Sintradepartamento, bastión histórico de la lucha del Sindicalismo Independiente

Si hay en Antioquia una organización representativa de aquel sindicalismo alternativo y radical que entre consignas y huelgas floreció en los años 60, 70 y 80 (el llamado Sindicalismo Independiente), ese es el Sindicato de Trabajadores del Departamento de Antioquia, Sintradepartamento, que este 2011 está cumpliendo 66 años de existencia. O de historia se puede ya decir, en tiempo pasado, porque su caso también es un craso ejemplo de la devastación que ha sufrido el sindicalismo en Colombia.

En sus mejores tiempos Sintradepartamento llegó a tener más de 2.000 miembros, libró incontables batallas propias y ajenas, y construyó una sede de cuatro pisos que se convirtió en el epicentro de la acción sindical y el agitado debate político que se dio entre las múltiples corrientes y partidos de izquierda en ese entonces, con influencia incluso a nivel nacional. En contraste, hoy Sintradepartamento tiene sus fuerzas reducidas al mínimo: apenas 50 miembros activos, todos cercanos a la jubilación. Y ya tampoco tiene la sede, la debió vender ante la imposibilidad de seguirla sosteniendo.

Sintradepartamento nació en Urabá en 1945, como una respuesta organizada de los obreros que construían la Carretera al Mar en unas condiciones insalubres y precarias, y con sueldos que se demoraban meses en llegar. Seis meses exactamente llevaban sin salario los 35 obreros que un buen día se cansaron y decidieron unirse y formar un sindicato. De esas primeras épocas los más antiguos recuerdan un terrible suceso: la masacre de 14 obreros en el municipio de Urrao, un episodio más de la violencia liberal-conservadora de los años 50.

Los procesos de cambio y el nuevo orden que impuso el Frente Nacional tras la caída de la dictadura del Ge- neral Rojas Pinilla, sumados a los desplazamientos de la geopolítica internacional, tienen profundas repercusio- nes en la izquierda latinoamericana y colombiana a partir de los años 60. Estados Unidos y la Unión Soviética se disputan la supremacía política y económica en todos los rincones del planeta, con el telón de fondo de la Guerra Fría. Por otro lado, se profundizan las divergencias entre las posturas ideológicas y los modelos comunistas chi- no y soviético, especialmente en el tema del impulso a las revoluciones armadas, tema que la revolución cubana puso en primer plano. Tales divergencias tendrán su ex- presión en las diferentes corrientes y partidos en que se dividió la izquierda marxista, y en los diversos grupos insurgentes que surgieron: FARC, ELN, EPL, que actúan bajo la orientación de una u otra corriente. Y tendrá, des- de luego, un impacto directo y fuerte en los movimientos sociales y sindicales.

Un primer efecto que tiene en el movimiento sindical es la creación de la CSTC, confederación obrera afecta al Partido Comunista. Pero sobre todo, en el surgimiento del llamado Sindicalismo Independiente, un movimiento tan fogoso y combativo como disperso, que no sólo surge al margen de las confederaciones sindicales y los parti- dos políticos tradicionales, sino en contra de ellos. En Antioquia llegó a ser mayoritario.

Los bloques sindicales independientes

Entre 1962 y 1964, aupados por la corriente marxista leninista maoísta, se crean los llamados bloques sindi- cales independientes en el Valle del Cauca, Santander y Antioquia, regiones donde van a tener una fuerza consi- derable.

En su declaración de principios estos bloques se reclaman clasistas y totalmente independientes de la iglesia, los partidos políticos y las centrales sindicales afectas a ellos. Declaran que los intereses de los patro- nos son contrarios a los de los trabajadores; proclaman la abstención electoral contra un Estado antiobrero y al servicio exclusivo de las oligarquías; y establecen una política de acción y solidaridad con los sectores popula- res en conflicto, bajo la consigna de que los derechos nos se mendigan, se conquistan. Principios éstos que en 1966 fueron ratificados en el Congreso del Bloque Sindical In- dependiente de Antioquia, que ya tiene como importante animador a Sintradepartamento.

Algunos bloques independientes participan en comi- tés de unidad de acción con las centrales sindicales, pero eso no duró mucho. En 1969 el bloque de Antioquia se desvincula porque “la política gobiernista, burocrática y patronal de la CTC y la UTC confundía a los trabajado- res sobre la verdadera naturaleza de las relaciones del gobierno con la clase obrera”.

