Héctor Vásquez Fernández
Analista de la Escuela Nacional Sindical
El candidato de la derecha ha sostenido durante su campaña presidencial, que las razones para que tengamos una “economía amarrada” que no crece, se debe a “un sistema tributario que atenta contra la productividad, la competitividad, la formalización y la inversión”, que además, “el exceso de trámites para el desarrollo empresarial es pavorosamente asfixiante”, que “lo que tenemos que hacer es romper con la informalidad, para lo cual se necesita un modelo fiscal que ayude a que en el país haya más y mejores empresas con capacidad de emplear”, “un sistema tributario simple”, “que le reduzca los impuestos al sector privado para que la tasa impositiva quede entre 27% o 28%”.
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Así de sencilla es la fórmula del candidato de Uribe: baje impuestos y reduzca trámites, y con esto se reduce la informalidad, se mejora la productividad y la competitividad y se atrae la inversión. Una fórmula que ya fue ensayada durante los 8 años del gobierno de Uribe, cuando se le dieron enormes gabelas tributarias a las grandes empresas, a través de numerosas exenciones e incentivos tributarios y garantías de que en 20 años no les eliminarían esos beneficios. El resultado fue que la estructura económica del país no cambió, que la economía creció porque estábamos en una coyuntura de altísimos precios de carbón y petróleo, y la inversión creció porque era un excelente negocio invertir en la industria petrolera, más cuando de los impuestos les descontaban la inversión que hicieran en la compra de equipos y maquinaria, y ya no tenían que pagar el 7% por sacar sus utilidades del país. Pero el país no avanzó en formalización del empleo, y el crecimiento económico no se tradujo en trabajo decente, ni mucho menos mejoró la distribución del ingreso.
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¿A quiénes beneficiaría efectivamente una reducción de impuestos y qué impacto tendría sobre el empleo, el trabajo decente y la distribución del ingreso? Es evidente que una reducción de impuestos beneficia de manera directa a las micro y pequeñas empresas, que son el sector donde se ubica la mayor proporción de trabajo informal. La pregunta es, si en efecto, esta es la causa para que numerosas empresas de este tipo no se formalicen, paguen impuestos y contraten trabajo bajo los parámetros de la legislación laboral, o si adicionalmente, existen factores más incidentes que les impiden ser competitivas y rentables, que no les dejan el margen suficiente para cumplir con sus obligaciones legales.
Para responder a esta pregunta, un primer dato se refiere a las características del universo empresarial del país, para lo cual, los datos de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia nos permiten formarnos una idea bastante aproximada. En 2016 estaban matriculadas en esta región del país 121.983 empresas, las que contaban con inversiones totales (activos), por un valor de 460.5 billones. Sin embargo, el 89.12% de estas empresas eran microestablecimientos, las que poseían sólo el 0.4% de los activos totales; el 8.1% empresas pequeñas, con el 2.5% de los activos; el 2.11% eran empresas medianas, con el 4.5% de los activos; y sólo el 0.67% eran grandes empresas, pero concentraban el 92.5% de los activos totales.
La concentración de activos en tan pocas empresas indica que la gran mayoría de las empresas en nuestro medio tienen un grave problema de capacidad financiera, tecnológica y de equipamiento, sencillamente no tienen recursos para invertir y hacer productivos estos negocios, y muchas de estas empresas son emprendimientos desesperados para buscar ingresos, emprendimientos que rápidamente fracasan por no contar con una ambiente favorable que les permita mantenerse en el mercado, crecer y desarrollarse, (crédito de fomento, apoyo institucional para mejorar procesos e insertarse eficazmente en los mercados).
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La pregunta que sigue se refiere a qué tanta participación e incidencia tienen las micro y pequeñas empresas en el mercado interno, pues es aquí, en el país, en donde principalmente venden sus productos y servicios y en donde, luego de cubrir sus costos y gastos, obtienen los márgenes que les van a permitir formalizarse, ampliar sus negocios y mejorar su competitividad y rentabilidad. Los casos de micro y pequeñas empresas exitosas en los mercados de exportación, son casos marginales en el contexto de la política económica global, lo que refleja una debilidad enorme en relación con la política pública para este sector, más cuando la cancillería y los organismos que promueven el comercio exterior, se han vuelto un botín clientelista y burocrático de los partidos que sustentan el actual gobierno.
Una vía para responder a esta pregunta nos la suministran la Supersociedades, la Superservicios y el DANE. En 2016, estas entidades entregaron información de 22.889 empresas que obtuvieron sus ingresos operacionales derivados de sus ventas en el mercado interno. Los ingresos de estas empresas los podemos cruzar con la información trimestral del DANE sobre la conformación del PIB, en relación con uno de sus componentes clave, como lo es el consumo final, que incluye el consumo de los hogares y del gobierno, al cual le hemos descontado el valor de las importaciones.
