Programas presidenciales y el mundo del trabajo planteamientos líquidos ante problemas serios

(Foto: las2orillas)

Por Jaime Alberto Rendón Acevedo. Economista, Profesor Universitario

Por primera vez, en décadas de guerra y de terror, el país se enfrenta a una campaña electoral para elegir presidente de la República donde las FARC no son las protagonistas. En las pasadas elecciones el país debió jugársela en torno a la defensa de los acuerdos de la Habana, esfuerzo que, si bien se materializó en el segundo período del Presidente Santos, no se refrendó en el plebiscito, dejando al país polarizado, que es sin duda la estrategia política asumida por el Centro Democrático y que le ha dado excelentes réditos electorales.

Hoy el escenario sigue siendo de polarización, ya las FARC han perdido ese protagonismo y de manera hábil el Centro Democrático ha instaurado en la sociedad el miedo a figuras como la del Socialismo del siglo XXI, el Castro Chavismo o más precisamente ha utilizado la situación de Venezuela para “advertir” los peligros que correría el país si cae en manos de candidatos afecto, según ellos a tales posturas políticas.

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¡Y sí que lo ha logrado! A juzgar por las encuestas, el país se concentra en dos tendencias opuestas y el proceso mismo ha conducido a la pérdida de protagonismo de las llamadas posiciones de centro. Esto es, el debate electoral, las preferencias, al menos las expresadas en encuestas e incluso en plazas públicas, muestran a los candidatos Iván Duque y Gustavo Petro como los más opcionados para pasar a una segunda vuelta.

Por ahora Duque ha logrado matizar la fuerza que había mostrado Germán Vargas. Lo que se podría llamar las fuerzas de las derechas en Colombia se concentran en estos dos candidatos y van, con ello, a posibilitar una segunda vuelta. A esto se ha sumado la viabilidad dada a la campaña de Viviane Morales* y el apoyo dado por los movimientos y las iglesias cristianas. Las derechas van entonces tan desunidas como la izquierda misma.

El partido Liberal ha logrado “quemar” a un candidato como Humberto de La Calle y aunque ha salido a mostrar unidad y compromiso con su candidatura, cada día se desluce. Las fuerzas hacia la izquierda no lograron, para la primera vuelta, un proceso de unidad ni entre ellas ni con el candidato liberal.  Esperemos que esto no vaya a costar una segunda vuelta entre Vargas y Duque, porque haría entrar a las fuerzas progresistas del país en una crisis profunda.

Por ahora lo cierto es que la campaña electoral está abierta y cualquier cosa podrá pasar en estas semanas.  Ya han comenzado los debates entre los candidatos y la ENS no solo se ha comprometido con una campaña pedagógica de divulgación y conocimiento de las diferentes propuestas, sino que viene liderando junto a otras organizaciones, la discusión sobre los temas laborales.

Obviamente, se sabe que en estas épocas las agendas de los candidatos e incluso de sus fórmulas vicepresidenciales son sumamente complicadas. Así que en los foros de discusión las distintas fuerzas políticas han estado representadas por sus congresistas. En principio no está mal, es parte de la actividad y son los escenarios a los que hay que acudir e incluso priorizar. Pero si deja mucho que desear que los candidatos y la candidata en disputa no tengan en sus agendas el tema laboral como una prioridad, pero más aún, sus programas están caracterizados por la generalidad frente al mundo del trabajo y a las garantías a los derechos.

De hecho, lo primero que sobresale en los distintos programas es asumir el compromiso con la formalización laboral como garantía de trabajo decente y de aportes a la seguridad social. Pero esto planteado así es solo un slogan, similar incluso a lo que ha sido una ilusión de los gobiernos anteriores, donde las reformas laborales se han realizado con el pretexto de que eran un incentivo para la formalización, pero hoy la evidencia muestra que no ha sido así y el país mantiene unos niveles de informalidad que el propio DANE reconoce están por encima del 48%. De esta manera los y las trabajadoras en Colombia han debido asumir los rigores del abaratamiento del trabajo y lejos de tener mejores condiciones de formalización, por el contrario, se ha incentivado la precarización de las condiciones laborales.

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Para Iván Duque la formalización está atada a la agenda de competitividad, es decir, se retoman las políticas desarrolladas por Álvaro Uribe y Marta Lucia Ramírez que no han tenido mayor trascendencia en términos de productividad y competitividad, por el contrario, lo que hoy se tiene en el país, son 20 años de desindustrialización y desruralización producto de las políticas neoliberales basadas en los tratados de libre mercado, inversión extranjera y esquemas de competitividad basados en el mercado. Con la formalización abre todo un panorama lógico de incremento del ingreso a las familias y acceso a los programas de las Cajas de Compensación.

Para Gustavo Petro, el punto de partida en la concepción del trabajo como generador de riqueza y libertad. Propone mantener y generar trabajo decente a partir de las alternativas de trasformación del modelo productivo, redistribución de la tierra e interacción de redes, ciudadanía y tecnología. Con el incentivo al trabajo decente plantea la cualificación laboral y la garantía de derechos para disminuir la dependencia en los subsidios, soportado todo esto en el apoyo a las economías populares y al microcrédito.

Para Viviane Morales la necesaria formalización del trabajo debe responder a un sistema de incentivos, disminuyendo las complicaciones producto de la normativa existente y dinamizando la creación o el emprendimiento empresarial.

