Mensajeros de Rappi crean sindicato, el primero de una plataforma tecnológica en Latinoamérica

Mensajeros de Rappi crean sindicato, el primero de una plataforma tecnológica en Latinoamérica
(Foto tomada de pablolayus.com.ar)

Los mensajeros de Rappi crearon App Sindical, un asociación que pretende afiliar trabajadores de las plataformas digitales que operan en el país

En Buenos Aires, Argentina, recientemente se creó una organización sindical que agremia a trabajadores de plataformas tecnológicas, la primera de este tipo en Latinoamérica.

Se trata de APP Sindical, de la cual hacen parte trabajadores de la aplicación tecnológica Rappi, empresa que se creó en Colombia y que ya tiene presencia en varios países de la región, donde presta servicios de mensajería de productos de tiendas y restaurantes, los cuales entrega a los clientes finales en sus residencias.

Rappi se creó en Bogotá en 2015, y desde entonces su crecimiento ha sido vertiginoso en toda la región, donde ya cuenta con cerca de 30 mil trabajadores en 27 ciudades de 6 países: Colombia, México, Brasil, Chile, Uruguay y Argentina, país este donde está desde principios de 2018. Es una empresa valorada en más de 1.000 millones de dólares y, según sus propietarios, sus ventas crecen más del 20% mensualmente.

Pero este crecimiento se ha dado a costa de las condiciones laborales de sus mensajeros, que son precarias. No  tienen ningún tipo de seguridad social y en ocasiones sus salarios son inferiores al mínimo; las jornadas son largas e ilimitadas, sus horas de descanso son pocas y no tienen vacaciones, para mencionar solo algunas de las afectaciones a sus derechos como trabajadores.

Su inconformidad por esta situación ha quedado en evidencia por algunas protestas que se han dado en Bogotá, y con el nacimiento de APP Sindical en Argentina.

Sobre estos temas, la Agencia de Información conversó con Roger Rojas, secretario de App Sindical, oriundo de Caracas, Venezuela, y abogado de formación.

Puedes leer: La digitalización contribuye a la degradación del trabajo

Roger Rojas, secretario de App Sindical. Captura de pantalla de Youtube «canal de la ciudad»

 ¿Cómo llegó usted a ser repartidor de Rappi?

Por medio de una persona conocida que trabajaba en Rappi, y a quien le regalaban una cantidad de dinero por recomendar a otra persona para trabajar. Aparte de eso, se comienza a trabajar el mismo día sin muchos requisitos. Solo el medio de transporte; bicicleta, moto o carro, un teléfono celular y el documento de identidad. Semanalmente ingresan unos 500 trabajadores nuevos, no para el ingreso. Ya tengo 6 meses trabajando para Rappi.

 ¿Cómo son las condiciones de los repartidores de plataformas en Argentina?

No son favorables. No tenemos ningún tipo de seguro de riesgo ni cobertura médica, ni seguro de robo por si nos llegan a robar el dinero de las aplicaciones, el producto o lo que estemos llevando. No tenemos un salario fijo, ni mínimo. Además, la empresa nos impone cuanto tenemos que cobrar por el servicio. Un mes puedes hacer menos de un salario mínimo trabajando más horas de lo que establece la ley. A los que estamos de tiempo completo, es decir, más de diez horas diarias, toda la semana, no nos dan días libres. Tenemos que trabajar todas esas horas porque cada vez hay menos pedidos, éstos se tienen que repartir entre todos. Cualquier daño en el celular o medio de transporte lo cubrimos nosotros, y si llegamos a tener un accidente nos toca cubrir los gastos médicos. No tenemos vacaciones, porque si agarramos un mes de vacaciones no tenemos para pagar el alquiler, la comida, nuestros gastos, entre otras cosas.

 ¿Cómo surgió la idea de fundar un sindicato?

Surgió de la cantidad de reclamos. De cada 10 trabajadores, 9.5 tenían reclamos semanales y ninguno era escuchado ni solucionado. En estas empresas cuando reclamas te tratan mal. Rappi, te trata como si fueras una mosca. Te bloquean si les hablas muy fuerte exigiendo que te resuelvan tu reclamo. Nos cerraban los medios para comunicarnos y no tuvimos intervención del Estado en las denuncias públicas. Por eso decidimos crear una asociación. Vimos en asociarnos la única vía para ser escuchados y que las decisiones sean tomadas en consenso entre los trabajadores, los estados y ellos. Es un derecho fundamental establecido por la ONU. Por lo tanto, acudimos a ese derecho que es la libertad sindical que te habla que si un grupo de personas trabajadores se organizan y eligen unas directivas, ya tienen un fuero sindical.  No queremos que Rappi siga decidiendo por más de 30 mil trabajadores en América Latina, eso se llama dictadura. Para lograrlo tenemos que participar todos, y quien le tiene que dar legalidad a esta participación tiene que ser el Estado. En la mesa tenemos que estar las tres partes.

 ¿Cómo fue el proceso organizativo del sindicato, teniendo en cuenta que son trabajadores dispersos? ¿Cómo se contactaron?

