Nuevo libro sobre memoria histórica
Sintraproaceites, sindicato del sector palmicultor del departamento del César, presentará este viernes en Bucaramanga un libro que recoge la historia de la cruenta arremetida que el paramilitarismo llevó a cabo contra esta organización durante la década de los años 90, la cual cobró la vida de ¡más de 100! de sus afiliados, entre ellos 6 presidentes de sus diferentes subdirectivas.
El libro, que tiene por título “Las familias trabajadoras de la palma contamos nuestra historia”, es el resultado de la investigación llevada a cabo por la fundación Fundesvic, integrada por exdirigentes y miembros de Sintraproaceites con el objeto de atender y brindar apoyo económico y sicosocial a las víctimas de la violencia antisindical en el sur del Cesa, así como adelantar un trabajo de memoria histórica.
Según Aníbal Mendoza, expresidente del sindicato, y la persona que lideró la investigación y el proyecto del libro, se trata de un esfuerzo por recuperar la memoria de esa violencia contra los sindicalistas del sector de la palma, en la perspectiva de la Ley 1448 de 2011, la cual reconoce la reparación colectiva como un derecho de los grupos y organizaciones sociales y políticas afectadas por el conflicto armado.
De esta manera Sintraproaceites y Fundesvic se suman a otros sindicatos que también fueron fuertemente victimizados y que han realizado, o están realizando, trabajos de memoria histórica sobre la violencia ejercida contra ellos, como la USO, Adida (Asociación de Institutores de Antioquia), Sintraunicol Córdoba, Sutimac, entre otros.
El libro, cuya edición contó con el apoyo del fondo de la solidaridad de la Unión Europea, será presentado este viernes en la Universidad Cooperativa de Colombia, sede Bucaramanga, en un acto al que asistirán familiares de las víctimas y delegaciones sindicales de la región. La entrada es libre para quien quiera asistir.
Itinerario de la violencia contra Sintraproaceites
Aníbal Mendoza, exdirigente de Sintraproaceites que sobrevivió a la andanada violenta del paramilitarismo en el sur del Cesar, y principal promotor de esta iniciativa de memoria histórica, ubicó el año 1985 como el comienzo la historia que se plasma en el libro.
Esto porque aquel año tres organizaciones sindicales de la agroindustria de la palma asentados en los municipios de El Copey, San Martín y San Alberto, sur del Cesar, decidieron conformar un solo sindicato de industria, al que llamaron Sintraproaceites, que en aquel momento fue una organización fuerte. La sola subdirectiva de San Alberto tenía 1.600 afiliados, casi todos vinculados a la empresa Indupalma, la primera procesadora de aceite en la región y en todo Colombia.
Pero, además, era un sindicato que no se limitaba a liderar la lucha gremial y reivindicativa de los trabajadores. También, en alianza con otras organizaciones sociales y movimientos cívicos, acompañó y apoyo la lucha de los campesinos por la recuperación de tierras y el reclamo de los habitantes por mejores servicios públicos. Luchas que lo pusieron en la mira de las fuerzas más reaccionarias de la región, y generó los primeros asesinatos de sus militantes.
Ese fue solo el comienzo, dice Mendoza, porque a partir de ese momento la violencia contra el sindicato escalará dramáticamente a lo largo de toda la década de los 90, años en que Sintraproaceites hizo parte de la Unidad Política Cívica, un movimiento que se propuso disputarle a los partidos tradicionales el poder político en las elecciones populares de alcaldes y concejos. Y a fe que lo logró. Entre 1991 y 1998 este movimiento alternativo logró ganar la alcaldía de San Alberto en sucesivas elecciones.
Entonces la reacción de los terratenientes ganaderos, arroceros y empresarios de la palma, no se hizo esperar. Iniciaron una campaña de desprestigio y estigmatización contra el sindicato y demás organizaciones que conformaron el movimiento cívico ganador en las urnas. A este respecto Mendoza recuerda:
“Empezaron a regar el cuento de que el movimiento sindicato estaba infiltrado por la guerrilla y que su misión era quebrar la empresa. El mismo gerente de Indupalma, Rubén Darío Risaralde, lo dijo públicamente en una entrevista que dio a la revista Semana”, afirma Aníbal Mendoza. Y agrega que por esa razón Sintraproaceites se vio en medio de la vorágine de violencia que desataron los grupos armados ilegales que empezaron a pulular y a sembrar muerte y terror en la región.
El periodo más crítico de la andanada violenta se ubica entre 1993 y 1998, años en que se registró el mayor número de asesinatos de sindicalistas a manos de los comandos paramilitares que medraron en el sur del Cesar. Información que fue corroborada en las sentencias de condena de la Justicia transicional contra Juancho Prada, principal comandante paramilitar de la zona, y varios de sus lugartenientes, quienes confesaron muchos de esos crímenes, por los cuales pagaron menos de ocho años de prisión y ya recobraron su libertad. Así recuerda Mendoza aquellos sucesos:
“Los paramilitares llegaron amenazando y diciendo que debíamos obedecer a la empresa y remarcándonos que teníamos relación con la guerrilla. A algunos los mataron en el propio frente del trabajo, a otros los bajaron de los buses que los transportaban desde la planta a sus residencias, frente a los demás compañeros, y a otros los sacaron de las casas”.
Luego del año 2000 la violencia amainó y cesaron los asesinatos, pero ya el daño estaba hecho. Se consolidó el control del paramilitarismo en la región y la membresía sindical quedó en el mínimo. Y hubo también debandada. De los 1.600 afiliados que llegó a tener la subdirectiva de San Alberto, solo quedaron 180. Muchos debieron salir de la zona por desplazamiento forzado.
La lista de crímenes contra el movimiento sindical, que el libro documenta en detalle, incluye 102 asesinatos, 380 desplazados, 10 desaparecidos y 12 familias en el exilio, entre ellas la del propio Aníbal Mendoza, quien, en 1995, siendo presidente de la subdirectiva del sindicato en San Alberto, debió salir de huida de la zona para evitar que lo asesinaran. Era uno de los más amenazados, no solo por su activismo sindical, sino por haber ganado la consulta interna del movimiento cívico y se perfilaba como nuevo alcalde de ese municipio.
Fundesvic
Uno de los propósitos que tuvo la creación de Fundesvic, dice Mendoza, fue realizar un trabajo de memoria histórica en la perspectiva de la reparación colectiva del sindicato y de las víctimas individuales, en el marco de la Ley 1448 de 2011. El resultado es el libro que este viernes se presenta en Bucaramanga.
“El objetivo de este libro es que se sepa lo que pasó, por qué pasó y quiénes son los responsables, para que se haga justicia. Los paramilitares que fueron juzgados se adjudicaron muchos de esos crímenes, pero nada se sabe de la responsabilidad que tuvieron las empresas y el mismo Estado. No hay ningún proceso en ese sentido”, puntualizó Aníbal Mendoza.
Cómo el paramilitarismo asesinó sindicalistas e impactó las relaciones laborales en el sur del Cesar – Revista Corrientes:
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