La concertación del salario mínimo: Un escenario ideal para avanzar en políticas de inclusión

Por Héctor Vásquez F.

Asesor Escuela Nacional Sindical

“En el 2007 empecé a trabajar en una fábrica textil, en una jornada de casi 10 horas, bastante pesada. En ese entonces el salario mínimo era de $484.000, de los cuales yo gastaba $250.000 por una habitación en el barrio Manrique. También eso me cobraban por la comida y lavado de ropa. En transporte se me iban más de $100.000, y el resto era para mis artículos personales, medicina, cuchillas de afeitar y ese tipo de cosas. En comparación con otras personas que conocí en la fábrica, en realidad no tenía nada de heroico. Todas esas personas tenían que sostener a sus familias, tenían hijos, o ayudarles a sus padres. Yo era un hombre solo y no tenía obligaciones con nadie más que conmigo mismo. La plata se me acaba unos 4 días antes de que terminara la quincena”.

(Reportaje de Caracol Radio al periodista Andrés Felipe Solano, autor del libro “Salario mínimo, vivir con nada”, que recoge su experiencia de 6 meses viviendo con el salario mínimo como trabajador en una fábrica textil de Medellín.[1]

Ver artículo que publicó El Tiempo sobre el tema en el enlace:

http://www.eltiempo.com/economia/indicadores/debate-del-salario-minimo-en-colombia/16409748

¿A quiénes beneficia el incremento del salario mínimo?

La negociación del incremento del salario mínimo tiene un impacto que va más allá de los trabajadores que en Colombia devengan este salario.

En principio, los beneficiados directos son los trabajadores formales con contrato de trabajo cuya remuneración está en el nivel del mínimo. Según la Superfinanciera, que registra los trabajadores cotizantes al sistema pensional y los rangos salariales sobre los cuales cotizan, en Colombia el 58.79% de los trabajadores y trabajadoras dependientes formales cotizan sobre un salario mínimo legal[2], un porcentaje que corresponde aproximadamente a 5 millones de personas cubiertas por el sistema de riesgos laborales, o 6 millones si tomamos como referencia los trabajadores dependientes/asalariados.

Estos son los trabajadores a los que directamente beneficia el incremento del mínimo, pero no son los únicos, esto como consecuencia de los graves problemas de exclusión que existen en el país. El primero es la exclusión de la legalidad y de las normas laborales contempladas en el Código Sustantivo del Trabajo, que obligan a pagar un salario mínimo. Esa exclusión la padecen miles de trabajadoras y trabajadores. Según el DANE, de cada 100 trabajadores asalariados, 23.5% están por debajo del salario mínimo.

La segunda es la exclusión de los derechos de libertad sindical a la que está sometida la mayor parte de la población asalariada del país, que le impide organizarse en sindicatos e incidir en la determinación de sus remuneraciones. En Colombia hay muy poco sindicalismo y muy poca negociación colectiva. Los trabajadores asalariados sindicalizados son apenas el 7.8% de la población ocupada asalariada,[3] y la negociación colectiva sólo se da en 1.481 empresas, entre ellas 80 entidades del Estado, lo que frente al número de empresas afiliadas al sistema de riesgos laborales representa apenas una tasa del 0.24%. Y los trabajadores que se benefician de la negociación colectiva representan apenas el 11% de la población trabajadora asalariada.

Se puede establecer entonces que el 89% de los trabajadores asalariados se benefician de manera indirecta de la negociación del salario mínimo, pues lo que finalmente se pacte entre sindicatos, empleadores y gobierno —o lo que éste imponga en ausencia de concertación— se convertirá en el parámetro para los incrementos salariales en todas las empresas donde no haya sindicatos.

Salario mínimo y salario medio en Colombia

 

Tabla 1. Ingresos laborales por divisiones económicas

 

Rama de Actividad Ingresos

Laborales

2012

Ingresos

Laborales

2013

Ingresos

Laborales

2014*

Población ocupada

(miles)

         
Intermediación financiera 1´768.763 1´826.708 1´910.737 290
Explotación de Minas y Canteras 1´189.853 1´315.537 1´376.052 214
Suministro de Electricidad Gas y Agua 1´266.309 1´308.387 1´368.573 121
Actividades Inmobiliarias 1´044.910 1´171.771 1´225,672 1.560
Servicios, comunales, sociales y personales 1´025.361 1´088.001 1´138.049 4.280
Industria manufacturera 753.058 832.531 870.827 2.586
Ingreso promedio 770.057 816.646 854.212 21.503
Transporte, almacenamiento y comunicaciones 752.833 792.650 829.112 1.793
Construcción 734.642 765.559 800.775 1.302
Comercio, hoteles y restaurantes 649.040 657.863 688.125 5.859
Salario mínimo legal 566.700 589.599 616.000  
Agricultura, pesca, ganadería, caza, silvicultura 448.736 448.693 469.333 3.495

Fuente: DANE.