Pero al interior del propio sindicalismo indepen- diente también se dan pugnas y descalificaciones entre las diversas tendencias; divergencias de orden práctico e ideológico que obstaculizan la posibilidad de actuar como fuerza unificada. No lograban ponerse de acuerdo en debates tan espinosos como: cuál modelo comunista asumir: el chino o el soviético; es posible o no desarro- llar el capitalismo en el campo; existe o no una burguesía nacional; es políticamente correcto participar en eleccio- nes; la revolución cubana es o no el camino; cuál es el papel de la clase obrera en la revolución; etc., etc.

En 1971, tras el fracasado Paro Nacional Patriótico, el Bloque Sindical Independiente de Antioquia rompe con el MOIR, un partido con poco tiempo de fundado pero ya con importante incidencia en el movimiento sin- dical. Fruto de este rompimiento surgen en algunos de- partamentos los llamados comités sindicales de acción conjunta, Cosaco. En Antioquia el Cosaco tuvo su epi- centro a Itagüí, donde hizo sentir su fuerza.

Sintradepartamento orbita alrededor del Cosaco y el Bloque Sindical Independiente, cuyos sindicatos afines conformarán en 1973 el Comité Intersindical José Ar- noldo Marín, llamado así en honor a este líder obrero asesinado, y del que también hicieron parte otras orga- nizaciones sociales distintas al sindicalismo, como la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Línea Sincelejo), cuya consigna era la recuperación de tierras. Y a propósito de violencia, en ese 1973 asesinan a Luis Carlos Cárdenas, vicepresidente de Sintradeparta- mento, hecho que tiene fuerte impacto en el sindicalismo antioqueño y nacional, como quiera que Cárdenas era un carismático líder comprometido con las luchas sociales. Fueron tiempos de fuerte persecución y acoso contra el sindicalismo en general, y contra el sindicalismo inde- pendiente en particular, que tiene su momento más álgi- do al final de la década con la aplicación del el Estatuto de Seguridad impuesto por el gobierno de Turbay Ayala.

Los allanamientos de las sedes sindicales, las detencio- nes, desapariciones y asesinatos de sus dirigentes y ac- tivistas estuvieron al orden del día. Pero no obstante esa persecución y ensañamiento del gobierno contra el sin- dicalismo de izquierda, éste no para de crecer en número y combatividad.

La solidaridad, color de identidad

La solidaridad siempre constituyó un valor esen- cial, un color de identidad para Sintradepartamento, que siempre estuvo presto a brindar colaboración económica y apoyo político a otras organizaciones en conflicto.

Además, como foco que era de actividad sindical y debate ideológico, se esmeró por la formación y capa- citación, no sólo de sus dirigentes y miembros de bases, sino del conjunto del bloque independiente. Estableció estrechos nexos con el Instituto Nacional Sindical (INS), cuya sede estaba en Bogotá y era el centro de apoyo aca- démico al sindicalismo independiente. Ofrecía cursillos de economía política, historia del movimiento obrero na- cional e internacional, técnica sindical y negociación de conflictos, etc. También adquirió una moderna máquina Offset que puso al servicio de las organizaciones sindica- les para la impresión de libros, revistas, boletines.

Asimismo Sintradepartamento asesoró y ayudó a fundar sindicatos, como el de Sofasa, Banco Popular, trabajadores de los municipios de Antioquia (Sintrao- fan), Editorial Bedout, metalmecánica Furesa, empresa Promotriz, Hospital Mental y algunos sindicatos de la confección y el comercio, entre otros. Se involucró en las luchas barriales de Medellín y en los movimientos cí- vicos y campesinos del suroeste y el oriente antioqueño, acompañó la toma campesina de tierras en el Bajo Cau- ca, y a nivel nacional participó en la huelga de Riopaila, entre otras acciones de compromiso revolucionario.

En 1977 estrenó su nueva sede, paso de avanzada en su desarrollo institucional. Es un edificio de cuatro pisos en el centro de Medellín, sector de San Benito, que le va a permitir desplegar una acción de mayor enverga- dura. Lo construyó con los ahorros y un auxilio especial que obtuvo en la negociación de la convención con la Gobernación de Antioquia; y con la visión de que fuera una “casa” sindical que no sólo albergara las oficinas de Sintradepartamento sino que fuera un centro de plani- ficación de tareas y discusión política del sindicalismo independiente. Además su auditorio no daba abasto para acoger las asambleas y reuniones de otras organizaciones sindicales y sociales, como también fue albergue solida- rio para sindicalistas de paso por Medellín, para lo cual contaba con cocina y dormitorios.

