En una breve alocución por radio y televisión, el presidente Juan Manuel Santos le anunció al país ayer lunes el inicio de diálogos exploratorios de paz con la insurgencia (FARC y ELN), con miras a resolver el conflicto armado colombiano por la vía de la negociación; anuncio que fue confirmado a su vez por voceros de ambos grupos guerrilleros.
Tales anuncios generaron de inmediato reacciones de todo tipo. En esa perspectiva, esta Agencia de Información Laboral consultó una primera opinión de los presidentes de las tres centrales sindicales colombianas y del Director General de la ENS, bajo el entendido de que la negociación de la paz, más que un asunto del gobierno, es un tema que compete a toda la sociedad colombiana y a sus diferentes estamentos, uno de ellos, con importancia y peso propio, es el movimiento sindical.
Estas fueron sus primeras impresiones:
Domingo Tovar Arrieta, Presidente de la CUT:
¿Cómo recibe la CUT el anuncio del inicio de conversaciones de paz con la insurgencia por parte del Gobierno Santos?
“Nosotros lo recibimos con satisfacción, lo saludamos, revive las esperanzas de que en Colombia retomemos el proceso que nos lleve a la paz. Entendemos que estamos atravesando un momento coyuntural difícil, además preelectoral. Tenemos todas las expectativas, pero creemos que debe ser un proceso serio, profundo, en el que hay que tener paciencia ante las dificultades que surjan; que eso no se vaya a convertir ni en una campaña electoral de parte del Presidente de la República y en otra frustración más para el pueblo colombiano por la negativa de la insurgencia”.
Es claro que la búsqueda de la paz no es un tema de gobierno sino de Estado, y en esa medida los múltiples sectores de la sociedad deben tener un espacio. ¿Usted ve algún espacio para el movimiento sindical, más cuando éste ha pagado una cuota alta de sacrificio en el conflicto? O le parece prematuro hablar de eso.
“Si eso se vuelve simplemente un diálogo entre guerrilla y gobierno, se enmarcaría solo en un proceso de desmovilización de tropas de cualquier lado. El proceso de la paz es un tema de la sociedad colombiana en su conjunto, y nosotros como CUT, por definición de nuestro último Congreso, estamos trabajando por eso, queremos aportar; pero la CUT tiene una agenda que sólo la defiende la CUT. Nuestra agenda temática no la va a defender ni el gobierno ni la guerrilla. Nosotros hemos sido victimizados en medio del conflicto y hemos pagado una cuota de sangre muy grande. Por eso decimos que tenemos que tener un poco de paciencia para que eso sea serio y se materialice en el inicio de un proceso que le dé una salida política al conflicto interno en nuestro país”.
Pensando con el deseo, e imaginando el país sin el perturbador accionar de las guerrillas, un país en paz. ¿Eso le abriría espacios a la solución de graves problemas que se han mantenido represados, el laboral entre ellos?
Ese es el problema que la CUT y las otras centrales obreros debemos salir a defender en los escenarios donde se va a definir la construcción de la paz. Por definición de nuestro Congreso hablamos de un modelo de desarrollo alternativo diferente al que tenemos hoy, y la solución al conflicto interno tiene que dar para la transformación de ese modelo”.
¿Algo más le sugiere este tema?
“Decirle a las subdirectivas y a nuestros sindicatos que se apropien del pronunciamiento público que hemos hecho en el día de hoy”.
Julio Roberto Gómez, Presidente de la CGT:
¿Cómo recibe la CGT el anuncio del Gobierno en torno al inicio de conversaciones de paz con la guerrilla?
“Es una noticia de buen recibo para la población colombiana. Pero nos parece que no puede ser un proceso eficaz si no va acompañada de gestos de paz de las FARC y el ELN. Esto significa dejar de ejercer actos de terrorismo y violencia, como volar oleoductos y torres de energía, el minado de los campos, emboscadas contra la fuerza pública. Un proceso de paz empieza a ser creíble si tiene una cimentación real, no solo anuncios de paz. Y si a eso le aumentamos la liberación de todos los secuestrados, estaríamos dando un paso histórico. Pero para ello requerimos voluntad de paz los grupos insurgentes, y también del gobierno, en la medida de que inicie un proceso para resolver la conflictividad social que tiene el país, y pagar la enorme deuda social con la población colombiana”.
¿Cuál sería el espacio que usted reclamaría para el movimiento sindical en esta coyuntura de negociación?
“Esperemos a ver cuál va a ser la agenda que se va a construir para adelantar este proceso, una vez se construya miraremos cuáles son los espacios para la sociedad civil, la cual no tiene otro destino distinto que el de verter opiniones, porque el proceso de negociación de la paz es exclusivo del gobierno con las FARC y el ELN. No hay cama para tanta gente, no puede convertirse en un diálogo en el que intervenga mucha gente, que termina malogrando el proceso. Lo que esperamos es que haya gestos reales de paz por parte de las guerrillas”.
