Trabajadores y sus familias deben ser los primeros defensores del proceso de paz y promotores del SÍ en el plebiscito

Trabajadores y sus familias deben ser los primeros defensores del proceso de paz y promotores del SÍ en el plebiscito. Dice Alfonso Velásquez, encargado de asuntos sindicales del Partido Comunista

En la coyuntura del acuerdo de paz que se está terminando de “cocinar” en La Habana, y ante la inminente convocatoria a un plebiscito refrendatorio de este acuerdo, resulta interesante consultar los planteamientos y la opinión del encargado de los asuntos sindicales del Partido Comunista, un colectivo político que ha tenido un papel protagónico en el proceso de paz, y que está “jugado” por el SÍ al plebiscito.

Se trata de Alfonso Velásquez Rico, quien en la actualidad integra el Comité Central y del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Comunista, y es además un dirigente sindical con una larga trayectoria, como quiera que perteneció e la Junta Nacional de la otrora CSTC, fue presidente del sindicato de trabajadores del caucho y el plástico, y en los años 80 fue fundador de la CUT, central en la que integró el Comité Ejecutivo Nacional hasta hace 4 años.

La Agencia de Información conversó con él sobre las nuevas realidades que han surgido, o puedan surgir, en el plano laboral y sindical dentro del marco del proceso de paz:

Alfonso Velásquez R
Alfonso Velásquez R
  • Como responsable de los temas sindicales del Partido Comunista, ¿cuál es su papel en torno al proceso de paz?

Hemos estado atentos del desarrollo de las conversaciones entre las FARC y el Gobierno. Tenemos todo el interés en este proceso de paz y hemos sido sus difusores en los congresos y asambleas que ha realizado el Partido. Estamos pues jugados por el SÍ en el plebiscito de refrendación, que es el primer tiempo, y queremos seguir jugando en la implementación de los acuerdos, que es el segundo tiempo y es un proceso más largo.

  • Desde la óptica del Partido Comunista, ¿por qué es importante que el sindicalismo participe activamente en este proceso de paz?

Desde cuando se creó la primera organización de los trabajadores a principios del siglo pasado, la actividad sindical ha sido perseguida de una manera si se quiere tenebrosa por parte de quienes administran el establecimiento, por las empresas nacionales y multinacionales. Ejemplos de ello es la persecución a las luchas de los trabajadores petroleros, bananeros y el artesanado, persecución que ha sido tanto jurídica como violenta, contra la vida de los sindicalistas. Por eso deben ser los trabajadores y sus familias los principales defensores de una negociación como la que está a punto de culminar en La Habana. En particular quienes pertenecemos al Partido Comunista, que hemos sido impugnados de guerrilleros, ese es el trato que nos han dado. De hecho, los crímenes de Estado y el genocidio de la Unión Patriótica eliminaron algunos compañeros que ejercieron la actividad sindical en sectores como el petrolero, el cementero, el magisterio, y en algún momento ocuparon cargos de elección popular.

  • ¿Y cómo puede revertir esa situación un acuerdo de paz con las Farc?

Creemos que un proceso de paz como el que está avanzando, no elimina el conflicto como tal, pero sí, mediante otros mecanismos, permite lograr avances en la confrontación entre el capital y el trabajo. Si nos han conculcado nuestros derechos por medio de la guerra, queremos que una paz sostenible y duradera en el tiempo traiga una serie de acomodamientos y reformas positivas en el campo laboral.

  • ¿Cuál podría ser la agenda para el posconflicto por parte de los trabajadores y sindicatos?

Precisamente venimos haciendo reuniones con las escuelas de formación sindical con el objetivo de ir confeccionando una agenda. Hay que tratar de rescatar mediante la movilización y la acción social el contrato de trabajo formal y con derechos, lo que permitirá fortalecer las organizaciones de trabajadores y recuperar derechos que nos han sido arrebatados. También está el tema del Estatuto del Trabajo. No creemos que el Congreso de la Republica actual dé garantías para resolverlo. Pero adicionalmente hay que rescatar la vocación de poder de los trabajadores y sus familias, que se sientan representados en los órganos ejecutivos y legislativos donde se toman las decisiones. En esencia, que los trabajadores vuelvan a creer en una institucionalidad en la que hoy no creen porque los ha golpeado terriblemente; y muchos no creen ni en sus propios dirigentes.

  • ¿Y cómo debe construirse esa agenda en los sectores sindicales donde el Partido Comunista tiene influencia?

Debe construirse desde las bases, desde las asambleas de los trabajadores, en las veredas, los municipios, las regiones, las ciudades, porque cada sector tiene características distintas. La idea es que no haya asamblea o reunión de trabajadores donde no se hable de la importancia histórica del proceso de paz, y buscamos que también lleven a sus familias para que conozcan de estos temas. Porque es escuchando a los trabajadores y sus familias como podemos confeccionar un programa mínimo de gobierno para que el movimiento sindical le hable al país. La idea en esencia es construir un modelo alternativo de desarrollo al neoliberalismo.

  • ¿En esa tarea pedagógica cómo les ha ido, han tenido impedimentos, problemas de seguridad?

