Trabajadores de Setas de Cuivá, empresa productora de champiñones y propiedad del Grupo Gilinski, denuncian una posible “masacre laboral” debido al cierre de áreas y el despido de al menos 40 personas el pasado 2 de septiembre en la sede Yarumal – Antioquia. Los trabajadores, citados bajo la figura de “conversatorio” terminaron haciendo frente a un espacio donde prevalecieron las ofertas económicas como “incentivo” a su desvinculación. Esta medida, claramente vulneratoria de los derechos laborales, enciende las alarmas sobre el futuro y la calidad de vida de cerca de 390 empleos, los cuales se mantienen en riesgo por los planes de traslado de operaciones hacia el oriente antioqueño (La Ceja) y Cundinamarca (Cota).
Óscar Vergara, presidente de Sintralimenticia, confirmó que el área de procesamiento, etiquetado y rotulado ya fue trasladada al Oriente antioqueño, en La Ceja, dejando sin trabajo inmediato al personal de estas áreas. “Tememos que lo mismo ocurra con el área de empaque, que podría moverse a Bogotá, y con la producción que pretenden llevar a Cota, Cundinamarca. La incertidumbre es total”, advirtió. También denunció que personal armado habría intentado sacar a sindicalizados de la planta a punta de amenazas durante esta reunión.
Por su parte, Piedad Gaviria Vanegas, presidenta de Sintrasetas, relató que los trabajadores fueron citados a un salón donde encontraron un fuerte dispositivo de seguridad, bloqueo de celulares y ofertas económicas dispares para aceptar su salida. “A algunos les ofrecieron hasta una pensión anticipada, a otros, montos irrisorios. Todo bajo presión y con la maquinaria siendo desmontada al mismo tiempo”, aseguró. Gaviria manifestó que Setas arrastra un historial de incumplimientos, como la negativa a aplicar la reducción de la jornada laboral y la falta de dotación para los sindicatos, lo que ha derivado en procesos ante tribunales de arbitramento.
La situación ha generado miedo y desconcierto en la planta de Llanos de Cuivá. Según los sindicatos, varios trabajadores renunciaron “por pánico” en los días siguientes a la encerrona, mientras otros permanecen con el temor de ser citados bajo la misma estrategia. “Aquí uno llega a trabajar y no sabe en qué momento lo llaman para presionarlo a firmar la renuncia”, relató Óscar Vergara.
Germán Marín, representante de Derechos Humanos de la CUT Antioquia, acompañó a los trabajadores en un plantón posterior y señaló que: “muchos de los despedidos fueron tercerizados, a quienes llamaron a ‘arreglar’ sus contratos bajo presión. Los sindicalizados se mantuvieron firmes pese al amedrentamiento, pero la mayoría de empleados no afiliados prefirió guardar silencio por miedo a represalias”. Marín agregó que el caso fue denunciado ante autoridades laborales, aunque hasta ahora no se conocen actuaciones concretas.
Las organizaciones Sintrasetas y Sintralimenticia exigen la intervención inmediata del Ministerio del Trabajo, garantías de no represalia y la instalación de una mesa de diálogo. Advierten que el eventual traslado de operaciones a otras regiones no solo dejaría a centenares de familias sin sustento en Yarumal y Santa Rosa, sino que profundizaría lo que llaman una estrategia de persecución sindical dentro del grupo empresarial.
Desde febrero de 2024, cuando Jaime Gilinski tomó el control del Grupo Nutresa tras vencer al Grupo Empresarial Antioqueño en una intensa disputa empresarial, el panorama laboral para miles de trabajadores cambió drásticamente. Hoy, más de 1.200 despidos y varios cierres de empresas después como Tropical Coffe y la planta en el Cauca, los empleados y sus organizaciones sindicales denuncian una transformación que ha golpeado con fuerza la estabilidad emocional, física y económica de la clase trabajadora; a la que podría sumarse la actual coyuntura de despido masivo con la empresa Setas de Cuivá.