Por: Carlos Julio Díaz Lotero
Director general ENS
Convocado por el Papa Francisco y representantes de diversos movimientos sociales como el Movimiento Sin Tierra – Vía Campesina de Brasil, y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular de Argentina, se realizó en el Vaticano, del 27 al 29 de octubre, el Encuentro Mundial de Movimientos Populares, en el que participaron representantes de un centenar de organizaciones y líderes políticos y sociales, como Evo Morales.
El propósito del evento era dar a conocer el pensamiento social del Papa expresado en la exhortación apostólica La Alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium), publicada el 26 de noviembre del 2013. Asimismo, encontrar una visión conjunta de los movimientos populares en torno a las causas de la creciente desigualdad social y el aumento de la exclusión, en particular de la tierra, el techo y el trabajo. Como también proponer alternativas populares para superar estas exclusiones y enfrentar tragedias sociales como la guerra, el desplazamiento, el hambre, la miseria, el desempleo, y la precariedad laboral, a fin de construir una sociedad en paz, libertad y con justicia social.
En la “Evangelii Gaudium” el Papa Francisco exhorta a los expertos en finanzas y a los líderes políticos de todo el mundo para que hagan posible una reforma financiera que defienda el bien común, y reemplace la tiranía de una economía basada en «la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil” y «se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar». El Papa advierte «Así como el mandamiento de ‘no matarás’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y la inequidad’. Esa economía mata» (…) «No puede ser que no sea noticia que un anciano muere de frío desamparado y a merced de la intemperie, y que sí sea noticia una caída de dos puntos en la bolsa de valores…».
En el tema de la tierra, el Encuentro Mundial de Movimientos Populares abordó las dificultades que enfrentan la agricultura, la soberanía alimentaria y la problemática ambiental. En el tema del techo abordó los asentamientos informales, la vivienda precaria y problemática de las periferias urbanas. Y en el tema del trabajo los problemas propios del mundo laboral, como el desempleo, la informalidad, el desempleo juvenil, y la precariedad.
Estos son algunos apartes del discurso del Papa Francisco ante los participantes en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares sobre cada uno de los tres ejes temáticos:
Tierra: “El hambre es criminal, la alimentación es un derecho inalienable. Sé que algunos de ustedes reclaman una reforma agraria para solucionar alguno de estos problemas, y déjenme decirles que en ciertos países, y acá cito el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, “la reforma agraria es además de una necesidad política, una obligación moral”.
Techo: “Vivimos en ciudades que construyen torres, centros comerciales, hacen negocios inmobiliarios… pero abandonan a una parte de sí en las márgenes, las periferias. ¡Cuánto duele escuchar que a los asentamientos pobres se los margina o, peor, se los quiere erradicar! Son crueles las imágenes de los desalojos forzosos”.
Trabajo: “No existe peor pobreza material que la que no permite ganarse el pan y priva de la dignidad del trabajo. El desempleo juvenil, la informalidad y la falta de derechos laborales no son inevitables, son resultado de una previa opción social, de un sistema económico que pone los beneficios por encima del hombre, si el beneficio es económico, sobre la humanidad o sobre el hombre, son efectos de una cultura del descarte que considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar (…) Pese a esta cultura del descarte, a esta cultura de los sobrantes, tantos de ustedes, trabajadores excluidos, sobrantes para este sistema, fueron inventando su propio trabajo con todo aquello que parecía no poder dar más de sí mismo…. todo trabajador, esté o no esté en el sistema formal del trabajo asalariado, tiene derecho a una remuneración digna, a la seguridad social y a una cobertura jubilatoria”.
Colombia es un buen ejemplo de una sociedad de excluidos y altamente inequitativa, veamos:
- 14,5 millones de colombianos viven con $150 mil al mes, y 1,4 millones con $90 mil al mes, excluidos del acceso a la canasta mínima vital.
- 6,7 millones de colombianos se encuentran registrados como víctimas del conflicto armado, excluidos de los derechos a la libertad y la justicia.
- 250 mil muertes a causa del conflicto armado, excluidos físicamente.
- 4,5 millones de colombianos se encuentran en condición de desplazamiento forzado, excluidos de la tierra.
- 2,2 millones de trabajadores desempleados, excluidos del trabajo.
- 13 millones de trabajadores en la informalidad, excluidos de los derechos laborales.
- 14 millones de trabajadores excluidos de la seguridad social.
- Tasa de sindicalización del 4% de la población ocupada, expresa la alta exclusión del derecho de asociación.
- Tasa de cobertura de la negociación colectiva del 2%, refleja la alta exclusión que existe a la acción colectiva de los sindicatos.
- Los 3062 asesinatos y 13.686 hechos de violencia ocurridos contra sindicalistas en los últimos 37 años, expresan la exclusión física y política del sindicalismo.
- El déficit de vivienda se aproxima a 1,7 millones de unidades, es decir, 1,7 millones de hogares excluidos del derecho al techo, a la vivienda.
- El Gini de 0,545 en ingresos y 0,9 en propiedad de la tierra indican que somos una sociedad profundamente inequitativa, que excluye a la mayoría de la sociedad de participar en la riqueza del país.
El proceso de negociación que se adelanta en La Habana para dar fin al conflicto armado tiene dentro de su agenda el tema de la tierra, que ha sido fuente de conflictos y violencias de todo tipo. Adicionalmente el campo colombiano ha adolecido de políticas de fomento, a tal punto que hoy somos importadores netos de 10 millones de toneladas de alimentos que podríamos producir. La reforma rural integral ya acordada en La Habana, que tiene un capítulo de formalización laboral, si se complementara con políticas de estímulos para el agro, abriría posibilidades de acceso al trabajo con derechos a unos 4 millones de trabajadores agrarios, y a una canasta básica alimentaria para unos 9,5 millones de colombianos que viven en el campo.
La construcción de las viviendas para subsanar el déficit existente, de infraestructura de servicios públicos domiciliarios y de obras públicas en general, será una fuente importante de generación de empleo futuro. Esta es una actividad que emplea hoy a más de 1,3 millones de trabajadores, muchos de ellos en condiciones precarias, por lo que una política pública de trabajo decente para los obreros del sector de la construcción, los actuales y los futuros, contribuirá a la inclusión social.
¿Pero qué más debemos hacer para reducir la vergonzosa desigualdad que tenemos?
La igualdad aumenta (o la desigualdad se reduce) en la medida en que se reparten mejor las oportunidades. Para ello se deben garantizar tres cosas: una, aumento de las capacidades de las personas por la vía de una capacitación y educación de excelencia; dos, aumento de las oportunidades por vía del empleo, generando inversión en la economía real (agro, industria, infraestructura económica y social) que es la que crea puestos de trabajo, y no en la economía financiera especulativa; y tres, la promoción de los derechos de libertad sindical y garantía de los derechos laborales.
La solución política del conflicto armado nos abre posibilidades para que en un nuevo marco para la deliberación democrática se implementen los acuerdos de La Habana, promovamos una revisión del modelo de desarrollo, de los tratados de libre comercio, y se construya y ejecute una política pública de trabajo decente.
Paz se construye con T de Tierra, Techo y Trabajo decente.