Hemos avanzado, pero uno quisiera que hubiera más tranquilidad para desarrollar esa tarea, incluso que los agentes del estado, policías y soldados, pudieran vincularse también. Como también es deseable que quienes estamos haciendo pedagogía con los trabajadores y la población tuviéramos más facilidades y recursos para movilizarnos, que pudiéramos acceder por ejemplo a los recursos de la cooperación internacional que maneja el Gobierno, para que en este primer tiempo podamos fortalecer el SÍ en la refrendación, y tener más espacio de participación en la posterior implementación de los acuerdos.

  • ¿Qué espacios podría tener el sindicalismo en la nueva agenda que se le abre al país tras los acuerdos de La Habana?

La agenda que tenían las Farc y el gobierno está jugada, ya está en su último pulso en La Habana. Lo que quisiéramos es que antes de que termine el proceso se deje por lo menos abierta una negociación con las organizaciones sociales y en especial con las sindicales. Me refiero a que, por ejemplo, se pueda abrir un escenario distinto a la Comisión Nacional de Concertación, en la que los trabajadores siempre hemos sido derrotados. Necesitamos un espacio donde los trabajadores tengamos una vocería más directa.

  • En cuanto al desarrollo del agro, que es el primer punto del acuerdo Farc-Gobierno, ¿qué posibilidades le ve en lo laboral y lo sindical?

Hay unos temas que están en los puntos pendientes, como el manejo del fondo de crédito para el ejercicio de la propiedad y los proyectos productivos de los campesinos, en la perspectiva de garantizar la seguridad alimentaria. Creemos que es mediante el sistema cooperativo y otras formas de la economía solidaria como estos proyectos se van a implementar en regiones, donde prácticamente no hay presencia sindical. A su vez con los trabajadores del sector industrial y comercial en las ciudades se pueda hacer una cadena para recuperar los derechos que han sido conculcados. Se trata de buscar que se desarrolle una alianza obrero campesina y popular.

  • ¿La formalización laboral de los trabajadores del campo es una meta posible?

Los puntos 1 y 3 de los acuerdos de La Habana tienen elementos que permiten que se formalice el trabajo en el campo, que hoy es casi totalmente informal. Según datos publicados por la ENS, allí el 91% de los trabajadores devenga menos de un salario mínimo legal, y la mayoría de ellos devengan la mitad del salario mínimo. Creemos que la Comisión Nacional de Concertación debe ocuparse también de ese asunto, y no limitar su papel a la discusión del porcentaje de aumento salarial al final del año. Es necesario que haya garantías para que la gente en el campo tenga mejores ingresos, y si es con el modelo cooperativo como se van a implementar los proyectos productivos en las regiones, necesariamente estos deben complementarse con desarrollo de proyectos de infraestructura que generen empleo, como la apertura de carreteras, etc. Los habitantes de esas regiones deben tener prioridad en esos empleos. Lo que hay que tratar es que los trabajadores del campo no se vengan a engrosar los cordones de miseria de las ciudades.

  • ¿Cómo se están coordinando las acciones en las organizaciones sindicales del campo en las que el Partido Comunista tiene influencia?

El Partido tiene influencia en organizaciones sindicales de pequeños propietarios y jornaleros, Fensuagro es una de ellas. Desde el momento en que el proceso de La Habana llegó al punto de la irreversibilidad, empezamos a hacer ejercicios de pedagogía con estas organizaciones de campesinos para que conozcan el contenido de los acuerdos, de la mano incluso con los guerrilleros de las Farc, porque la guerrilla es una realidad en esos territorios. Es importante también involucrar a los alcaldes y las autoridades regionales para que cuando entreguen las tierras a los campesinos el proceso no sea manejado desde la capital de la República sino desde las mismas regiones.

  • ¿Cree que este proceso va a dejar fortalecido al sindicalismo agrario?

Los trabajadores del campo son minoritarios frente a los trabajadores urbanos, pero siguen siendo un porcentaje importante. Tienen una importancia estratégica, como quedó demostrado con las movilizaciones y acciones de la cumbre agraria en los paros del 2014 y el que tuvo lugar recientemente, que se sintieron con rigor también en las ciudades. Es bueno que esa importancia estratégica sea comprendida.

  • Finalmente, ¿cómo está viendo la actuación y la unidad del sindicalismo en torno a la cruzada por el SÍ en el plebiscito?

Es una de nuestras preocupaciones. En el movimiento sindical hay algunos sectores que tienen opiniones políticas que están en contravía, unos porque no creen en el proceso, otros porque dicen que ese no es el proceso que esperaban; e incluso al interior de las centrales sindicales hay quienes creen que si gana el SÍ se estaría fortaleciendo la política neoliberal y antisocial de Santos. Nosotros estamos en ese debate. Si en este proceso de paz coincidimos con el gobierno de Santos, pues que coincidimos, ¿qué problema hay? La paz nos interesa a todos los ciudadanos, no solo a los trabajadores, el resto lo vamos discutiendo en el camino. Lo que queremos es sembrar la vocación de poder de los trabajadores, que se ha perdido, y eso implica que éstos crean que pueden asumir un rol de mayor dirección en la sociedad.

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