rebajó a los aprendices sus condiciones laborales. Mejor dicho: le metieron la mano al bolsillo a la gente más pobre: trabajadores de la vigilancia, la hotelería, el comercio, sector de la salud, etc. Y no se generaron los empleos prometidos.

También estableció esta ley el subsidio al desempleo, que fue un embeleco: un subsidio por sólo 6 meses, pero para obtenerlo había que demostrar afiliación a una caja de compensación en meses anteriores. Y se financió con los recursos que las Cajas de Compensación les pagaban a hijos de trabajadores que estaban estudiando, o sea que fue quitarles a los pobres para darle a los miserables.

Ahora, qué pretende el DANE cuando dice que hay una tasa de informalidad del 58% respecto a la población económicamente activa. No creo que la cifra sea tan alta. La tasa puede que esté llegando al 50%, porque si estuviéramos en el 58% este país sería inviable económicamente. Lo que veo es que se está llevando a economía informal todo lo que es microempresas. Esto puede llevarnos a una situación de resignación.

Miguel Morantes A. (Presidente CTC)

Hoy media Colombia está en el rebusque. No hay generación de empleo decente. El que se genera es precario: cooperativas, contratos de prestación de servicios y otras formas de explotación. Un joven no puede tener hoy un proyecto de vida, no puede ni planear casarse porque no tiene ingresos seguros. Y eso no se compadece con las enormes ganancias del sector financiero, por ejemplo.

Nosotros decimos que no hubo en este gobierno reducción de la pobreza. Lo que cambió fue la forma de medirla, y la forma de medir el desempleo, que es mayor que el que dice el Gobierno. Le dieron énfasis a los inactivos. Es decir, en el mes de abril yo estuve buscando trabajo, pasé hojas de vida, ya en mayo no las pasé porque esperé que me contestaran las solicitudes de abril. Entonces en mayo no aparezco como desempleado sino como inactivo. Por eso es que no les cuadran las cuentas.

Ahora, con la ley de reforma laboral del 2002 se perdió lo que quedaba de las conquistas históricas de los trabajadores. Lo grave es que argumentaron que se hacía para disminuir costos laborales a fin de crear más puestos de trabajo. Pero ese objetivo no se cumplió. Y algo que pintaba como positivo en esta ley: el seguro del desempleo, fue un canto a la bandera, una mentira en la práctica. Apenas cubrió al 3% de los desempleados.

Ahora se está ventilando mucho la idea de acabar con los parafiscales para generar empleo. Pero lo que van a hacer es matar al Sena, al ICBF y las Cajas de compensación familiar, para favorecer a los empresarios porque con esa fórmula no se va a generar empleo. Le coloco un ejemplo: la CTC tiene en sus diferentes oficinas 110 trabajadores, y si se nos dice que no paguemos más parafiscalidad, nosotros con eso no vamos a crear un solo empleo más, sencillamente porque no lo necesitamos. Ni nadie va amontar una empresa porque ya no le toca pagar parafiscalidad. Eso es paja. Los únicos instrumentos mediante los cuales se ha podido meridianamente hacer alguna redistribución del ingreso, es la vía de la parafiscalidad.

Tarcisio Mora G. (Presidente CUT)

En el 2002, empezando el Gobierno Uribe, éste hizo aprobar del Congreso la Ley 789 de reforma laboral, con el objetivo expreso de generar 700 mil empleos. Pero éstos no se crearon, y sí en cambio les robaron a los trabajadores 4 horas nocturnas y recargos dominicales. Se calcula que los empresarios se ganaron con ese regalo del Gobierno unos 3.2 billones de pesos.

Ricardo Bonilla G. (Académico)

En el tema laboral, la principal intervención del gobierno Uribe fue planear la Ley 789 de 2002, que inicialmente era más ambiciosa de lo que resultó. Las primeras propuestas estaban dirigidas a desmontar los parafiscales. Pero cuando llegó la discusión en serio se encontraron con que programas como los de Bienestar Familiar y el Sena se quedarían sin financiación, entonces se bajaron del bus. Pero no se podían bajar de la reforma porque ya estaba plantada. Ésta finalmente terminó en lo de la eliminación de 4 horas en la jornada nocturna, el recorte de los dominicales y todo lo demás. La justificación de esta ley, como ocurre con todas las reformas laborales, fue generar empleo. Pero no lo logró. En realidad lo único que logró fue reducir los costos de las empresas que trabajan más de dos turnos.

Hugo López C. (Analista)

En este periodo creció el empleo calificado con algo de estudios superiores, pero el empleo asalariado raso no creció. En ese sentido el 2008 fue espantoso, en el 2009 hubo una recuperación parcial.

Sobre la reforma laboral que se hizo al comienzo de este Gobierno hay varias opiniones. La mía es que sirvió. Yo sé que el movimiento sindical quisiera echarla para atrás, pero yo creo que tuvo algún impacto en la generación de empleo. Recuérdese que en el 2002 el desempleo rondaba el 20%.

Me parece que el tema más grave hoy es la informalidad. Ésta se había disparado con la crisis de 1999. Después se quedó menos o menos estática, pero la crisis de 2008 la empeoró. Hoy la tenemos en los niveles históricos más altos. El empleo moderno esta sesgado con respecto al no calificado, y la fuerza laboral está sesgada con gran énfasis en población no calificada, y eso produce un desajuste que genera un alza en el excedente laboral, que se traduce en desempleo e informalidad.

La pobreza y la pobreza extrema se habían disparado con la crisis de los años 90. Tuvo un proceso de caída hasta el 2007, y volvió y subió en el 2008, sobre todo la extrema pobreza. Hubo mejoras parciales, pero estamos muy mal. Hoy nuestro problema es atender la gran masa de gente pobre e informal. El 44% de los trabajadores del país ganan menos del mínimo. La evasión dentro de los obreros y empleados rasos con hasta el bachillerato es alta, por ahí el 16% en las principales ciudades. Por ejemplo en Pasto es el 48%.

El reto es ver cómo aceleramos el acceso de los jóvenes más pobres a la formación para el trabajo y a la educación superior, para que accedan a empleos modernos y los hijos de las clases populares no repitan el destino de sus padres. Estamos sacando más de 800 mil bachilleres anuales. En el 2004 sacábamos 600 mil. Y las empresas no enganchan sino gente calificada.

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