Lo que hasta ahora han logrado las multitudinarias marchas y los cacerolazos

Imagen de referencia tomada de Publimetro

Las marchas y cacerolazos han logrado que el país se sienta identificado con las problemáticas. La gente siente que el gobierno debe resolver los asuntos más importantes por los cuales se protesta.

Por Carlos Julio Díaz Lotero. Analista ENS

Muchos de los derechos y garantías que hoy tienen los trabajadores colombianos, son resultado de años de luchas y movilización del movimiento sindical. Algunos ejemplos: el subsidio familiar que administran las Cajas de Compensación Familiar, la formación profesional que suministra el SENA, la creación de la empresa estatal petrolera Ecopetrol, el contrato de trabajo y el derecho laboral, y las garantías salariales y prestacionales de los empleados públicos.

También el derecho de sindicalización, la negociación colectiva y la huelga son producto de grandes sacrificios de los trabajadores. Su inclusión en la legislación laboral costó vidas humanas. ¿Cuántos conocen de la masacre obrera ocurrida en las bananeras de Ciénega, Magdalena, en 1928? ¿O la ocurrida en Santa Bárbara, Antioquia, en 1963? ¿Por qué se dieron y qué conquistas surgieron a partir de ellas?

Desde el pasado 21 de noviembre viene en desarrollo una gigantesca movilización social sin antecedentes en el país, por su impresionante masividad, creatividad, civilidad y capacidad propositiva, y que se inserta en la rebeldía que recorre el continente latinoamericano en contra de las políticas neoliberales que nos han empobrecido. No solo se trata del cuestionamiento a un modelo económico que llega a su fin, sino de un replanteamiento de la democracia y al funcionamiento de la política y el Estado.

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Una reciente encuesta de Invamer SAS sobre percepción ciudadana, arroja que el  79% de la población considera que las cosas en Colombia están empeorando, el 78% cree que la economía va por mal camino, el 89% opina que el desempleo es un problema creciente; para el 62% de los entrevistados la calidad de la educación desmejora y la cobertura disminuye. “Es la economía, estúpido”, famoso eslogan de la campaña que llevó a Clinton a la presidencia de Estados Unidos, cobra realce en la coyuntura actual como mensaje al presidente Duque.

En cuanto a las instituciones de la política, el 70% de los colombianos desaprueba la labor del presidente Duque, y solo el 24% la respalda. El Congreso de la Republica tiene una imagen negativa de 84% y solo 10% positiva. La Fiscalía General tiene una negativa del 53% por 31% positiva; la Corte Constitucional tiene 55% por 33%; la Procuraduría General de la República 44% por 41% positiva; la Contraloría General 45% por 43%;Y la Junta directiva del Banco de la república, la Policía Nacional y los partidos políticos tienen una desfavorabilidad del 38, 45 y 86% respectivamente.

Como se puede ver, la credibilidad de las instituciones políticas y del sistema democrático está en ruinas.  

En cuanto al sindicalismo, que ha sido objeto de una feroz campaña mediática de desprestigio por parte de las elites, los medios de comunicación y los gobiernos de turno, viene en una leve mejoría de su imagen: 45% de favorabilidad.

Mientras que la protesta social gana un abrumador respaldo: del 74% de la población. El 96% apoya que la protesta se realice en sitios públicos y de manera pacífica, el 80% cree que las protestas públicas son organizadas por gente del común inconforme con la situación del país, y no por una conspiración comunista o castro-chavista, como lo dice el gobierno y el partido de gobierno.

La clase empresarial tiene una imagen negativa del 49% y positiva del 44%.

A los medios de comunicación los colombianos apenas les dan el 41% de credibilidad. Para el 55% no tienen ninguna credibilidad.

El sindicalismo y el movimiento social, en toda su diversidad, han demostrado una gran capacidad de articulación y deliberación interna, con altura y fraternidad han interpretado el sentimiento de inconformismo y malestar general de la ciudadanía, a tal punto que mientras el 74% de la población respalda la protesta social, al presidente solo lo respalda el 24%, y lo rechaza el 70%.

El presidente Duque ha venido evadiendo el diálogo social para tramitar el conflicto social que hoy se expresa en un pliego de 13 puntos, sobre temas relacionados con la reforma laboral, pensional, tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo, garantía del derecho de protesta, la corrupción, el cumplimiento de acuerdos ya pactados, la protección del ambiente, el derecho a la salud, y un nuevo enfoque de la seguridad nacional y doctrina militar.

La presión de la protesta social obligó al Presidente Duque a aceptar que la reforma laboral y pensional sea tramitada en la Comisión Nacional de Concertación de Políticas Laborales y Salariales; lo llevó a retirar los artículos que implementaban el trabajo y la cotización a la seguridad social por horas en el proyecto de ley 212; y a anunciar que cumplirá el acuerdo de reducción de los aportes a salud por parte de los pensionados.

Como importante fue que el 1° de diciembre se realizara un cacerolazo a la misma hora y bajo las mismas consignas en los países de la region que vienen adelantando movilizaciones contra políticas similares. Hay que seguir creciendo en la articulación de la protesta social en nuestro continente.

Es claro que estamos en un nuevo país. Ha llegado el momento, no solo de un cambio en la orientación de la política económica, sino de la renovación de la elite de gobierno. La cultura política se ha transformado, el movimiento social y sindical se ha fortalecido. Ha llegado el momento de enterrar en el pasado la putrefacta teoría económica neoliberal que nos ha gobernado por más de 30 años, a la descompuesta clase política que la ha implementado.

Y el paro sigue…

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Carlos Julio Díaz Lotero

Carlos Julio Díaz Lotero es Contador Público de la Universidad de Medellín. Especialista en Planeación urbano regional de la Universidad Nacional. Ex – presidente de la CUT Antioquia. Ex-Director de la Escuela Nacional Sindical y socio de la misma.

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