Brechas de género: una mirada a la autonomía económica de las mujeres.

Deysy Henao Montoya – Investigadora Socio-laboral ENS

La desigualdad de las mujeres “constituye un caso especial entre todas las discriminaciones sociales. En efecto, a diferencia de otros casos, no constituyen una clase social, ni un grupo específico; no son una comunidad, ni una minoría social o racial, atraviesan todos los grupos y pueblos y, en todos ellos, son una inseparable mitad. Acabar con las condiciones que han permitido su desigualdad social y política sería, después de la liberación de los esclavos, la mayor revolución emancipadora” (Villoro, 1997, citado en CEPAL, 2017). 

Colombia se encuentra en un momento político de innumerables retos, habiendo pasado en los últimos años por una pandemia; unas elecciones presidenciales y locales que derivan en el primer gobierno nacional progresista; pero que, a su vez, generaron dinámicas locales, regionales y de composición del legislativo, que, hasta el momento, no han sido favorables para la aprobación de las diferentes reformas sociales que permitirían implementar el plan de gobierno. En la actualidad se evidencian fuertes tensiones sociales, económicas y políticas, y la apuesta en materia de garantía de derechos y reducción brechas de género está dada por la necesidad de continuar superando las condiciones en las que las mujeres y niñas hacen parte del cambio.  

Según el Plan Nacional De Desarrollo (2022 – 2026) del actual gobierno, que representa un proyecto político alternativo, para algunos progresista y para otros de izquierda, se plantea a las mujeres como uno de los actores diferenciales más relevantes, y entre los temas centrales está el cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS 2030 – 2050), los cuales, para versan en alcanzar paridad en derechos relacionados, principalmente, con: la autonomía económica,  la salud física sexual y reproductiva, la participación política,  y la eliminación de la Violencias Basadas en Género (VBG).  

Antes de continuar, es importante decir que la autonomía económica está dada por la posibilidad que tienen las personas de acceder a los recursos económicos para la garantizar la vida, como lo son ingresos vía: mercado laboral, servicios financieros, pólizas y subsidios, entre otros. En ese sentido, el propósito del presente ejercicio reflexivo es hacer una mirada a algunos de los indicadores que nos dicen cómo está la autonomía económica de las mujeres, y para esto utilizaremos los criterios de: pobreza, pobreza extrema, tasa de desempleo, tasa de empleo, informalidad, y usos del tiempo.  

Para 2023, según los datos de la Dirección de Estudios Económicos del DNP (Departamento Nacional de Planeación) y el DANE, la pobreza1  se ubicó en 33% y la pobreza extrema2 en el 11,4%. En el análisis por sexo presente en la Tabla 1, se evidencia que las mujeres estuvieron por encima de los hombres en aproximadamente 7 puntos para el caso de la pobreza, y, 4 puntos para el caso de la pobreza extrema. Brecha en el acceso al recurso que se ha mantenido en el tiempo, como se demuestra al revisar los datos tanto de 2014 como de 2022; siendo este último un año en pandemia, que demostró mayor impacto para las mujeres y del cual aún no han podido recuperarse, como lo indican los datos al pasar los hombres del 35.7% en 2022 a un 29.5% en 2023, pero mantenerse las mujeres entre el 37.6% y 37.7% para ambos años. 

Tabla 1. Algunas cifras del Componente de Autonomía económica para el año 2014 y los años 2022 y 2023. 

Componente Mujeres 2014 Hombres 2014 Mujeres 2022 Hombres 2022 Mujeres 2023 Hombres 2023 
Pobreza Monetaria  29,2% 27,9%, 37,6% 35,7%, 37,7% 29,5%, 
Pobreza Extrema  8,3% 7;9% 14,2% 13;3% 13,9% 9,5% 

Los datos del 2014, 2022 y 2023 fueron recuperados de la Información Estadística del DANE en sus informes técnicos correspondientes y sus anexos.  

Esta condición de pobreza responde, entre otros elementos, a la forma en que se mueve el mercado de trabajo, y más específicamente a la forma en como las mujeres participan de él. Según el DANE, para estos años, la Tasa de Desempleo, la Tasa de Empleo y la Informalidad se comportaron como se muestra en la tabla a continuación.   

