Confiar 45 años: una cooperativa financiera que nació al calor de las luchas obreras.

Escena en el Bazar de la Confianza, Foto cortesía Confiar.

La Cooperativa Financiera Confiar está de aniversario. Celebra 45 años de existencia, y no cualquier existencia. Los celebra con la satisfacción de ser una de las entidades más sólidas y reconocidas dentro del cooperativismo financiero nacional. No solo por sus activos y sus números contantes, sino también, y sobre todo, por su coherencia y arraigo en su base social, y el apoyo que a lo largo de todos sus años ha brindado a las causas sociales y organizaciones populares y culturales de las regiones donde presta servicios, más de 50 organizaciones sindicales entre ellas.

Confiar es hoy una cooperativa cuya base social, entre ahorradores y asociados, la conforman cerca de 300 mil personas, sus activos superan el billón de pesos y su capital social se acerca a los $100 mil millones; logros estos de 45 años de trabajo juicioso y de fidelidad a los principios que le dieron origen. Y esa es seguramente la base de su éxito: que nunca ha olvidado de dónde viene, que nació proletaria, en el seno de una fábrica y entre un grupo de obreros de una natillera.

Acto de fundación de Cotrasofasa. (Cortesía Confiar)

Aquello ocurrió en la planta de ensamble de Sofasa en Envigado, Antioquia. Allí, como era usual en las empresas de esa época, existía una natillera, equivalente a lo que hoy son los fondos de empleados. Era un sistema de ahorro doméstico que consistía en guardar en el año para gastar en diciembre en fiestas, paseos y aguinaldos. Por eso se llamaba natillera.

En principio fueron 33 los obreros que se le apuntaron, pero su éxito atrajo más ahorradores y el número de estos fue creciendo hasta que, por razones prácticas, la natillera debió volverse cooperativa de ahorro y crédito. Así nació Cotrasofasa, en el año 1972, primero en la planta de Sofasa en Envigado y luego con una sucursal en la planta de Duitama, Boyacá.

Era un paso lógico, considerando que el cooperativismo de ahorro y crédito estaba en auge en ese momento. Tenía buen respaldo institucional y un marco jurídico propicio. La central sindical UTC veía bien este modelo cooperativo, lo mismo la iglesia católica, que de hecho tenía bajo su batuta las cooperativas de ahorro y crédito más grandes del país. Y como doctrina, el modelo cooperativo hacía parte del paquete de la Alianza para el Progreso, un programa de ayuda de Estados Unidos a América Latina que veía en el cooperativismo una cortapisa al avance del comunismo en el continente.

Así que muchas empresas, sobre todo las grandes, tenían en su interior una cooperativa para beneficio de sus trabajadores. Las empresas las permitían y fomentaban porque de alguna manera las libraba de asumir responsabilidades en el bienestar de sus trabajadores. Esa labor la hacían las cooperativas de ahorro y crédito, con el esfuerzo de los propios obreros, además.

Cambio de piel

Pero los 70 también fueron años de auge de la movilización y la protesta social. Estaba aún fresca la Revolución Cubana y en todo su apogeo la Guerra Fría. Aquella década fue de ardua agitación obrera, estudiantil y campesina. Las luchas de los trabajadores estaban al orden del día, lideradas por un movimiento sindical cada vez más combativo e independiente de los partidos políticos tradicionales, alineado a uno u otro lado de las distintas vertientes de izquierda; un sindicalismo que agitaba la bandera de la lucha de clases y la huelga como instrumento legítimo de acción.

En el sector automotriz se destacaba Sintrasofasa, reputado como uno de los sindicatos más férreos, consecuentes y solidarios con las luchas obreras de entonces. Entre los años 70 y 80 protagonizó varias huelgas, unas más largas y pugnaces que otras, pero en todas estuvo Cotrasofasa, que definitivamente ya había cambiado de piel. Se había puesto el overol de los obreros, con paquetes de créditos blandos, a bajo interés, para que pudieran adelantar sus huelgas y no se vieran apretados.

