El día a día de una trabajadora en la agroindustria de la palma

Sandra Cardona tiene tres hijos, y es prácticamente la que lleva la responsabilidad de su hogar. Su esposo no tiene estabilidad laboral en su trabajo.

Para ella la jornada empieza a las 3 y media de la mañana, hora en que prepara los alimentos para su familia. A las 5 de la mañana debe presentarse en la empresa para recoger sus instrumentos de trabajo. A la una de la tarde regresa a su hogar, donde debe continuar con las labores domésticas: preparar el almuerzo, ir a recoger los niños al colegio, etc.

Sandra vive desde hace 22 años en el corregimiento Minas, en San Alberto, César. En 2008 ingresó a trabajar en la empresa Palmas del Cesar, pero no directamente sino por intermedio de una cooperativa de trabajo asociado. Luego pasó a hacer parte de una empresa contratista, y desde hace tres años tiene contrato directo y a término fijo con la empresa. Y es sindicalista desde hace dos años, miembro de base de Sintrainagro Minas.

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Sandra desempeña diversas labores en la empresa. Normalmente trabaja en el vivero junto con otras mujeres, pero en épocas en que no hay labor allí les toca fertilizar y limpiar los cultivos de palma. También tienen a su cargo la polinización de una de las variedades de palma en la plantación.

Sandra hace parte de una agroindustria que, como el aceite de palma, tiene a Colombia como el primer productor en América. Según Fedepalma, en 2018 produjo 1´630,413 toneladas en las cuatro zonas productoras en que está dividido el país. La Zona Norte, con 126 mil hectáreas sembradas en palma en 59 municipios; la Zona Central, con 163 mil hectáreas en 37 municipios; la Zona Oriental, con 207 mil hectáreas en 36 municipios; y la Zona Suroccidental, con 20 mil hectáreas en 3 municipios.

En materia de empleo, es una agroindustria que ocupa directamente más de 67 mil personas, según informa el DANE y Fedepalma en 2016. 9.540 de este personal, casi la sexta parte, eran mujeres, en condiciones laborales que deberían ser distintas dada su doble rol de madres y amas de casa. Pero no es así. Sandra no tiene “privilegios”, sino todo lo contrario. No le dan labores a destajo, por ejemplo, mientras a los hombres sí les dan. Son labores que mejoran los ingresos, y para los hombres es más fácil acceder a ellas dentro de la empresa.

La única consideración que la empresa tiene para con las mujeres, es que no son obligadas a cosechar, una de las labores que paga al destajo. Las mujeres pueden cosechar siempre que quieran hacerlo, no es obligatorio. Algunas las hacen por la necesidad de dinero extra.

Sandra considera que la empresa podría darles más beneficios a las mujeres. Si tuviera la oportunidad de negociar con sus patronos, dice, pediría, por ejemplo,  que la jornada de trabajo se disminuyera en una hora, y que tuvieran contrato a término indefinido. Ella, al igual que algunas de sus compañeras, están a término fijo, y eso las hace más vulnerables. Un contrato a término indefinido le daría mayor estabilidad económica a ella y su familia.

Aun así, Sandra agradece a sus patronos que la hayan vinculado, así sea a término fijo. Reconoce que en la ruralidad no es fácil para las mujeres conseguir un empleo con las prestaciones sociales, como ella lo tiene. Dice que sus patronos a veces hablan mucho de crisis, pero que ellos como trabajadores ven que a la empresa no le va tan mal, considera incluso que podría darles más auxilios y beneficios.

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En cuanto a la organización de los y las trabajadoras, o sea a su actividad sindical, Sandra considera que no solo es bueno sino también necesario organizarse para defender sus derechos laborales. Como también es necesario que las mujeres estén en la dirección de los sindicatos, dice.

En la junta directiva de la seccional de su sindicato no hay ninguna mujer, no obstante considera que es cuestión de tiempo para que la haya. Dice que ella y sus compañeras están luchando para que alguna pueda acceder a un cargo dentro del sindicato. Sin desconocer que eso podría generar algún recelo en sus compañeros hombres.

Por estos días Sintrainagro Minas se encuentra en negociación con la empresa, y una de las peticiones de su pliego es que los trabajadores con contrato a término fijo pasen a indefinidos. De aprobarse, sería sin duda la mejor noticia que Sandra recibiría este año, y una razón más para sentirse agradecida con su organización sindical, dice.

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