Un giro a la izquierda para recuperar los
derechos laborales y sindicales
Dentro de la serie de entrevistas con candidatos al Congreso de la República en torno al tema del empleo y el Trabajo Decente, el turno es para Marcelo Torres, aspirante por el Polo Democrático al Senado, Nº 24 en el tarjetón. Estos son sus conceptos y propuestas:
En Colombia el desempleo está cerca del 15%, más del 50% de los trabajadores son informales, hay crisis en los sistemas de salud y pensiones… Son problemas que tienen que ver con el mal funcionamiento del aparato económico, pero ¿en el Congreso hay algo que se pueda hacer? ¿A qué se compromete usted?
A reformar la Ley 50 y las contrarreformas laborales que arrasaron o mermaron derechos adquiridos por los trabajadores, en todos los aspectos: estabilidad, contrato de trabajo, sindicalización, jornada de trabajo, y que se acentuó en los dos periodos de Uribe Vélez. En ese sentido la labor de un senador de izquierda debe ser restablecer esos derechos y mejorarlos, bien con proyectos de ley o de ser necesario reformando la Constitución.
Y en cuanto al aspecto estructural de la economía, ¿cómo se podría generar empleo y trabajo decente en Colombia?
Es un asunto de mediano plazo, porque el desempleo no se puede suprimir por decreto, requiere una recuperación de la economía nacional. Hay que hacer una modificación substancial del modelo económico, mediante la recuperación del mercado interno, el cual se abandonó por la premisa falsa de que lo que importa es que el país exporte. Esto significa proteger el mercado, sin aislarse del comercio exterior ni de los cambios internacionales, ni renunciar a los acuerdos de integración comercial. Hay que eliminar la libertad de ingreso de alimentos subsidiados de las economías desarrolladas. Hay que imitar a Brasil, que le dijo a Estados Unidos: si ustedes subsidian el trigo, no vemos por qué nosotros no lo podemos hacer. La producción agropecuaria de Colombia y la industria incipiente que hemos desarrollado seguirán sucumbiendo si continúa la liberalización de importaciones, caso de los textiles, confecciones, calzado. A esto se suma el problema del uso inadecuado de la tierra: mucha tierra fértil dedicada ganadería extensiva, lo que es una irracionalidad en un país que tiene que importar alimentos.
Las cooperativas de trabajo asociado se señalan como responsables de buena parte de la precarización laboral. ¿Qué haría al respecto de llegar al Senado?
En la mayoría de los casos estas cooperativas no son sino bolsas de empleo disfrazadas, y su proliferación obedece a la idea de abaratar la mano de obra y entorpecer el derecho de organización de los trabajadores, a la destrucción de los sindicatos. Por eso hay que suprimirlas, y desde el Congreso trabajaré para que eso sea posible.
El sindicalismo ha sido muy perseguido y diezmado, se le niega el derecho a ser protagonista en el diálogo social. ¿Como congresista usted qué procuraría para revertir esa situación?
La posibilidad de un cambio democrático en el país no se concibe sin el pleno restablecimiento de los derechos de los trabajadores y de su organización. Tendría que darse un impulso desde el Estado a la organización de los trabajadores.
Un dato preocupante y del que poco se habla, es que el 43% de los trabajadores deben laborar más de 48 horas a la semana. ¿Qué opinión le merece eso?
Es una de las consecuencias de la ofensiva del capitalismo imperialista en nuestros países. Se mermaron los instrumentos que tienen los trabajadores para defender sus derechos. Entre ellos uno esencial es la jornada de trabajo, que se prolongó en el mundo entero y particularmente en Colombia. El Código Sustantivo del Trabajo quedó anulado porque la jornada de 8 horas se volvió letra muerta, cada vez son más comunes las jornadas de hasta 12 horas. Hay que volver a la jornada de 8 horas, que es una conquista histórica de los trabajadores, y para eso hay que desarrollar el Estatuto del Trabajo que consagra el artículo 53 de la Constitución.
¿Es o no partidario de desmontar los impuestos parafiscales?
Por supuesto que hay que mantener los parafiscales, graduados proporcionalmente en todas las capas de la propiedad. Es una manera de redistribuir la riqueza, y por eso es una de las prácticas del Estado que hay que conservar. El Neoliberalismo se inventó la falacia de que la disminución de los impuestos al capital produce desarrollo económico. Eso es falso. Lo único que hace es aumentar la desigualdad. Qué son $15 mil de aumento al salario mínimo contra los más de $8 billones de ganancias que obtuvo el sector financiero el año pasado. Eso nos ilustra perfectamente lo que estamos diciendo. Un Estado democrático tiene que gravar fuertemente la propiedad y la tierra, pues de esa carga impositiva es que sale el bienestar social.
Se celebró esta semana el Día de la Mujer y fue una oportunidad para hablar de la desigualdad de género que hay en Colombia en materia laboral. ¿Qué hacer en el Congreso al respecto?
En nuestros países y en las sociedades capitalistas hay una fuerte carga patriarcal, eso no se ha resuelto. La defensa de los derechos de las mujeres es un problema político que un Estado democrático tiene que resolver. Aquí hay que hacer una legislación que aborde una solución, pero también una labor educativa porque es un problema cultural.
Mucho se habla de la crisis de la salud, pero el sistema pensional también está en una situación crítica, precisamente porque los aportes a pensiones dependen del desarrollo del empleo formal, y éste es cada vez más escaso en Colombia…
En Colombia hay poco menos de 3 millones de personas de la tercera edad, y de ellas únicamente 700 mil tienen pensión, y de éstas el 80% tiene la pensión mínima. La situación es desoladora. Y el problema se agrava porque si consideramos el aumento de la edad de la pensión y el número de semanas cotizadas, tenemos que una buena parte de los trabajadores actuales no tienen posibilidad de llegar siquiera a la pensión mínima. Y menos ese 60% que está en la informalidad y no cotiza a pensiones. Parte del problema es que se cambió el esquema pensional. El sistema montado sobre la base de la solidaridad social, en el que los trabajadores productivos se hacen cargo del sostenimiento de la generación de trabajadores que ya cumplió su ciclo, que es el enfoque correcto, se dejó a un lado y se cambió por el esquema de cuenta de ahorro personal. Es decir, se adoptó el esquema individualista de la economía de mercado, y eso ha llevado al reforzamiento sin precedentes del capitalismo financiero. Una buena parte del ahorro nacional está en manos de los sectores financieros parasitarios. Los fondos de pensiones manejan las dos terceras partes del presupuesto del Estado, un poco más de $80 billones. Estamos pues ante el desplome del sistema de pensiones, así como se derrumbó en salud y como se están derrumbando los servicios públicos domiciliarios. Es una tragedia social, y por lo mismo hay necesidad de hacer una reforma de fondo. Es una de las reformas legislativas más importantes que requiere el país.