Si, al perdón social para cesar la horrible noche

Imagen de referencia tomada de la Pastoral Social

El perdón social es un término de moda porque las campañas presidenciales hablaron de él recientemente

Por Carlos A. Rodríguez Díaz

El candidato presidencial Gustavo Petro, propuso el «Perdón Social» en Colombia y manifestó que «sin perdón no hay reconciliación» en la sociedad. «Si el país ha vivido décadas de violencia, la única manera de saldar las heridas es a partir de un inmenso perdón global. El Perdón Social es un proceso histórico que implica justicia reparativa y verdad».

«El Perdón Social no es impunidad, es justicia reparativa«. Tampoco es «encubrimiento«, sino «un proceso de verdad histórica«. Es «cesar definitivamente la violencia«, mediante el perdón entre toda la sociedad colombiana. «el Perdón Social” no es ni jurídico, ni divino, es un perdón terrenal de la ciudadanía. el Perdón Social” no lo ordena el presidente, sino la sociedad».

«Hemos tratado de defender la tesis que es un pacto de convivencia, que la paz es un contrato de la sociedad toda, no solamente de unos grupos armados, que la paz es el encuentro diverso de toda la sociedad colombiana para transformar cosas, para garantizar derechos».

A pesar de la claridad en la propuesta, algunos sectores malintencionadamente la tergiversaron y afirmaron que el Perdón Social, otorgaría una amnistía a quienes incurrieron en delitos de corrupción y llegaron a decir que se estaban cambiando votos por rebaja de penas.

Cuando el expresidente Álvaro Uribe planteó la amnistía general y sin condiciones, que de manera clara se distancia del Estado Social de Derecho, pues no tiene verdad ni justicia ni reparación, los que hoy vociferan contra el Perdón Social, ayer sonrieron sin pudor ante esa propuesta de impunidad y se llenan de alegría, cuando un proceso contra los corruptos se pierde por vencimiento de términos.

La amnistía pertenece al ámbito jurídico, mientras que el Perdón Social, al psicosocial. La amnistía es un proceso que se hace desde el Estado hacia el victimario, mientras que el Perdón Social, desde la víctima hacia el victimario. En la amnistía, el Estado ‘perdona’ en nombre de las víctimas, incluso lo hace sin su consentimiento.

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Aquí debo recordar que la Universidad el Rosario publicó en el 2002 un libro titulado Cultura Política y Perdón, que editó Adolfo Chaparro Amaya y que invito a leer. Este libro explora el concepto y la práctica del Perdón desde diversas perspectivas. Para ello divide las temáticas en cuatro partes: El pretexto, una entrevista con Jacques Derrida, publicada por primera vez en español, donde se hacen comentarios críticos a los planteamientos del filósofo francés

La segunda parte, La tradición, aborda históricos y jurídicos del perdón y tiene en cuenta entornos culturales donde se llevan a cabo el perdón y la venganza. En el acápite titulado lo imperdonable los autores reflexionan sobre el tema en situaciones límite, como los crímenes de lesa humanidad. La última sección, los escenarios del perdón, recoge las experiencias de otros países en procesos de negociación de conflictos y tiene en cuenta los factores mediáticos, institucionales y económicos del caso colombiano.

En su prólogo nos dice que, según lo afirma Jacques Derrida, “el Perdón se ha universalizado como práctica, como creencia y como concepto. Está en el horizonte de toda geopolítica, en el fondo de la juridicidad sobre pena de muerte, derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y, especialmente, en los procesos de reconciliación y terapia colectiva que acompañan los más diversos conflictos en todo el mundo”.

Creo que hoy en Colombia se hace imperativo acompañar todos los procesos de reconciliación, en la perspectiva de alcanzar una Paz Completa. Sin duda, la mejor manera cómo podemos contribuir a que ese futuro cercano se aproxime, será asumiendo como ciudadanos, muchas de las tareas que nos competen como principales voceros de esa democracia inminente, para que la comunidad se convierta en la modernizadora de Colombia, en la planeadora de propuestas, en la forjadora de los espacios donde florezca el diálogo, donde se elabore el nuevo relato que incorpore por fin al pueblo colombiano a la mitología de la nación, donde se reconstruya el tejido de la memoria rota por las guerras y las exclusiones, donde se pronuncie el gran conjuro contra la venganza y digamos si, al Perdón Social para cesar la horrible noche.

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