“Objetivamente uno veía mucha solidaridad en el sindicato, y sus orientaciones políticas siempre eran para defender los intereses de los trabajadores y la lucha de clases, y eso a uno lo animaba”, recuerda Martín Ce- ballos, dirigente de Sintrafuresa en ese entonces. Dice que como sindicalista creció y se formó a la sombra de Sintradepartamento, al que recuerda también como un baluarte del quehacer cultural y artístico. Una de sus tareas fue la coordinación de grupos musicales y de teatro universitario, que llevaban su mensaje combativo y solidario a cuanta carpa de huelga se levantara en Antioquia. Un hito cultural de Sintradepartamento tuvo lugar en 1980, año en que, sobre la pared del fondo del auditorio de su sede, se terminó de pintar un enorme mural que en coloridas imágenes da cuenta de lo que fueron las luchas obreras y sociales de los años 60 y 70 en Antioquia y el país. Fue realizado por la artista Nirma Zárate, profesora de Bellas Artes de la Universidad Nacional, con la colaboración del pintor Felipe Larrea y los buenos oficios de Teresa Quiñones. Hoy, 30 años después, este mural reviste una gran importancia por su valor artístico y tes- timonial de una época decisiva del sindicalismo colombiano.

El sindicalismo Independiente y Clasista (SIC)

Es de mencionar que a lo largo de los años 70 las distintas vertientes de izquierda que convergían en el sin- dicalismo independiente hicieron varias tentativas para consolidarse como fuerza unitaria de orden nacional. Un evento importante en tal dirección fue el Encuentro Nacional del Sindicalismo Independiente realizado en la Universidad de Antioquia en 1976, en el que participaron 115 organizaciones de diversa orientación ideológica y política. Entre ellas estaban los bloques sindicales (An- tioquia, Bogotá, Barranquilla, Bucaramanga, Valle), los Cosaco, Fenasintrap, Fedepetrol (que afiliaba a la pode- rosa USO), Sintrabanca, Sintracoltabaco, Sittelecom.

En ese Encuentro nació el Sindicalismo Indepen- diente y Clasista (SIC), movimiento que planteaba una ruptura total con el establecimiento bajo 5 principios in- negociables, todos con el prefijo “anti”: antiimperialista, antipatronal, antioligárquico, antirrevisionista y antielectorero. Tal alianza se mantuvo durante algunos años, pero desafortunadamente pudo más el desencuentro de las dis- tintas corrientes ideológicas de izquierda que la voluntad y la necesidad de la unión sindical. En 1980 se retiró de esta alianza el Bloque Independiente de Antioquia.

De esta época se recuerda la lucha que Sintradeparta- mento libró con la Gobernación de Antioquia para lograr que ésta echara atrás una medida contra los trabajadores oficiales. Ocurrió que la Gobernación, que veía como una amenaza la fuerza del sindicato, declaró empleados públicos a 600 trabajadores oficiales, estrategia para sa- carlos de la convención colectiva y por esa vía debilitar al sindicato. Éste demandó la medida y el caso llegó al Consejo de Estado, que falló a favor de los trabajadores y ordenó a la Gobernación revertir la medida. Pero como ésta se negó a hacerlo, el sindicato recurrió a acciones de protesta que se extendieron durante 3 años. Su recurso de presión fueron las asambleas permanentes autorizadas en la convención colectiva, toda vez que la ley les prohibía la huelga.

Y en este punto vale señalar, como dato histórico, que en el paro cívico del 14 de septiembre de 1977, el más grande y cruento que registra hasta ahora la historia del país, una parte de los sindicatos independientes se abstuvo de participar por contradicciones con las centrales obreras que lo orientaron, entre ellos Sintradapartamento.

Los años 80 y el nacimiento de la CUT

Según el censo sindical realizado en 1981, publicado en la Revista Antioqueña de Economía, en Antioquia el conjunto del sindicalismo independiente era mayoritario. Tenía 113 de un total de 290 sindicatos (39%). Y también el de mayor membrecía: 69.200 afiliados de un total de 121.800 (56,8%). Los sindicatos independientes con más afiliados eran, en su orden: Adida (19.100), Fabricato (3.164), Municipio de Medellín (1.954), empresa Peldar (1.591), Sintradepartamento (1.538), Asociación Médica de Antioquia (1.405) y Sofasa (819).

En 1982 Sintradepartamento volvió a recurrir a la estrategia de la asamblea permanente para presionar la negociación de su pliego de peticiones. La mayoría de los trabajadores se concentraron durante dos semanas en Medellín, y un grupo se tomó la Oficina Regional del Trabajo, toma que fue duramente reprimida por la poli- cía. “Fue muy complicado alimentar y alojar a toda esa gente en Medellín, pero al final logramos ganarle el pul- so a la Gobernación”, recuerda Javier Valencia Posada, presidente del sindicato en ese entonces.

