La temporada de diciembre se convierte en un momento de recogimiento familiar y celebración con altos niveles de consumo; sin embargo, es importante recordar que no todos los trabajadores y trabajadoras del país tienen las condiciones laborales, especialmente lo referido a formalidad e ingresos, que les permitan compartir con tranquilidad, paz y estabilidad durante las fiestas decembrinas.
A datos de octubre de 2024 en el país hay 23.213.000 personas ocupadas; sin embargo, sólo el 44.44% (10.318.000) se encuentra en condiciones de formalidad, lo que implica que el 55.56%, unos 12.895.000 trabajadores y trabajadoras, no cuentan con un contrato laboral formal; que en términos de derechos implica la ausencia de salud, pensión, cesantías, caja de compensación y, para la temporada referida, prima navideña. La situación es aún más grave, si tenemos en cuenta que, de la población informal, el 73,34% son trabajadores y trabajadoras a cuenta propia.
Así mismo, de la población ocupada en el país, sólo 3.3 millones ganan el salario mínimo; 5.5 ganan más de esa cifra y más de 10 millones están por debajo del SMMLV. En ese sentido, tenemos una sociedad con ingresos precarios, que no permiten que trabajadores y sus familias, construyan proyectos de vida de calidad; manteniendo el status quo y alimentando las causas de la desigualdad, la pobreza e injusticia social.
Hoy en el país tenemos altas cifras de desigualdad; la movilidad social requiere 11 generaciones (OCDE, 2023); el índice GINI es de 0,54 existen barreras de acceso a las oportunidades laborales por género, etnia, ideología o religión; hay 16.000.000 de colombianos en pobreza y, las precarias condiciones laborales actuales no auguran una mejoría en el panorama.
A los factores anteriores, se suman los modelos de contratación que no brindan estabilidad laboral, es decir aquellos contratos a término fijo, a un año o inferior al mismo; que implican que trabajadores y trabajadoras vean terminada su relación laboral sin tener claridad en relación a su continuidad para el siguiente periodo, generando una incertidumbre financiera que les impide tener tranquilidad no sólo frente a los presupuestos de fin de año, sino, ante las posibilidades de supervivencia el próximo año. En iguales o perores condiciones se encuentran aquellos contratistas, trabajadores en prestación de servicios o por obra labor que, habiendo terminado su contrato, deben esperar nuevas posibilidades, llevando a la inestabilidad personal que impacta no solo lo financiero, sino también lo emocional, social y comunitario.
Este análisis lleva a pensar cómo la formalidad laboral y los modelos de contratación son fundamentales en las dinámicas de generación de riqueza y desarrollo en el país; trabajadores y trabajadoras precarizados, sin derechos laborales, con ingresos precarios, no tienen la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas con calidad; viéndose encerradas en un círculo vicioso cuyo resultado es el incremento de la pobreza, la desigualdad y la injusticia social.
En términos de trabajo decente (OIT, 1998), la formalidad laboral se constituye en una de sus bases fundamentales; ya que así, se cumplen en gran medida los pilares que le sostienen; la formalidad laboral protege el empleo (pilar 01) garantiza y promueve los derechos (Pilar 02) evita el trabajo esclavo o forzoso (pilar 03) y brinda protección social extendida (Pilar 04) mientras que la informalidad, definitivamente es un atentado contra el trabajo decente y por lo tanto contra la calidad de vida, el bienestar y el desarrollo.
Siguiendo este postulado, es fundamental generar procesos de formalización laboral como base del desarrollo y la generación de riqueza en el país, evitando hacer uso de la precarización y vulneración de los derechos laborales para sostener el crecimiento económico, logrando articular de manera efectiva los elementos de la productividad, los derechos humanos – laborales y el desarrollo humano integral sostenible.
Para ello, el establecimiento de relaciones laborales formales, en términos de estabilidad y derechos, permiten a los trabajadores y trabajadoras, como a sus familias, la construcción de proyectos de vida de calidad, sostenibles en el tiempo, acceder a educación, salud, vivienda, recreación, alimentación y vestido de calidad; brindando además oportunidades de ahorro e inversión, para que progresivamente los trabajadores y trabajadoras, construyan patrimonio, oportunidades de crecimiento personal, familiar y social.
La época decembrina, la cual invita a la celebración, la unión familiar y el compartir social, debe ser también una oportunidad de reflexión, de sensibilización y concientización en relación a las sendas brechas existentes en materia laboral; reconocer, que el proyecto de reforma laboral, es una iniciativa que busca equilibrar las condiciones desiguales existentes; y por ende vincular de manera progresiva a más trabajadores y trabajadoras a los derechos laborales que son base de la calidad de vida, el bienestar y el desarrollo; entre ellos, a la prima navideña. En esta línea, la Escuela Nacional Sindical – Centro de Pensamiento del Mundo del Trabajo, promueve la formalidad, estabilidad y protección de los derechos humanos – laborales como la base del trabajo decente para todos y todas e invita a los diferentes actores del mundo del trabajo a una articulación efectiva que busque la recuperación de la centralidad del trabajo y el bienestar de trabajadores y trabajadoras como generadores de riqueza y desarrollo.