“Llegué más dignificada y más comprometida con la paz”

Habla Yéssika Hoyos, integrante del grupo de víctimas que estuvo en La Habana

Yéssica Hoyos Morales tenía 16 años cuando su padre, Jorge Darío Hoyos Franco, destacado dirigente sindical, fue asesinado saliendo de su casa en Fusagasugá por sicarios vinculados a las Autodefensas del Casanare, quienes actuaron en concierto con miembros de fuerzas del Estado.

Desde el mismo memento del crimen, el 3 de marzo de 2001, funcionarios de la Policía Nacional y de la Fiscalía, con el fin de distorsionar la verdad y tergiversar la investigación, se enfocaron en la hipótesis de que se trató de un crimen pasional. Motivo por el cual Yessika inició una larga batalla para esclarecer los hechos, limpiar el nombre de su padre, y evitar que el crimen quedara en la impunidad.

Fue la razón que la llevó a estudiar derecho y a vincularse, como defensora de Derechos Humanos, al Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, Cajar, que asumió el caso de su padre. Y además ella lideró y fundó el Movimiento Hijos e Hijos por la Memoria y Contra la Impunidad.

Gracias a su empeño y tenacidad logró enderezar el curso de la investigación en la Fiscalía, lo que tuvo como efecto la detención y posterior condena de los autores materiales del crimen: dos paramilitares y dos agentes de policía. Y próximamente se iniciará el juicio contra un suboficial del Batallón Charri Solano, también involucrado en el complot.

En el año 2008 la AFL-CIO, principal central sindical de Estados Unidos, le otorgó el premio anual 2008 George Meany-Lane Kirkland Human Rights Award, en reconocimiento a su labor de defensa de derechos humanos y también como homenaje a los miles de sindicalistas que han sido asesinados en Colombia.

Y el martes de esta semana Yessika hizo parte del segundo grupo de víctimas, 12 en total, que viajó a La Habana para participar en la mesa de diálogo del Gobierno con las FARC. A su regreso al país la Agencia de Información Laboral habló con ella sobre esta experiencia:

¿Hablemos primero de su viaje y el itinerario que cumplieron en La Habana  representando a las víctimas del conflicto colombiano, en el caso suyo por el crimen de su padre, importante dirigente sindical.

A mí, y a las otras 11 víctimas del grupo, nos avisaron tres días antes del viaje. Lo hicieron seguramente para
darnos garantías de protección, pues en el país hay mucha gente que está en contra de la presencia de las víctimas en La Habana, y más en el caso de crímenes de Estado, que es el caso de mi padre. Viajamos a primera hora del martes y regresamos
ayer jueves en la noche. Nuestra participación se dividió en dos tandas, el primer día dieron su testimonio seis víctimas, y en esa tanda estuve yo, y el segundo día las otras seis. Cada una tuvo la oportunidad de dar su testimonio a la mesa negociadora, integrada por todos los delegados del gobierno y de las FARC, que en principio intervinieron para dar un saludo y luego cada víctima tuvo 15 minutos para exponer su caso. Muy poco tiempo, pero era entendible porque eran 12 testimonios, y además fue una jornada muy larga, empezó a las 9 de la mañana y terminó a las 3 de la tarde. Fue evidente que nos escucharon atentamente, no solo los hechos que nos victimizaron sino también las propuestas que cada una hizo. En mi caso las propuestas las hice a título propio y a nombre del movimiento Hijos e Hijas por la Memoria y Contra la Impunidad.

¿Cuáles fueron esas propuestas?

Fueron varias, y las hice sin ánimo de venganza ni con odio, sino, por el contrario, con el ánimo de contribuir al proceso de paz. Lo primero que pedí es que las partes no se levanten de la mesa sin llegar a unos acuerdos, que creo que es fundamental. Lo segundo es que tiene que haber justicia, y más en el caso de hechos violatorios de la integridad de los sindicalistas. Eso es fundamental: conocer la verdad y que haya justicia, porque hasta ahora no se sabe la verdad frente a los beneficiarios y determinadores de los hechos violatorios contra los trabajadoras y trabajadores sindicalizados. Y cuando hablé de justicia dije claramente que no lo tomen como venganza, sino como un paso fundamental para la construcción de la paz. En tercer lugar hablé un poco de la reparación colectiva del movimiento sindical. Si bien es cierto que en Colombia hay una propuesta y un plan de reparación, de la Mesa de la Habana debe salir una directriz para que no se nos impongan términos acelerados, sino al contrario. La violencia antisindical tiene cien años, por tanto la reparación colectivo debe tener primero una fase de alistamiento que dure varios años, para recuperar confianza y establecer un verdadero plan de reparación colectiva que tenga garantías de no repetición y otros elementos fundamentales. Uno