Para 1986 Sintradepartamento ha aumentado su membresía. Cuenta con 2.050 afiliados, y sigue siendo bastión indiscutido del sindicalismo independiente en Antioquia, que de manera mayoritaria, y en conjunto con los Cosacos, la CSTC y el resto del sindicalismo inde- pendiente del país, fundan la Central Unitaria de Traba- jadores, CUT, en diciembre de aquel año. Se concretó por fin la unidad que durante años se estaba buscando. Ya quedan entonces pocos sindicatos que se puedan llamar independientes.

Las luchas de los años 90

En 1992, recién posesionado como gobernador, Juan Gómez Martínez creó un fondo para manejar las pres- taciones de los trabajadores, medida con la cual el sin- dicato no estuvo de acuerdo porque las prestaciones ya estaban convenidas en la convención colectiva. Por este motivo los trabajadores hicieron paro, que el Ministerio del Trabajo declaró ilegal y determinó el despido de 48 trabajadores, 3 de ellos con fuero sindical. Tras 4 años de demandas y alegatos jurídicos se logró el reintegro de 35 de ellos.

Otro conflicto en aquel año, y que significó un revés para Sintradepartamento, tuvo que ver con Promega, em- presa creada con equipos y trabajadores de los talleres departamentales, que Gómez Martínez decidió liquidar. La mayoría de los trabajadores se acogieron a un plan de retiro con indemnización y jubilación anticipada, pero los 30 que no lo hicieron fueron despedidos. De ellos sólo uno fue reintegrado.

Y así llegamos a 1995, año del triunfo electoral de Ál- varo Uribe Vélez, quien gobernó a Antioquia entre 1995 y 1998, período que le marcará a Sintradepartamento un nuevo derrotero de lucha, y esta vez por su sobrevivencia como sindicato, pues el nuevo gobernador llegó con la decisión de eliminarlo de tajo. Puso de moda el concepto “reingeniería administrativa”, que no era otra cosa que el adelgazamiento total de la nómina del departamento. De entrada terminó con el contrato de 12 mil empleados públicos, cuya función la siguió contratando por órdenes de servicio, nóminas paralelas y cooperativas de trabajo asociado.

Y se propuso eliminar la figura del trabajador oficial, con lo cual chocó de frente con el sindicato. Para ello utilizó varias estrategias. La primera fue hacer que la asam- blea departamental congelara por ordenanza la nómina de trabajadores oficiales, y que quien se jubilara no fuera reemplazado, medida que hoy sigue vigente y explica en parte la “erosión” casi total que ha sufrido el sindicato en los últimos 16 años.

Otra estrategia fue un plan de retiro voluntario con indemnización y la promesa de que los trabajadores que lo aceptaran podrían hacerse a la maquinaria del depar- tamento y seguir contratando con éste agrupados en cooperativas de trabajo asociado. En vista de que este plan no tuvo la acogida esperada, implementó un plan de ju- bilaciones anticipadas a los más antiguos, que un buen número acogió.

Según lo recuerda Héctor Giraldo, presidente del sin- dicato en este periodo, un ingrediente de esa arremetida fue dejar a los trabajadores sin herramientas y sin fun- ciones para desmoralizarlos y confundirlos; a lo que se sumó la incursión de grupos paramilitares en varios cam- pamentos a fin de presionarlos para que renunciaran o se acogieran a los retiros voluntarios.

Como resultado de todas estas medidas la membresía del sindicato tuvo un drástico bajón: de los 1.500 afi- liados que tenía en 1995, dos años después quedan sólo 600, a quienes Uribe Vélez trató de enviar a sus casas con licencia no remunerada por 120 días, como paso previo a su despido. Esa fue la gota que llenó la tasa y entonces el sindicato decidió dar la batalla final, tanto para frenar los despidos como para presionar la negociación del pliego de peticiones. Convocó a una asamblea en Medellín, prevista inicialmente para 2 días, pero que se prolongó 79, entre junio, julio y agosto de 1997.

Durante estos dos meses y medio, los trabajadores se hicieron sentir con marchas por las calles de la ciudad  y algunas manifestaciones de protesta —la toma de la Defensoría del Pueblo fue una de ellas— que contaron con el acompañamiento solidario del movimiento sindi- cal. Incluso aprovecharon el Desfile de Silleteros de la Feria de las Flores para exhibir una silleta de denuncia. Hasta que la presión surtió efecto y Uribe Vélez aceptó sentarse a negociar la convención colectiva.