Es claro entonces que para estos tres candidatos la formalización del trabajo es una necesidad, en la cual soportan, además, los planteamientos para fortalecer la seguridad social y con ella el régimen de salud y de pensiones. Pero obviamente las posiciones de Duque se distancian de Petro, en especial en la concepción del modelo de desarrollo, mientras para Duque lo importante en el fortalecimiento empresarial a través de la competitividad. Para Petro es necesario ese fortalecimiento, contribuyendo con las economías populares y generando un nuevo paradigma productivo a partir de procesos de reestructuración productiva que conduzcan a la resignificación de la industrialización y la ruralidad. Morales hace depender su propuesta del incentivo a los emprendimientos, en donde espera hacer del Fondo de Garantías el principal instrumento de fomento para las nuevas empresas.

Este punto de los emprendimientos es relevante, porque es un común denominador en las distintas campañas. El país en realidad ha asumido esto como una forma de autoempleo, pero está lejos de hacer que las nuevas empresas tengan la perdurabilidad suficiente para madurar y convertirse en fuentes de más empleo. En Colombia en el año 2017 se crearon, de acuerdo con Confecámaras, 323.265 nuevas unidades empresariales (el 83% en comercio) y se cerraron 154.360. El país requiere de empresas que contribuyan a la creación de valor y que, desde el Estado, tal y como se realiza en los países más avanzados, se promueva y se garantice su estabilidad en el tiempo.

De acuerdo con esto, la candidata Viviane Morales, como se dijo, basa toda su estrategia de empleo en los emprendimientos, que ha sido una propuesta impulsada desde las iglesias cristianas y evangélicas. Esto de entrada no está mal, Petro también la comparte, con una visión más amplia desde las Economías populares y rurales.

Duque se acerca al tema a través de una propuesta de transformación productiva y al darle una perspectiva diferente al Sena hará que se involucre en una dinámica desde las Tecnologías de la información y las comunicaciones. Recurre a los mecanismos actuales del Fondo Emprender y de Innpulsa, y espera crear con Universidades y sector privado una estrategia de ángeles inversionistas. Todo esto en realidad existe y han sido instrumentos importantes pero totalmente ineficaces para las demandas laborales de la juventud.

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Esos temas pasan por el financiamiento, y Morales es más explícita para proponer mecanismos como el Fondo de garantías o exenciones tributarias a la empresas que demuestren generación de empleo y apoyo a la flexibilidad horaria y creación de guarderías. Petro  propone crear el banco público de economía popular y Duque espera desarrollar su estrategia con base en el apoyo a cooperativas.

Petro, a la par con esto, propone fortalecer el primer empleo, donde incluye las prácticas y pasantías, así como el servicio social voluntario. Si bien son mecanismos importantes, ya existen, y por el contrario se han convertido en una forma perversa de explotación laboral, aunque tengan la justificación en el tránsito de los jóvenes al mundo laboral. Las empresas han generado una rotación permanente de practicantes, y no dan con ello el paso a la formalización; la Ley deberá ponerle un límite a los puestos asumidos desde los practicantes (deben ser acordes con puestos formales) o si no por el circulo vicioso de las prácticas estas no trascenderán hacia el trabajo decente, como lo espera el candidato.

Un tema relevante en el ámbito laboral es el de la inclusión. Ya se dijo que Duque espera realizar una estrategia de apoyo al sector cooperativo y solidario, esto también tiene un matiz y es que está dirigido  a las víctimas del desplazamiento forzado  y a los reinsertados, como formas de involucrarlos en cadenas productivas. La pregunta que queda es ¿cuáles cadenas? Menciona las poblaciones afro e indígenas quienes tendrán un acompañamiento desde el estado para su inclusión laboral.

Petro además de sus propuestas desde las economías populares plantea un capítulo especial al tema mujer. Propone protección de derechos, igualdad salarial con los hombres y establece una preocupación especial con las mujeres rurales y cabezas de familia para facilitarles el acceso al empleo.

Morales plantea su compromiso con las mujeres y en particular con la llamada economía del cuidado, desarrollada especialmente por mujeres, que no tienen por ello remuneración alguna. Propone, reconocerles por un año seguridad social y que su trabajo sea reconocido como cotización en tiempo para una pensión.

Petro avanza en planteamientos que tienen que ver con los riesgos que la nueva revolución tecnológica presenta frente al mundo del trabajo y se ha arriesgado a realizar planteamientos en torno a revisar la reducción de la jornada de trabajo, como una opción para generar empleo y dignificar las condiciones de trabajo, pero no avanza en las repercusiones económicas que esto puede tener. Duque propone la modernización de las organizaciones de trabajadores y sindicatos, pero no es claro lo que espera de ellas, solo dice que deben ser parte activa del desarrollo empresarial, como si los trabajadores y los sindicatos ya no lo fueran.

Los debates podrán ir mostrando otras posiciones, lo cierto, sin embargo, es que frente al mundo laboral, a los derechos de los y las trabajadoras, a sus organizaciones, los y la candidata tienen solo ideas generales, atadas al su idea de modelo productivo, aspecto que es coherente, pero que no logran ahondar en cómo va a gestionar las relaciones laborales y sus aspectos colaterales.

Es una lástima. La clase trabajadora colombiana termina eligiendo presidente, pero el país ya se ha acostumbrado a que las propuestas sean solo una continuidad de lo que ya hoy existe y que la evidencia da cuenta que son políticas insuficientes, además que las organizaciones de los trabajadores siempre están expuestas, al igual que sus líderes, a la violación constante de sus derechos. No hay alternativas novedosas, y si alguna de ellas sale, es simplemente como idea, no dimensionada aún frente a los retos económicos del país. Es hora entonces que las organizaciones del mundo del trabajo exijan a quienes aspiran a la presidencia propuestas de mayor alcance frente al mundo laboral, sus derechos y garantías de asociación.

*Esta columna fue escrita antes de conocerse la renuncia de la candidata Vivian Morales el día 02 de mayo

 

 

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