Empresas que reportaron ingresos operacionales en el mercado interno. 2016 | Empresas | % | Ingresos
(cifras en billones) |
% |
Microempresas | 276 | 1.2 | 0.205 | 0.04 |
Pequeñas | 8,603 | 37.6 | 22 | 4.4 |
Medianas | 9,843 | 43.0 | 97.2 | 19.3 |
Grandes | 4,167 | 18.2 | 405.4 | 80.6 |
Total | 22,889 | 100 | 502.8 | 100 |
Consumo interno (demanda final menos importaciones) | 537.4
|
93.56 |
Fuente: Suepersociedades, Superservicios, DANE. Cálculos del autor.
Del total de estas empresas, el 1.2% eran microempresas, el 37.6% pequeñas, el 43% medianas y el 18.2% grandes empresas. En total, estas empresas obtuvieron ingresos operacionales por un valor de 502.8 billones, de los cuales el 0.04% correspondió a las micro, el 4.4% a las pequeñas empresas, el 19.3% a las medianas y el 80.6% a las grandes empresas.
Obsérvese cómo el total de las ventas de estas empresas cubre el 93.56% del consumo final, y eso que no estamos incluyendo a las empresas del sector financiero, ni a otras medianas y grandes que no aparecen en los reportes de estas entidades. Lo que quiere decir que el mercado interno es muy pequeño y está dominado por muy pocas empresas. En este caso, 4.167 empresas, apenas el 18.2% de las empresas de la muestra, cubren más del 80% de la demanda final de los hogares, del gobierno, sin que tengamos en cuenta las importaciones.
Así que por mucho que se le rebajen los impuestos a las empresas, la mayoría de estas, que están constituidas en más de un 90% por mipymes, no se van a formalizar, ni tampoco van a incrementar sus puestos de trabajo
Así que por mucho que se le rebajen los impuestos a las empresas, la mayoría de estas, que están constituidas en más de un 90% por mipymes, no se van a formalizar, ni tampoco van a incrementar sus puestos de trabajo, pues ellas no tienen un lugar en el mercado interno que les permita prosperar, ser productivas y competitivas, pues este mercado está dominado por las grandes empresas, en su mayoría pertenecientes a unos pocos grupos económicos nacionales, (grupo empresarial antioqueño, Ardila Lule, Sarmiento Angulo, el grupo Mundial y otros), o a empresas transnacionales, que son las que dominan toda la cadena de comercialización y suministros, y ante las cuales deben subordinarse, una condición que afecta completamente sus márgenes de operación y sus posibilidades de formalización.
En este sentido, recordemos lo que pasó hace algunos años en el mercado colombiano del cemento: este mercado ha sido siempre dominado por tres grandes empresas, que imponen precios de monopolio que les dejan enormes rentabilidades. En ese contexto, surgió una mediana empresa en Santander produciendo y vendiendo bulto de cemento a menos de la mitad de lo que vendían las grandes cementeras. ¿Qué fue lo que hicieron estas para preservar sus intereses? Pues inmediatamente se pusieron de acuerdo para bajar el precio del cemento, a un nivel tal que la nueva competidora no podía resistir, con el resultado final que una de las grandes empresas cementeras absorbió la empresa competidora, luego de lo cual los precios retornaron a los niveles que a ellos les favorecía.
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Para las medianas y grandes empresas, reducir impuestos va a incidir sólo marginalmente en su competitividad: ellas ya tienen una posición dominante en el mercado y la mayoría arrojan significativas utilidades operacionales y netas. Para este sector de empresas los principales obstáculos que enfrentan son la falta de demanda, el tipo de cambio, la alta competencia, el costo y suministro de materias primas, la baja rentabilidad y la incertidumbre tributaria. (ANDI, Encuesta de opinión industrial conjunta enero – junio 2017). Esto significa, que para este sector de empresas reducir impuestos lo que hace es incrementar sus utilidades, y como estas no están gravadas en el actual sistema tributario, el país aumenta su déficit fiscal, hay menos recursos para financiar programas sociales, y se ahonda la brecha entre ricos y pobres que nos ha hecho una de las naciones más desiguales del planeta.
En este sentido, un reto para el próximo gobierno es ampliar y fortalecer el mercado interno, un objetivo, que además del componente de reducir radicalmente el trabajo informal, (en el sector agrícola alcanza el 90%), incluye también el mejoramiento de las remuneraciones de los trabajadores, (que son el componente de mayor incidencia en el consumo de los hogares, el 53.24% y del PIB, 62.78%),lo cual se puede hacer por la vía de los incrementos del salario mínimo, de la ampliación del acceso a la educación superior y la tecnología para los sectores más pobres de la población, y del fomento y protección de los derechos de libertad sindical, pues está demostrado que los trabajadores con sindicatos fuertes tienen más condiciones para incidir en la definición de sus remuneraciones y en la distribución del ingreso. Y por supuesto, retos de esta naturaleza no están en los planes de gobierno de la derecha.
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