En un país como Colombia, donde hay poco sindicalismo y el diálogo social y la negociación colectiva son marginales en el sistema de relaciones laborales, resulta apenas “normal” que el salario mínimo esté muy cercano al ingreso medio de la economía.

En efecto, hoy el mínimo, más el subsidio de transporte y más la doceava parte de la prima legal y de las cesantías, representa el 87% del ingreso medio. Pero esto no quiere decir que el salario mínimo sea muy alto, como lo afirma la OCDE y otras opiniones funcionales a los empleadores. Lo que sucede es lo contrario: que el ingreso medio de los trabajadores es muy bajo, tan bajo que está muy cercano al salario mínimo. Y eso es así por la sencilla razón de que los salarios, en la inmensa mayoría de las empresas, los imponen de manera unilateral los empleadores.

Esta última interpretación es la que también explica la OIT en su último informe sobre salarios: “En algunos países, el nivel relativamente elevado del salario mínimo reglamentario puede atribuirse en parte al insuficiente desarrollo del sistema de negociación colectiva (Lee y McCann, 2014)[4].

La tabla 1 permite observar esta correlación: las actividades económicas en las que los ingresos laborales son más altos, son precisamente aquellas con mayor implantación sindical, o al menos con la presencia de sindicatos fuertes que tienen capacidad de incidir, directa e indirectamente, en la definición de los salarios y demás remuneraciones de toda la división económica. En los demás sectores, el ingreso promedio es muy similar al ingreso medio de la economía, o está por debajo de éste, lo que indica que en ellos predomina el salario mínimo, que muchos empleadores evaden la ley de salario mínimo, y el sindicalismo y la negociación colectiva son prácticamente marginales o inexistentes.

Salarios y distribución del ingreso

Colombia es uno de los países más desiguales del planeta. Así lo reconoce el propio gobierno en el Plan de Desarrollo “Prosperidad para todos”, en el que se lee:

En cuanto al pilar de la equidad, Colombia es uno de los países con mayores desigualdades en el continente más desigual del mundo. Dependiendo de las mediciones, Colombia puede estar entre los tres países más desiguales de América, y entre los 10 o 15 más desiguales del mundo. La fractura social que eso genera es profunda. O Colombia atiende las disparidades sociales, o pone en riesgo su propio futuro”.

Esta desigualdad es el resultado, entre otros factores, del poco sindicalismo y de la poca negociación colectiva que tenemos. Los países con mayor implantación de los sindicatos y de la negociación colectiva presentan índices de GINI que oscilan entre 0.22 y 0.35, que es un indicador de baja desigualdad, en oposición al GINI de Colombia de 0.539, que expresa una desigualdad alta.

El estudio de OIT sobre salarios pone de relieve el consenso, cada vez mayor entre quienes investigan este tema, acerca de que un nivel elevado de desigualdad es problemático, por varias razones: porque puede convertirse en un obstáculo a la «igualdad de oportunidades» y merma la movilidad social; porque la desigualdad socava el crecimiento económico, como lo indican estudios recientes del FMI y la OCDE; y porque la desigualdad tiene efectos adversos en la salud y la educación, en la estabilidad política y económica y en el consenso necesario para el buen funcionamiento de la sociedad. (OIT, 2015, pags. 23 y 24).

Frente a la desigualdad en la distribución del ingreso, el estudio de la OIT recomienda utilizar el salario mínimo como una herramienta “de gran utilidad para reducir la desigualdad y sustentar el salario de los trabajadores mal remunerados”, advirtiendo, frente a los prejuicios existentes entre los empleadores, que “estudios recientes (…) indican que el salario mínimo no tiene efectos negativos en el nivel de empleo, o tiene efectos mínimos que pueden ser positivos o negativos (OIT, 2015, págs. 67 y 68).

