En Estados Unidos la situación laboral y sindical no es color de rosa, y cada día empeora

—Entrevista con Brian Finnegan, de la AFL-CIO—

Es un hecho que el modelo económico neoliberal -en lo que a garantías y derechos laborales y sindicales se refiere- ha hecho estragos en todo el mundo; tanto que ni el propio Estados Unidos, país donde se “cocinó” y afianzó este modelo, se salva de tales estragos, los cuales se materializan en fenómenos como: congelamiento de salarios desde hace muchos años, incremento del trabajo informal y el empleo precario, persecución y acoso al movimiento sindical, y un sistema fiscal que abiertamente favorece a los ricos y poderosos, entre otros.

Es la conclusión que salta de bulto de la entrevista que esta agencia de información le hizo a Brian Finnegan, Coordinador Global de Derechos Laborales de la AFL-CIO, la principal confederación sindical de Estados Unidos.

El señor Finnegan fue uno de los delegados fraternales del sindicalismo internacional invitado al VI Congreso de la CUT en Santa Marta, y con él sostuvimos esta breve conversación:

Se cree que, a diferencia de lo que sucede en los países del llamado tercer mundo, Estados Unidos es un país sin mayores problemas laborales y sindicales. ¿Es cierta esa apreciación?

No lo es. Hay que reconocer que tenemos muchos problemas laborales y sindicales. Para comenzar, está el tema de los salarios, que es lo que más preocupa al trabajador. Tenemos 40 años con salarios congelados, no hay aumento real desde 1973.

¿Y cómo se define allá el aumento salarial?

No hay una regla como acá en Colombia, donde el aumento salarial se define cada año vinculado a un índice de precios, al IPC. Eso no existe en Estados Unidos. El aumento depende del poder del movimiento sindical para negociar colectivamente a nivel de cada empresa, ni siquiera por sector. En los años 90 tuvimos un aumento del salario mínimo, que quedó en 7 dólares y 25 centavos por hora, que es muy poco. Es un salario de miseria que no da para subsistir una persona en una ciudad, mucho menos una familia. En varios estados y ciudades tenemos salarios mínimos diferenciados, y ahí sí hemos logrado algún avance, se ha podido mejorar ese salario mínimo. Pero como dije, el salario promedio no ha aumentado desde hace 40 años, mientras el lucro de las empresas sí ha subido bastante. Ahora hay proyectos de ley, esfuerzos para lograr que aumente.

¿Y eso qué efecto ha tenido en el frente de la equidad, del bienestar social?

Y eso ha llevado a un aumento fuerte de la desigualdad. Es un proceso que se inició desde los años 80 en Estado Unidos, que cada vez está peor en el tema de la equidad. La concentración de la riqueza allí es más fuerte en comparación con Canadá y muchos países de Europa. Hasta el punto de que algunos ricos están preocupados, porque en el largo plazo eso tampoco les sirve a ellos, puede haber una rebelión o problemas serios.

¿Entonces ya podemos hablar de que hay lucha de clases en Estados Unidos?

Yo diría que sí, pero la tendencia es a negarlo, o a no llamarlo con ese nombre. Pero la gente sí tiene claro que hay conflicto de clases, que los ricos cada vez se benefician más de la riqueza del país. Desde hace unos seis años hay crisis financiera y de empleo, que se supone que ya terminó. Pero la recuperación ha sido para los ricos, porque para los trabajadores, en términos de oferta de empleo, la crisis no ha terminado. Los puestos de trabajo que se han creado son precarios, empleo informal. O sea que en el tema laboral seguimos estando en muy malas condiciones. También es necesario modificar el sistema de impuestos, para que éstos sean más progresistas. En los años 80 y 90 tuvimos una serie de recortes de impuestos a los ricos, y ahora está pasando lo mismo con las empresas, que tienen mil maneras de esconder las ganancias y no pagar impuestos. De modo que con salarios que no aumentan, con incremento del empleo precario, y con un sistema fiscal que beneficia a los ricos, estamos en una situación muy difícil.

Usted habló de informalidad laboral. ¿Cómo se da ésta en Estados Unidos?

De muchas formas, es muy común. Muchas empresas lo hacen, inclusive las más grandes. Acuden a contratar con agencias de empleo que tercerizan el trabajo. Hoy es común que en una empresa por lo menos la mitad de los trabajadores sean subcontratados, y éstos tienen salarios más bajos, menos estabilidad y menos derechos. Son muchas prácticas y gama de cosas, igual que acá en Colombia. Allá no tenemos cooperativas exactamente, ni SAS, pero existe la tercerización, bolsas de empleo. También hay informalidad ilegal. Por ejemplo, casos en el que al trabajador se le paga al día y en efectivo, y de eso no queda ningún registro. En esa situación están sobre todo trabajadores migrantes. Lo más grave es que al trabajador informal lo clasifican como un pequeño empresario cuentapropista.

¿Podríamos decir entonces que la informalidad afecta más a los inmigrantes?

Antes era así, pero el fenómeno está creciendo y está afectando a todo el mundo, no sólo a los inmigrantes. Como dije, las empresas multinacionales en sus fábricas enormes tienen doble forma de contratación: empleo formal por un lado, pero empleo informal por el otro. Trabajadores que realizan el mismo oficio pero ganan muy distinto. Hay una gama muy grande de prácticas para negar o esconder la relación laboral, y poner una distancia entre empleador y trabajador. Por ejemplo, en las universidades los profesores tienen contrato por no más de un semestre, no tienen beneficios, ni seguro de salud, ni jubilación. Solamente enseñan un curso durante 4 meses, y chao.

¿Y qué pasa en el sector de las comidas rápidas? Un sector que ha estado muy agitado, este año ha protagonizado grandes movilizaciones de protesta.

Hay mucha movilización, muchos paros exigiendo un salario digno, que dé para sobrevivir. En una época en el sector de las comidas rápidas trabajaban casi siempre jóvenes, estudiantes que hacían esos trabajos para obtener un ingreso y ayudarse en sus estudios. Ahora esos jóvenes ya son adultos y padres de familia, y siguieron trabajando en comidas rápidas porque no tienen más opciones laborales, tratando de sobrevivir con un salario muy bajo. Por eso es muy necesaria la movilización de esos trabajadores.

¿Qué tan fuerte está el movimiento sindical en Estados Unidos?

Hemos rebajado bastante su fuerza. Desde los años 50 del siglo pasado, que fue el ápice, cuando el 38% de toda la fuerza laboral del país estaba sindicalizada y gozaba de negociación colectiva. En el sector público la sindicalización hoy es del 18%, y en el sector privado bajó al 7%. Así que el promedio de la fuerza laboral asociada a sindicatos es en promedio del 12%. Además en el sector privado hay mucha represión antisindical y despidos de trabajadores. La gente forma un sindicato y lo pueden despedir. Cada año hay 30 mil trabajadores despedidos por ejercer la actividad sindical.

¿Luego eso no es un delito?

Sí, es ilegal, pero lo que es difícil es probarlo, y el sistema de justicia laboral es muy lento en esos procesos, puede demorar hasta 10 años una sentencia. Además esa política antisindical tiene mucho que ver con el partido que esté en el gobierno. Ahora con Obama está funcionando mejor que con Busch antes.

A propósito de Obama, ¿en el sindicalismo hay desencanto con su gobierno, con sus promesas no cumplidas?

Sí. Hay desencanto. Aunque tenemos bien claro que Obama en sus dos mandatos ha sido mejor que el gobierno de Bush, nadie pone en duda eso. En muchas cosas ha sido positivo Obama, pero en muchos sentidos ha sido una decepción.

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