Ramón Jimeno, periodista por más de veinte años, se ha acercado a los conflictos laborales y la evolución del sindicalismo con ojo crítico. Desde el paro de Telecom, o la violencia contra los trabajadores bananeros hasta las negociaciones recientes con SABMiller, Jimeno ha conseguido observar las ventajas del diálogo social y los retos del empresariado, pero también del sector sindical para continuar avanzando.
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Durante la jornada Nuevos Retos en el Mundo del Trabajo, el comunicador y consultor hizo énfasis en una necesaria transformación cultural del empresariado y al mismo tiempo de los trabajadores organizados para darle más oportunidades al diálogo.
«Necesitamos una puerta de entrada más grande para el diálogo social», comenzó diciendo Ramón Jimeno aseverando también que tras dos décadas de trabajo puede concluir que «lo que pasa en el país es que hay una clase dirigente bastante reacia a reconocer a los trabajadores y a los adversarios como contraparte en sus derechos legítimos». Por eso, expuso, lo primero que hay lograr es un cambio en la forma de verse mutuamente.
«Hay que empezar una transformación conjunta en la cultura de las contrapartes», dice el también escritor recordando una experiencia donde, en plenas conversaciones entre sindicato y directivos, los afiliados usaban un megáfono en las afueras de las oficinas y él había sugerido que los dejaran pasar para que no siguieran interrumpiendo el diálogo con el ruido sino que pudieran expresar de forma directa sus peticiones. «Aquí no está permitido el ingreso de sindicalistas», respondieron algunos, solo meses después la empresa cambió y accedió a su ingreso.
«La vieja guardia de recursos humanos vio a los directivos sindicales entrar y conversar con la vicepresidenta, muy valiente, y eso los hizo reconocerse», recuerda Jimeno. Pudieron unos y otros darse cuenta que no son monstruos, «solo son gente con puntos de vista diferentes y que se pueden sentar en una mesa con condiciones».
En Colombia, sin embargo, los empresarios parecen seguir muy atrasados en ese aspecto. «Pero reconocimientos simbólicos como este sin necesidad de dar unas grandes batallas han empezado lentamente a cambiar la relación entre sindicatos y directivos», señala el columnista. Para él esos pequeños gestos son transformaciones culturales que finalmente permiten abrir al espacio de diálogo
Menciona las experiencias en Carrefour, SABMiller y Río Paila Castilla donde se han logrado recientemente avances en materia de diálogo. «Hay que construir confianza», sentencia y agrega: «Mostrarle eso al ejecutivo, el funcionario o el accionista, no es fácil, por eso es importante empezar el trabajo de culturización de los dos lados. También como los empresarios y sus ejecutivos creen que tienen un conocimiento superior porque todos son Phds, Master, hay que hacerles ver que el conocimiento del trabajador es tan valioso para la empresa como el del phd de Harvard».
Transmitir información de arriba hacia abajo en organizaciones sindicales, a nivel interno, es otra manera de incrementar el diálogo social y fortalecerse para mejorar la calidad no solo de trabajo sino de la actividad sindical, que a la larga siempre redundan en beneficios para la empresa en su conjunto.
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