En el caso de que este proceso llegue a buen puerto, ¿cree que ese escenario abriría espacios a la solución de los graves problemas que se han mantenido represados en el país, entre ellos el laboral?
“La CGT está convencida de que si un proceso de paz se abre paso, Colombia pasa a ser uno de los países más desarrollados de la zona latinoamericana y caribeña; y pasa a competir en condiciones de mayor igualdad con el resto del mundo. Y el gobierno ya no tendrá justificación para negar los derechos de los trabajadores, el campesinado y la población en general; y tampoco otros sectores distintos al movimiento sindical se pueden arrogar la representación de la clase trabajadora y los campesinos. Los espacios que se abren son amplios porque la paz es producto de la justicia social, no basta solamente con negociar con las organizaciones guerrilleras sino que es necesario un proceso encaminado a eliminar las profundas desigualdades que nos tienen como una de las naciones más desiguales del planeta, con una tasa brutal de informalidad y desempleo, y una grave situación de precarización laboral. El país tiene enormes recursos, un millón de barriles diarios de petróleo, por ejemplo. Imaginemos si al Fondo de Solidaridad Pensional le dedicáramos un dólar de cada barril, estaríamos en muy poco tiempo fondeando la cuenta para expresar la solidaridad con las gente de la tercera edad y todos los que nunca cotizaron a un régimen de pensiones. Pero se necesita voluntad política”.
¿Algo más sobre este tema?
“Sí. El gobierno no puede arrebatarle las funciones que tiene el señor Vicepresidente Angelino Garzón, de ser el vocero en torno a todo los temas sociales, al crear una alta consejería y designar al compañero Lucho Garzón como el hombre en el tema del diálogo social, arrebatándole esa función al vicepresidente. Más bien lo que debe hacer es utilizar los oficios de Lucho Garzón para que ayude en todo el proceso, y no ponerlo en cabeza de una actividad que ha venido siendo ejercida con lujo de detalles por el Vicepresidente”.
Miguel Morantes, Presidente de la CTC:
“Nos parece bien y positivo que haya esfuerzos por buscar una salida negociada al conflicto armado. Obviamente que esa salida debe ser buscando la justicia y la solución de los grandes problemas sociales que afectan al país. El problema es que falta confianza, ésta ha sido bastante afectada por algunos incumplimientos en tiempos pasados. Por eso es necesario que se trate de buscar algún nivel de confianza para iniciar un proceso que ojalá, y eso esperamos todos los colombianos, llegue a un fin exitoso”.
¿Qué espacio le ve al movimiento sindical a un proceso de paz en Colombia?
“En un proceso de paz el movimiento sindical tiene un importante rol que jugar, peticiones con respecto a las reformas y cambio de modelo del Estado, y otra cantidad de cuestiones a las que es necesario darles solución lo más pronto posible para que no se siga deformando la sociedad colombiana. El problema laboral, que tiene que ver con el estado de la economía, es hoy el gran problema del pueblo colombiano. Por eso hago un llamado a la militancia de la CTC para estar vigilantes de este proceso de paz, y apoyarlo. Hay que estar por la positiva en una iniciativa de esta naturaleza”.
José Luciano Sanín V., Director General Escuela Nacional Sindical:
Siempre hay que ver con entusiasmo y optimismo que se hable de paz, que se hagan esfuerzos por la paz y no por la guerra. Esperamos que esta experiencia aprenda de los errores y aciertos de las anteriores, esa sería la mayor contribución de la sociedad civil: empezar a construir una reflexión como nación sobre lo que estamos dispuestos a hacer como sociedad para tener una solución al conflicto. Ya ha habido experiencias exitosas, como los procesos con el EPL, el M-19, el Quintín Lame, la Corriente de Renovación Socialista, entre otros.
Lo segundo, es que una noticia de estas cambia el ambiente político, positivamente. Empieza a generar una coordenada nueva en el ambiente: la coordenada del diálogo. Desde el punto de vista laboral, nosotros siempre pensamos en la dimensión del diálogo; en el mundo laboral es muy importante dar señales de construcción dialogada de los conflictos, y eso mismo queremos para otros ámbitos: que el diálogo sea la forma de la construcción democrática de la sociedad. Creemos que este mensaje empieza a darle al país un tono nuevo a la forma de hacer la política, menos pendenciera, menos polarizada, más de conversación sensata entre los colombianos para resolver los problemas, en particular el laboral en nuestro caso.
Lo otro es que la solución a la grave desigualdad de este país, el más desigual de América Latina, tiene como condición la paz. Este país puede emprender el sendero del desarrollo y la igualdad si resuelve el conflicto armado. Y eso para los trabajadores es esencial, porque para nosotros la equidad y la igualdad se construyen con trabajo decente. Una condición no suficiente, pero si necesaria para la construcción del trabajo decente y la igualdad, es que se haga en un ambiente de paz. Durante cinco décadas hemos tenido las relaciones laborales atravesadas por el conflicto armado. Así que es fundamental quitarle a las relaciones laborales, y a la sociedad en general, el factor violencia como mecanismo para la solución de conflictos.