 Tabla 2. Distribución del ingreso en Colombia

 

  2011 2012 2013 2014
Crecimiento de la economía (PIB) 5,9 4.0 4.3 4.6
Nacional 0.548 0.539 0.539 0.538
Cabeceras 0.526 0.514 0.517 0.514
Centros poblados y rural disperso 0.459 0.465 0.446 0.463
13 Áreas 0.517 0.499 0.505 0.504
Otras cabeceras 0.492 0.500 0.495 0.490
Remuneraciones de los asalariados 31.36 32.23 32.74 Nd
Total capital 57.61 57.03 57.29 Nd
–          Excedente de explotación[5] 36.00 35.49 35.85 Nd
–          Ingreso mixto 21.61 21.54 21.44 nd

Fuente: DANE

En Colombia, el salario mínimo ha sido utilizado de manera cicatera por parte del gobierno y los empleadores, por decir lo menos. Si no fuera por la Corte Constitucional, que definió que la inflación causada en el año anterior deberá utilizarse siempre para definir el incremento del salario mínimo, éste se definiría con base en la inflación proyectada por el Banco de la República, lo que implicaría siempre una pérdida de poder adquisitivo dada la obsesión del Banco por reducir la inflación y convertir este objetivo en el centro de su política macroeconómica.

El resultado ha sido que en 10 años el incremento real del salario mínimo ha sido de 1.2 puntos porcentuales por año, en relación con el IPC promedio nacional causado en el año anterior; o de 1.1 puntos por año si comparamos los incrementos con el IPC causado de la población de ingresos bajos, (datos desde 2006), un resultado que dado el tamaño del salario mínimo no da ni para cubrir los pasajes de un mes en Transmilenio por parte de un trabajador.

Lo anterior quiere decir que la mayor productividad de la economía, medida en crecimiento del PIB, prácticamente no se ha tenido en cuenta a la hora de definir el incremento del mínimo; quiere decir que este crecimiento no ha beneficiado a los trabajadores sino  que sus resultados se los han embolsillado los empleadores, como se observa en la tabla 2, que muestra qué la participación de las remuneraciones de los asalariados en el producto interno bruto es el 32.7% del PIB, en tanto que la ganancia del capital se mantiene inalterable, copando la mayor parte de la riqueza producida: es el 57.3% del PIB.

Es un resultado que se observa también en el índice de GINI, que en estos 4 años apenas se redujo en una décima. Lo que quiere decir que aquí la política económica funcionó exclusivamente en beneficio de los empleadores, incluyendo la política sobre el salario mínimo, y que la poca política social se redujo al impulso de subsidios y transferencias para mitigar el impacto social del neoliberalismo entre la población más vulnerable.

¿Qué tan caros son los trabajadores y qué tan alto es el salario mínimo?

La tabla que sigue nos muestra cuál es la incidencia que tienen los costos laborales totales en las principales divisiones económicas. Los datos han sido tomados del DANE, de las encuestas que anualmente hace en una muestra de empresas representativas de las divisiones de la industria, el comercio y los servicios

Tabla 3. Participación de las remuneraciones de los asalariados y del excedente bruto de explotación en el valor de la producción bruta y en el valor agregado (%)

 

  Producción bruta Remuneración total asalariados Excedente bruto de explotación Valor Agredo[6] Remuneración total asalariados Excedente bruto de explotación
Industria 100 7.6 30.42 100 20.0 80.0
Comercio 100 27.6 33.4 100 45.3 54.7
Servicios 100 30.18 23.6 100 56.0 44.0

Fuente: DANE, Encuesta Anual manufacturera, 2014; Encuesta Anual de servicios, 2013; Encuesta Anual de Comercio, 2013.

En la industria, la remuneración total de los trabajadores (sueldos y salarios, prestaciones, seguridad social) apenas representa el 7.6% del valor de la producción bruta. O lo que es lo mismo: por cada $100 de valor de la producción bruta, los costos laborales totales representan sólo $7.6. Y en cuanto a la nueva riqueza, o valor agregado en la industria, los trabajadores participan con el 20% mientras el capital se queda con el 80%.

En el comercio y los servicios, que son actividades intensivas en mano de obra, la participación del factor trabajo es mayor en el valor de la producción y en valor agregado. Para todo el comercio el costo laboral total tiene una incidencia del 27% y participa del 45.3% en el valor agregado, con una mayor incidencia del excedente de explotación, 33.4% en el producto y 54.7% en el valor agregado.

En el comercio al por menor la participación del factor trabajo se incrementa al 34.6% en el valor del producto y al 69.5% en el valor agregado. Sin embargo, esta participación se reduce radicalmente en los casos de las grandes superficies, como Éxito o Yumbo, en las que el costo laboral total es prácticamente marginal en el valor del producto, no representando más del 7% en promedio, según estudios que la ENS ha hecho para sindicatos de estas empresas.