El sindicato enfrenta al Gobernador Gaviria

José Luis Jaramillo presidió a Sintradepartamento entre los años 2000 y 2006, y fue por tanto protagonista de la lucha que el sindicato debió librar contra el gober- nador Aníbal Gaviria, quien con la misma fórmula de los retiros voluntarios redujo el sindicato en 97 miembros más. Además se negó a negociar la convención colecti- va, como estrategia para impedir el aforo circunstancial y así implementar sin trabas la segunda fase de su plan: la eliminación de la Secretaría de Infraestructura Física. La eliminación de esta Secretaría, a la que Gaviria calificó de “inoperante, ineficiente y corrupta”, signi- ficaba un golpe mortal para el sindicato, toda vez que aglutinaba al grueso de trabajadores oficiales. El sindicato, echando mano de sus propios estudios, desmintió las acusaciones del Gobernador y alertó sobre las con- secuencias que para el mantenimiento de la red vial y la competitividad de Antioquia tendría la eliminación de la Secretaría.

El problema fue que, debilitado y disminuido como estaba, Sintradepartamento no tuvo la suficiente garra para defenderse. De nada sirvió la movilización y la pro- testa. En el 2006 el Gobernador emitió la resolución que eliminó la Secretaría y procedió a firmar las cartas de despido de todos sus trabajadores, 255 en total. Segú José Luis Jaramillo, en las regiones alejadas, estas cartas las entregaron inspectores de policía y personas recono- cidas como paramilitares, quienes con amenazas insta- ron a los trabajadores a desocupar los campamentos.

Se conoció que en los campamentos de San Roque, Necoclí y Bello, aparte de presionar a los trabajadores, los paramilitares retiraron maquinaria que luego no apa- reció. Se la robaron mejor dicho. Tal situación el sindi- cato la denunció ante las autoridades, pero la Contraloría absolvió al Gobernador Gaviria con el argumento de que la aseguradora ya había pagado la póliza de seguros.

“Pero por los afanes cometieron errores. Uno fue que echaron a todos los miembros de la directiva y las subdirectivas que teníamos fuero sindical, porque supuestamente con la desaparición de la Secretaría también des- aparecía nuestro fuero, cuando eso lo debe determinar un juez, no un funcionario de la gobernación”, sostiene Jaramillo, quien casualmente es el único de los despedidos que ha sido reintegrado a sus funciones. Hoy cursan 138 procesos judiciales contra el Departamento por parte de los otros 254 trabajadores despedidos.

Y en cuanto a la utilidad que tuvo para Antioquia la eliminación de la Secretaría de Infraestructura, Jaramillo es enfático en decir que no hubo ninguna. “La administración pretendía ahorrar $54 mil millones e invertirlos en vías, pero no hizo ni una cosa ni la otra. Antioquia tiene un atraso vial de diez años”.

La realidad hoy

El último acto de sobrevivencia de Sintradepartamen- to fue la venta de su sede a la Escuela Nacional sindical. Las razones que lo llevaron a vender su sede, su pre- sidente actual, Juan Manuel Monsalve, las resume así: “El edificio lo teníamos subempleado y a unos costos de sostenimiento muy altos. Nuestros propios recursos y la solidaridad del movimiento sindical no nos daban para mantenerlo, mientras año tras año se deterioraba más.

Tenemos una deuda con abogados laboralistas que as- ciende a $90 millones, y además necesitamos recursos para seguir con el proceso de casación de las demandas que están en curso”.

Porque esa es la realidad de Sintradepartamento: el 90% del tiempo y del esfuerzo de sus directivos se de- dica al litigio judicial, o sea a defender en los tribunales lo que le queda a la organización. Actualmente tiene en curso demandas de casación para lograr el reintegro de 8 trabajadores, con la esperanza de que se genere una jurisprudencia que cobije a los otros 246 despedidos. También en la OIT tiene dos demandas: una contra el Estado colombiano, al que responsabiliza por acabar con la organización sindical; y la otra por el acto legislativo de 2005 que acabó con los regímenes especiales.

Ahora Sintradepartamento tiene su sede en inmediaciones del Parque de Bolívar, en el centro de Medellín; una sede pequeña, proporcional a su realidad actual y a su número de miembros activos: 50, apenas 15 más que los que tenía cuando se fundó en 1945.

“La eliminación de una organización de 66 años, es un crimen contra el movimiento sindical”, puntualiza el presidente de Sintradepartamento.

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