Tabla 2. Algunas cifras del Componente de Autonomía económica para el año 2014 y los años 2022 y 2023 – 2. 

Componente Mujeres 2014 Hombres 2014 Mujeres 2022 Hombres 2022 Mujeres 2024 Hombres 2024 
T. Desempleo  11,3% 7,4% 12,6% 8,8% 11,2% 7,7% 
T. Ocupación 53,1% 73,3%  48,3% 68,9% 49,4% 69,9% 
Informalidad  49,5% 50,5% 54.4,8% 59,9% 53,6% 57,3% 

Los datos del 2014, 2022 y 2023 fueron recuperados de la Información Estadística del DANE en sus informes técnicos correspondientes y sus anexos. La Tasa de Desempleo y la Tasa de Ocupación se toma la tasa del trimestre móvil octubre diciembre para cada año.  

Al analizar estos tres elementos, desempleo, empleo e informalidad, se puede ver como en los dos primeros continúa conservándose una brecha de género que favorece a la población masculina del país. En materia de desempleo la relación de la brecha se conserva, al igual que en la de empleo, solo con la diferencia que, en la segunda, la brecha de género es de casi 20 puntos porcentuales por encima. Ahora bien, en la informalidad las mujeres han ido aumentando su participación, y si bien esto implica que las mujeres se están vinculando al mercado laboral de forma creciente, lo están haciendo en condiciones de precariedad, y la ya mencionada diferencia de 20 puntos en la vinculación formal, también da cuenta de que el mercado de trabajo continúa segregando a las mujeres a los trabajos con menores garantías para su permanencia.   

Estos elementos, la mirada del índice de pobreza y pobreza extrema, así como a las cifras generales del mercado laboral, en materia de autonomía económica, nos permiten afirmar que, aunque se han dado avances en materia de inclusión de las mujeres, no necesariamente se ha reducido de la pobreza para este grupo poblacional, o se han mejorado sus condiciones para la vinculación, y es aquí donde se hace importante dar una mirada al último componente al que queremos hacer referencia, los usos del tiempo.   

Podría pensarse que las mujeres no se vinculan al mercado laboral formal porque no está entre sus prioridades, pero según la última ENUT del 2021 realizada por el DANE (Encuesta Nacional de Usos del Tiempo), entre 2020 a 2021, las mujeres tenían una dedicación de tiempo de 7,44 horas al trabajo no remunerado, en comparación con los hombres, quienes invierten solo 3.06 horas. Es decir que las mujeres dedicaban más del doble de tiempo que los hombres a actividades no remuneradas que, por lo general, están relacionadas con actividades de cuidado, y que efectivamente representan, una disminución de posibilidades de hacer trabajo remunerado, además de indicar que, muchas de las mujeres que están en el mercado laboral, podrían estar desarrollando dobles y triples jornadas de trabajo.  

Según el último boletín del DANE de Economía del Cuidado de Julio del 2024, el promedio de horas trabajadas entre el 2022 y 2023 es de 96.148 millones de horas anuales, de las cuales las mujeres reportaron realizar el 57,1%, y los hombres el 41,245%, es decir, las mujeres trabajaron 1,3 veces más tiempo que los hombres (DANE, 2024). Estos dos datos, sin ser los únicos, remarcan la importancia de la implementación de acciones y políticas públicas tendientes a equilibrar dichas brechas.  

 Ahora bien, podría pensarse que la brecha en términos de pobreza y de ingreso al mercado laboral para las mujeres en mejores condiciones tendría que ver con el acceso a educación, pero para Colombia no es el caso. Según el último boletín del Observatorio de Trayectorias Educativas del 2022, con datos de la GEIH (Gran Encuesta Integrada de Hogares) del DANE, la brecha está a favor de las mujeres (mayores de 15 años) donde los años de educación por sexo eran en promedio, para los años que hemos venido comparando, son: en el 2014, para las mujeres de 8.79 de estudio, mientras que para los hombres era de 8.50 años, es decir, la mujeres estaban en este periodo en la educación formal 0.29 años más que los hombres, lo cual no se corresponde con los porcentajes de desempleo, informalidad y pobreza para las mujeres de ese año (2014); situación que continua hasta el 2022 donde la brecha sigue a favor de las mujeres y aumenta con un total de 1,41 años más de estudio en comparación con los hombres según el Ministerio de Educación y el DANE (2024).  