Tal apoyo era casi obligado, habida cuenta de que los asociados de la cooperativa eran los mismos trabajadores sindicalizados en huelga. Además, los cargos en las juntas directivas de ambas organizaciones los ocupaban las mismas personas. En suma: la empresa Sofasa perdió toda injerencia en el manejo y orientación de la cooperativa, que pasó a manos del sindicato. Tanto así que, en la negociación de la convención colectiva el sindicato logró un auxilio monetario para la cooperativa como derecho convencional. Para la empresa, el sindicato y la cooperativa eran prácticamente la misma cosa.

Oswaldo león Gómez, cortesía Premio Jorge Bernal

En ese contexto, en el año 1982 asume la gerencia de Cotrasofasa Oswaldo Gómez, una persona cuyo nombre en la historia de esta organización debe escribirse con tinta gruesa, porque desde entonces, y hasta el día de hoy, será su principal guía y timonel. Para ese momento hacía parte de un grupo de dirigentes sindicales y obreros que Sofasa había despedido un año atrás, cobrándoles así su activismo. El sindicato respaldó a Gómez y le entregó la responsabilidad del manejo de la cooperativa, que aún tenía carácter cerrado, solo para el servicio de los trabajadores de Sofasa.

Esa situación durará poco, porque abrir la cooperativa a otros públicos será precisamente el primer desafío que enfrentará Oswaldo Gómez. Comprendió que no era funcional ni práctico mantenerla cerrada. La coyuntura era favorable, porque gracias a su buen desempeño y su papel en las luchas de Sintrasofasa, los trabajadores de otras empresas la miraban con simpatía y también quisieron asociarse. Así que Cotrasofasa reformó sus estatutos y pudo afiliar obreros de Cementos Argos, Almuerzos Industriales, Acerías Paz del Río, Espumas Plásticas, Gacela, entre otras empresas.

Pero aún abierta, siguió teniendo como núcleo central a los trabajadores de Sofasa, y siguió prestando su respaldo durante sus huelgas, especialmente la que tuvo lugar en 1987, año en que las posiciones de las partes estuvieron tan radicalizadas, que un grupo de obreros apeló al recurso de la huelga de hambre, con sus cuerpos enterrados hasta el pecho.

Es de anotar que el crecimiento y apertura de Cotrasofasa se da en simultánea con la irrupción de otras cooperativas nacidas de luchas y procesos comunitarios en los barrios de la ciudad y en los municipios. Es el caso de la cooperativa Don Matías, que nació en el municipio antioqueño del mismo nombre, y la John F. Kennedy, que nació de la movilización de la comunidad del barrio Campoamor de Medellín.

Confiar, la nueva razón social

Agencia en Duitama, Boyacá (Cortesía Confiar)

Los años 90 los arranca la cooperativa con importantes cambios, empezando por la sede. De una pequeña oficina donde funcionaba en el edificio La Ceiba, centro de Medellín, se pasó a un edificio de 4 pisos que compró no muy lejos de allí, en la carrera Sucre con la calle Argentina, donde sus asociados no solo tenían el servicio de ahorro y crédito sino también médicos y odontólogos.

Otro cambio fue de razón social. Atrás quedó Cotrasofasa. Había adoptado el nombre de Caja Cooperativa de los Trabajadores, tratando de mermarle protagonismo a Sofasa, ya que su base de afiliados, unos 3 mil, incluía también trabajadores de otras empresas. Pero ante la perspectiva de abrirse a toda clase de público, no solo trabajadores, que era el paso que se aprestaba a dar, ese nombre ya no servía. Había que encontrar uno apropiado, que reflejara la nueva realidad, además con impacto comercial y publicitario. Ese nombre fue “Confiar Caja Cooperativa”.

Celebración de los 20 años de la Cooperativa. (Cortesía Confiar)

Y con ese nuevo nombre empieza su vertiginoso crecimiento. Abre más oficinas en Medellín y municipios del Valle de Aburrá y Antioquia, y luego se extiende a otros departamentos, tanto para asociados como para ahorradores independientes.

Paradójicamente, son también años de desolación y angustia para el Sindicato de Trabajadores de Sofasa. Después de soportar una arremetida sin precedentes por parte de la empresa, con todos los fierros como se dice, el sindicato se ve cada día más diezmado e impotente, hasta su desaparición a mediados de la década.