Por su parte, en las actividades de servicios la participación del factor trabajo en el valor del producto representa el 30.18% en promedio, y el 56% en el valor agregado; con la mayor incidencia en la subdivisión de las actividades de empleo, seguridad e investigación privada, servicios a edificios, con una participación del 79.75% en el valor del servicio y del 87.02% en el valor agregado. Sin embargo, hay que decir, que estas son actividades en las que las empresas aportan muy poco capital, pues se limitan simplemente a suministrar trabajadores y a cobrar por este servicio, quedándose con el 13% de la riqueza generada por estas actividades.

Como se puede deducir de los datos anteriores, en todas estas divisiones hay espacio para mejorar remuneraciones sin que se afecte la competitividad de las empresas.

Un escenario posible con efectos virtuosos

Aumentar 12% el salario mínimo, y en general todos los salarios de los trabajadores, incrementaría en 0.91 puntos porcentuales la participación del factor trabajo en el valor del producto, y 2.4 puntos en el valor agregado de la industria; incrementaría 3.3 puntos en el valor del producto del comercio y 5.4 puntos porcentuales en el valor agregado de esta división; y en los servicios, un incremento del 12% de los salarios incrementaría 6.04 puntos la participación de los trabajadores en el valor del servicio y 11.19 puntos su participación en el valor agregado.

En este escenario suponemos que el único factor de la estructura de costos que se incrementa es el del costo laboral, 12%, y que los demás factores permanecen invariables. Este escenario no modifica para nada la competitividad de la industria. En el comercio la afectación es mínima, y prácticamente no sería ninguna si las ventas de este sector se incrementaran en el mismo porcentaje de la inflación. Los servicios serían los más afectados, aunque la incidencia de un incremento del 12% se reduciría a la mitad si las empresas de estas divisiones incrementaran sus ventas en la misma proporción de la inflación de este año.

Que en actividades como los servicios, que son intensivas en mano de obra, y en las que la generación de valor corresponde fundamentalmente al factor trabajo (en muchas de ellas casi que exclusivamente), que a los dueños de estos negocios les quede más del 30% del valor agregado, de todas maneras resulta una extraordinaria remuneración para el factor capital. En definitiva, este escenario supone un incremento de la participación de los trabajadores en la riqueza generada, un escenario que sería el ideal dada la enorme desigualdad en la distribución de los ingresos que caracteriza a nuestra sociedad.

Por otro lado, este escenario tendría un impacto muy positivo sobre el crecimiento de la economía, en tanto las remuneraciones de los trabajadores representan alrededor del 54% del consumo de los hogares, un factor de la demanda agregada que tiene una enorme incidencia en el PIB, en tanto representa alrededor del 61% de este.

En este sentido, mejorar alrededor de 6 puntos porcentuales las remuneraciones de los trabajadores asalariados tendría un impacto positivo sobre la demanda agregada, que incrementaría en por lo menos 3.5 puntos el PIB, un resultado bastante deseable en estas épocas de bajo crecimiento y de disminución de la demanda de nuestros productos en los mercados internacionales. Es necesario fortalecer el mercado interno para hacer menos dependiente nuestra economía de los factores externos.

[1] http://caracol.com.co/programa/2015/09/28/audios/1443452127_736838.html

[2] Entre 1 y 2 SMLV cotiza el 26.7%, más de 4 SMLV, el 8.51%. Fuente: SUPERFINANCIERA. Rangos salariales salario base de cotización sistema pensional.

[3] En Colombia hay aproximadamente 150.000 trabajadores informales no asalariados organizados en sindicatos: loteros, comerciantes, pequeños agricultores, carniceros, etc.

[4] OIT, Informe Mundial sobre Salarios 2014 / 2015. Salarios y desigualdad de ingresos, pág,69.

[5] “El excedente de explotación e ingreso mixto son dos denominaciones alternativas del mismo saldo contable de la cuenta de generación del ingreso. Se denomina excedente de explotación en el caso de las sociedades e ingreso mixto cuando se trata de empresas no constituidas en sociedad propiedad de los hogares, excepto para los propietarios que ocupan sus propias viviendas caso en el que también se le llama excedente de explotación”. DANE, http://www.dane.gov.co/files/faqs/faq_pib.pdf

[6]Valor Agregado: Corresponde al valor de los ingresos recibidos por el uso de los factores productivos (tierra, capital, trabajo, organización empresarial), participantes en el proceso de producción durante el período estudiado. (DANE).

 

Héctor Vásquez Fernández

Héctor Vásquez Fernández es Socio y fundador de la ENS. Exmiembro del Comité Ejecutivo de la Cut Antioquia. Docente, investigador y asesor de la ENS. Experto en temas sindicales y laborales

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