Y, si miramos el Boletín de septiembre del 2024 en relación a fuerza laboral y educación, este indica que, en todos los niveles educativos, la tasa de desocupación de las mujeres es mayor en comparación con los hombres, por ejemplo, para el 2023, la tasa de desocupación de las mujeres con educación profesional, técnica o tecnológica fue de 14.3% en comparación con los hombres, que solo fue de un 9.3%, es decir más de 5 puntos porcentuales de diferencia. Dicha diferencia se mantiene a través de los distintos niveles educativos, mostrando que la brecha de género persiste en materia del acceso de las mujeres al mercado laboral, ya que, sin importar su mayor nivel educativo, estas se vinculan en menor proporción al trabajo formal, y, por ende, acceden en menor proporción que los hombres a recursos estables que permitan al logro de la Autonomía Económica. 

Lo anterior demuestra que, la brecha en relación a la autonomía económica, más allá de estar determinada por asuntos como la educación, tiene que ver con algo que se mencionaba en párrafos anteriores, y es el uso del tiempo, que en últimas, está relacionado con los roles sociales asignados a las mujeres de priorizar actividades no remuneradas en el marco del cuidado, con la finalidad de garantizar la reproducción de la vida, y por ende, la fuerza de trabajo para el mercado, sin por ello tener mejores condiciones ni mayor reconocimiento. Para cerrar, es importante decir, que el cuidado, sea este remunerado o no, representó para el año 2021, según el DANE (2023) en su estudio de la cuenta satélite de Trabajo Doméstico y de Cuidado no remunerado (TDCNR), un ingreso de $462.295 (Miles de millones) al Producto Interno Bruto (PIB) del país, casi el mismo valor que reporta para este mismo año la industria manufacturera, el cual fue de $470.130 (Miles de millones), indicando así, que el trabajo de cuidado es indispensable para el desarrollo y la economía del país.  

En este panorama, y frente a la necesidad que tenemos como país de avanzar en la reducción de las brechas de género, las cuales no solo están en el componente económico, sino también en la participación política, la autonomía física y la salud, y la eliminación de las Violencias Basadas en Género (VBG), como Escuela Nacional Sindical – Centro de pensamiento, se remarca que el panorama al cual se enfrenta Colombia para alcanzar los ODS 2030 – 2050, es bastante complejo, y demandará de múltiples esfuerzos, entre los cuales resalta la importancia que tiene para el país la consolidación de un Sistema Nacional de Cuidados implementado a todos los niveles territoriales, Sistema que está hoy en el CONPES 4143 de 2025, y que podría permitir equilibrar las brechas de usos del tiempo para que las mujeres puedan acceder en mejores condiciones al mercado de trabajo, y por ende, a recursos que permitan el logro de su autonomía económica.  

Como ENS enfatizamos entonces, en la necesidad de que las mujeres se vinculen al mercado laboral de manera efectiva y en condiciones de formalidad y garantía de sus derechos, promoviendo así la autonomía económica tanto en su ciclo productivo como al finalizar este. Por ello reviste vital importancia la reforma laboral que se encuentra hoy en curso en el senado y que posee amplios componentes de género, buscando el progresivo cierre de brechas y la inclusión de la experiencia de ser mujer, en las políticas laborales; así mismo la nueva Ley Pensional, la cual garantiza a las mujeres la posibilidad de acceder a condiciones de vida digna terminada su vida laboral e incluye condiciones especiales de perspectiva de género, igualdad y justicia social..  

Bibliografía  

  • Mujeres Y Hombres: Brechas De Género En Colombia. DANE, CPEM, ONU Mujeres. 2020.  
  • Informe Brechas De Género Y Desigualdad: de los Objetivos de Desarrollo del Milenio a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. González Vélez, Ana Cristina. Consultoría PNUD, UNFPA, ONU Mujeres, USAID. 2017. 

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