La organización surgió mediante la amistad que vamos tejiendo a diario mientras esperamos pedidos en las calles, sentados en las plazas. Nos fuimos conociendo y fuimos armando grupos de WhatsApp por barrios, por sectores, por zonas y así fuimos creciendo en los grupos, cada vez éramos más. Se llegó al punto de que en todos los grupos se hablaba de lo mismo, de la inconformidad, había mucha molestia colectiva. De esos grupos salieron las propuestas para llevar el tema más allá, y así decidimos crear puntos de encuentro por zonas e hicimos un paro digital, que creo que fue el primero en el mundo. Posteriormente hicimos una protesta en las oficinas de los representantes de Rappi en Argentina, y lo que nos respondieron fue que ellos son los que dicen cómo se hacen las cosas, y que si no nos gustan las puertas están abiertas.

 ¿Con que apoyos cuentan actualmente?

Buscamos apoyos entre los periodistas, acudimos a muchos medios de comunicación, que nos escucharon. También acudimos a ONG y a fundaciones internacionales.

 En la parte sindical quién los asesora. ¿Alguna central sindical?   

A nivel de centrales hay que esperar como van surgiendo las cosas. Hay buenos pronósticos. Hay asuntos que están saliendo mejor de lo que pensábamos. El sindicato ha sido bien recibido a nivel local, nacional e internacional. Estamos obteniendo mucho apoyo, ha sido un tema de mucho debate. Y más allá del debate y del apoyo, notamos que la inconformidad es generalizada, por eso la receptividad ha sido enorme.

 ¿Cuántos afiliados tiene el sindicato?

Para iniciar cumplimos el requisito mínimo que establece la norma en cuanto a número de afiliados. A partir de que oficializamos la inscripción han acudido a nosotros trabajadores de todas partes de la ciudad, de todas las aplicaciones, y se han afiliado. Ahorita somos cientos.

 ¿Cuántos repartidores y trabajadores de plataformas tecnológicas calcula hay hoy en Argentina?

Las cifras oficiales de las plataformas son los ID, que son las personas que se inscriben para trabajar. Solo en Buenos Aires, donde se creó nuestro sindicato y se inició el movimiento contra la precarización, Rappi tiene unos 13.500, Glovo tiene unos 6.000, Uber tiene unos 4.000, y las nuevas aplicaciones entre 2 y 3 mil. Son los números que manejamos hasta ahora.

 ¿Qué esperan lograr con el trabajo sindical?

Esperamos que el sindicato sea el punto de encuentro de los trabajadores de las plataformas. Es el objetivo principal y lo estamos logrando. No teníamos abogados, ni un gobierno ni un estado que nos apoye, ni a dónde acudir. Estas plataformas tecnológicas funcionan sin infraestructura física, no hay forma de unir a los trabajadores, concentrarlos en un sitio. Por eso tener un punto de encuentro, un lugar de base, fue el objetivo principal, más allá de cualquier encuadramiento sindical. Nos estamos dando cuenta de que todos padecemos lo mismo: Esta nueva era del trabajo que ha creado la tecnología se está desviando, se está utilizando en contra de los trabajadores. La tecnología tiene que simplificar la vida del ser humano, y lo ha hecho, pero en el caso de Rappi nos está destrozando, literalmente.  La idea es que la aplicación sea beneficiosa para todos, tanto para el cliente consumidor como para el que trabaja en ella. Nos escriben trabajadores de todas las plataformas, todos quieren participar, y van a participar. En cada plataforma se están creando grupos y delegados para discutir sus problemáticas. Ya basta con este tipo de trabajo precario, que no es lo que la gente cree que es.

¿Qué llamado hacen a los trabajadores de las plataformas en los otros países de Latinoamérica?

Que se unan y hagan lo mismo que nosotros. No hay barreras, no hay obstáculos.  Simplemente que reúnan la cantidad de trabajadores que se requiere para conformar el sindicato, buscar un abogado que los asesore y les haga su estatuto como lo establece la ley de cada país y hagan una asamblea. Y listo, ya existen como sindicato. Tendremos que comunicarnos y trabajar internacionalmente. Tiene que ser como un virus, que se expanda por el mundo. Así los ministerios no nos quieran reconocer, independientemente de todo eso, ya existimos como organización.  Si entre varios países nos unimos con la creación de estos sindicatos en plataformas y nos empezamos a reunir, vamos a ser algo evidente, tangible. Existimos y nos haremos sentir y haremos valer nuestras peticiones, que a la final es una solo: una mesa de negociación y diálogo entre el Estado, los dueños o representantes de las plataformas, y los trabajadores. Entre los tres deberíamos crear las reglas de juego. Nosotros queremos trabajar en las plataformas, nos gusta este tipo de trabajo, pero no hay condiciones dignas, no estamos siendo escuchados, y cuando queremos que nos escuchen las empresas nos amedrentan, nos bloquean, nos sancionan, nos quitan nuestro dinero y no nos dan respuesta.

 ¿Qué han dicho los dueños de las plataformas frente a la creación del sindicato?

 El único dueño que salió a decir algo fue el de Rappi. Habló hace algunos días, y dijo que es mentira lo de la precarización.

 ¿Han tenido represalias? 

Represalias tecnológicas. Simplemente controlan la aplicación. Te dejan de asignar pedidos, y eso ya es una represalia. En mi caso particular he sido víctima de eso, pero no me importa, es parte del proceso.

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