de ellos es que no siga la persecución contra sindicalistas. No es posible negociar un plan de reparación colectiva mientras a la par se sigue amenazando, estigmatizando y asesinando a los sindicalistas. Eso genera entre los trabajadores miedo de hacer parte de un sindicato. Ahora, parte de la estigmatización se ha dado en la misma doctrina de seguridad del Ejército, que tiene al sindicalismo como enemigo interno, que fue lo que le ocurrió a mi papá. Él estuvo en informes de inteligencia antes de ser asesinado. Por eso propuse que un paso serio para la construcción de la paz es que los sindicalistas y los defensores de los derechos humanos salgan de los informes de inteligencia. No podemos seguir siendo blancos legítimos, como ellos los denominan.

 

Hay una polémica por parte de quienes sostienen que las víctimas del paramilitarismo no deben estar en La Habana. ¿Qué dice a eso?

Dario Hoyos, sindicalista asesinado

No estoy de acuerdo. La negociación es entre dos partes: el Estado y las FARC, por tanto también tienen que estar las víctimas de los crímenes de Estado. El Estado tiene que reconocer su responsabilidad y tener compromisos serios y reales para que en Colombia no haya más crímenes de Estado. Por eso valoro que el Estado y la FARC hayan aceptado no solo a las víctimas de las FARC sino de los dos lados, eso es necesario para construir la paz. ¿Y por qué víctimas del paramilitarismo? Porque en el conflicto colombiano el paramilitarismo ha causado muchas víctimas. El asesinato de mi papá fue ejecutado por agentes del Estado aliados con grupos paramilitares. Entonces, ¿cómo no escuchar a las víctimas de los paramilitares si en muchos de los crímenes cometidos por ellos hubo de alguna forma participación de agentes del Estado?

¿Qué les dice entonces a quienes están generando esta polémica?

Les digo que no sigan dividiendo las víctimas por la condición de sus victimarios, que la polémica debe servir es para unir a las víctimas en la causa común que es la construcción de la paz. Porque a pesar de que somos víctimas de diferentes actores, el compromiso tiene que ser con la paz. No queremos que otras personas sufran lo mismo que nosotros sufrimos. Por eso el grupo que viajamos a Cuba esta semana en el comunicado que expedimos fuimos claros en nuestro compromiso para trabajar por la paz. No es tarea fácil, es dura, y la tenemos que hacer entre todos y todas, y eso incluye a las víctimas pertenecientes al movimiento sindical.

¿Usted, en lo personal, que sensaciones tuvo en La Habana? Es decir, ¿la Yessika que partió es la misma que llegó?

No fue fácil dar nuevamente el testimonio, porque eso revive el dolor. Pero valió la pena porque vine con mucha más esperanza de que esta vez la paz sí va a ser posible. Tengo que destacar que las partes nos trataron respetuosamente, nos dignificaron. Ese es el reclamo que por años hemos hecho las víctimas de crímenes de Estado: que se nos escuche, que se nos de voz. Y el que nos hayan dado voz y nos hayan escuchado es dignificante. Entonces Yessika Hoyos llegó más dignificada y más comprometida con la paz.

Finalmente, cuéntenos en materia judicial en qué estado está el esclarecimiento del crimen de Darío Hoyos, su padre.

Ya hay dos paramilitares y dos agentes de policía condenados como autores materiales. Uno es el agente Carlos Alberto Morroy, que fue el primero, y el otro es el agente Mora, que se acogió a sentencia anticipada. Ellos prestaban servicio en Fusagasugá en el momento del crimen de mi papá. Y en próximos días arranca el juicio contra Fredy Espitia, suboficial del ejército, del Batallón Charri Solano. Pero seguimos esperando llegar a los determinadores del crimen, que todavía no sabemos quiénes son. Es claro que existen, el mismo proceso nos indica que hay más gente detrás. Porque los crímenes de sindicalistas no son cometidos por personas aisladamente, sino que obedecen a una política sistemática.

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