Poco tiempo después, Confiar va a sentir los fuertes coletazos de la crisis financiera que se dio en el país entre los años 1997 y 1998, y que arrasó instituciones de la banca tradicional, así como grandes cooperativas de ahorro y crédito, sobre todo en Cundinamarca, Boyacá y Antioquia. Situación que obligó al Gobierno a tramitar de urgencia la Ley 454 para regular la intermediación financiara, que estaba hecho un caos.

A partir de esta norma las cooperativas de ahorro y crédito que quisieran captar dinero de personas distintas a sus asociados, pasaban a la vigilancia de la Superintendencia Bancaria. Las demás quedaban bajo la vigilancia de la Superintendencia de Economía Solidaria. Confiar escogió ser abierta, es decir, asumió el reto de seguir captando dinero de terceros y competir en la arena del sector financiero tradicional, con los riesgos y la desigualdad de condiciones que ello implicaba, pero también como una ruta abierta a las posibilidades. Todo era cuestión de hacer bien la tarea.

(Cortesía Confiar)

Y Confiar ha hecho bien la tarea. A lo largo de los últimos lustros ha logrado niveles de cualificación que le dan los instrumentos y las condiciones para enfrentar las exigencias del competido mercado financiero. Hoy cuenta con 49 oficinas en 6 departamentos: Antioquia, Boyacá, Cundinamarca (Bogotá), Casanare, Meta y Risaralda.

Solo que Oswaldo Gómez, por orden de la Superintendencia Financiera, fue retirado de la representación legal de Confiar, no pudo seguir siendo su gerente. La Superfinanciera dijo que ninguno de los integrantes de la junta directiva de Bancoop, banco cooperativo que se quebró en la crisis de los 90, podía tener la representación de una cooperativa financiera. Era el caso de Gómez y de otros dirigentes cooperativos como él.

Fue una decisión oficial que no dejó de tener tufillo a revancha, un sabor a cuenta de cobro del establecimiento a los gerentes de las cooperativas de origen comunitario y sindical, personas con pensamiento progresista y de izquierda, que eran quienes dirigían el Bancoop al momento de su quiebra.

Lo que marca la diferencia

Alejandro López Carmona es el director de la Fundación Confiar, creada con el fin de consolidar y expandir el proyecto asociativo y empresarial de la entidad. Afirma que Confiar, más que una entidad financiera, es una plataforma solidaria, hecho que reafirma como el valor más destacado de la cooperativa en sus 45 años de existencia. Y es lo que marca la diferencia.

Reunión de directivos. (Cortesía Confiar)

Ese valor es la incidencia que Confiar ha logrado en los territorios donde sirve, más allá de sus asociados y sus familias. Lo ha logrado mediante procesos de relacionamientos y construcción del tejido social, fomentando la cultura con el apoyo a grupos e instituciones culturales, y mediante estrategias de educación, recreación y solidaridad.

Filosofía que ha posibilitado la existencia y el accionar de organizaciones sociales y culturales. No son pocos los grupos que, por ejemplo, han podido acceder a una sede propia o han podido financiar sus giras artísticas mediante créditos de la cooperativa. Lo mismo se pude decir de organizaciones de jóvenes, de mujeres y de trabajadores.

Como se dijo, cerca de 50 organizaciones sindicales tienen y han tenido relaciones con Confiar, entre ellos la Escuela Nacional Sindical, con la que tiene vínculos estrechos casi desde el principio. También varios sindicatos filiales de Fecode, la Uneb, el sindicato de Empresas Públicas de Medellín, Sintrametal, Sintraisagén, Sintraime, Asmedas, el sindicato de Cartón Colombia, Sintraunicol, Sintraemsdes.

Una oficina de Confiar, hoy. (Cortesía Confiar)

Otra realización de Confiar, digna de mención, es Fomentamos, una corporación de la cual hace parte con otras cooperativas y organizaciones sociales. Lleva 14 años ofreciendo microcréditos a comunidades marginadas bajo el modelo de círculos solidarios, llamados así porque la responsabilidad del crédito es compartida por un grupo de personas. Una solución que ha resultado efectiva contra los llamados “Pagadiario” y Gota-gota”, prestamistas que someten a la gente bajo formas de acción mafiosa.

Como se ve, en cada paso que ha dado Confiar ha sido fiel a su marca de origen, a su ADN. La memoria de su corazón permanentemente le está recordando que nació de una natillera y creció al fragor de las luchas obreras.

 

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