El 9 de abril se conmemora el Día Nacional por la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado Colombiano. Esta fecha nos invita a reconocer y a dignificar, como sociedad, el nombre de millones de hombres y mujeres a quienes la violencia les arrebató sus vidas, y de paso, se apagaron sueños individuales y familiares, así como proyectos colectivos, sociales y políticos.
Entre el universo plural y diverso de las víctimas en Colombia, encontramos los rostros de miles de sindicalistas. La estigmatización, la persecución y la violencia que ha enfrentado el sindicalismo colombiano no han sido experimentada por ningún movimiento sindical en el mundo. Más grave aún, hoy la violencia antisindical persiste, no ha sido reconocida en toda su magnitud, los enormes daños individuales y colectivos dejados a su paso no han sido reparados, y la encubre un nivel de impunidad que supera el 90%.
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Hoy conmemoramos la vida y el legado de las víctimas individuales y colectivas de la violencia antisindical en Colombia. Según el registro del Sistema de Información de Derechos Humanos de la ENS, Sinderh, desde el 01 de enero de 1973 hasta el 8 de abril de 2020, se han registrado al menos 15.221 violaciones a la vida, libertad e integridad cometidas contra sindicalistas. Entre ellas contamos 3.265 homicidios. Perdieron la vida 2.929 hombres y 336 mujeres sindicalistas que trabajaron por los derechos, la democracia, la justicia social y la paz en el país. Cerca de la tercera parte de los sindicalistas asesinados, 945, estaban en la dirigencia. También los sindicalistas han sido víctimas de 423 atentados contra la vida, 252 desapariciones forzadas, 7.486 amenazas de muerte y 1.952 desplazamientos forzados.
Pero más allá de estas cifras, que en sí mismas reflejan una tragedia, no sólo para el sindicalismo, sino también para la sociedad y la democracia, la violencia antisindical ha afectado a unas 487 organizaciones sindicales. Liderazgos menguados, proyectos familiares trastocados, derechos laborales y convenciones colectivas restringidas, vulneración de libertades sindicales, sindicatos disminuidos y hasta desaparecidos, obstáculos en las garantías democráticas, tejidos sociales fracturados, agendas políticas, sociales y sindicales afectadas, son algunos de los graves daños e impactos causados por la violencia antisindical a las víctimas individuales y colectivas.
Cabe anotar que se requieren garantías de no repetición. La violencia antisindical persiste a pesar de la implementación del Acuerdo de Paz. Se trata de una violencia histórica, sistemática y selectiva, que hoy sigue siendo una de las más graves violaciones a los derechos humanos y a la libertad sindical en Colombia y en el mundo. En lo que va del año 2020 se han documentado 40 violaciones, 7 homicidios entre ellas. Como también resulta preocupante que las víctimas de la violencia antisindical en los últimos años son dirigentes, activistas, y líderes/as sindicales. En 2019 estos hechos alcanzaron el 80%.
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Retos de las víctimas de la violencia antisindical
Que este sea también un día para reivindicar que el movimiento sindical continúa en su lucha incesante por los derechos de sus víctimas a la verdad, la justicia y la reparación integral, y persiste en la defensa de los derechos humanos, laborales y sindicales.
Por su parte, las víctimas de la violencia antisindical, siguiendo con una lucha de décadas, hoy le apuestan a la construcción de la paz a través de su participación e incidencia en las instancias del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición –SIVJRNR-. Allí ven la posibilidad de avanzar en el reconocimiento, el esclarecimiento, la justicia y medidas reparadoras frente a la violencia padecida por el movimiento sindical en el marco del conflicto armado. De manera prioritaria, y como medida reparadora, se requiere transformar la conducta y la cultura antisindical fuertemente arraigada en la sociedad colombiana.
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